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¿Qué están haciendo nuestros jóvenes becarios?

Los jóvenes Indígenas de todo el mundo encarnan la resiliencia y la esperanza, enfrentándose con valentía a los retos sistémicos para defender la acción colectiva en sus comunidades. A pesar de enfrentarse a estas complejidades, su compromiso inquebrantable con el crecimiento, el empoderamiento y la aspiración brilla con luz propia. Nuestro programa de Becas a Jóvenes Indígenas proporciona una plataforma de apoyo para que estos jóvenes líderes amplifiquen sus voces y aboguen por el cambio. Salvaguardan sus tierras, culturas y lenguas al tiempo que fomentan comunidades indígenas prósperas. Al compartir sus inspiradoras historias, unámonos para celebrar su trayectoria, su resistencia y su visión de un mañana mejor. Son los arquitectos de la transformación y los guardianes de la tradición, que allanan el camino hacia un futuro más inclusivo y equitativo para todos.
 

Proyecto Milpa Colectiva, México

Milpa Colectiva fue creada por la comunidad de José María Morelos en Quintana Roo con el objetivo de fortalecer los conocimientos agrícolas tradicionales. Este año continúan su labor gracias al esfuerzo colectivo entre jóvenes, abuelos y mayores para el cultivo de maíz nativo.

Yaritzy Soledad Naal Canul (Maya), de 22 años, es una joven agricultora y estudiante de agroecología de la comunidad Maya. Practica la milpa, un sistema agrícola tradicional en el que el maíz se siembra con otras especies, como frijoles, calabaza y papas. Milpa es una palabra española que se refiere a este tipo de maizal. Ella comparte su experiencia y sus conocimientos de agroecología con el colectivo, organizando talleres sobre métodos de preparación agroecológica que hacen hincapié en el uso de productos seguros y no tóxicos y en la optimización de los componentes naturales del entorno y la comunidad. El 16 de abril de 2023, el colectivo celebró una asamblea que dio lugar a acuerdos para el proceso de Milpa Colectiva en ese año. Los campesinos más antiguos de la comunidad realizaron talleres sobre los diferentes tipos de arado y compartieron su sabiduría sobre las diversas formas de labranza. Estos talleres estaban dirigidos a los jóvenes participantes en las actividades intergeneracionales de Milpa Colectiva.

Maiz

Se realizaron varias visitas a los campos del colectivo para desherbar y preparar la tierra antes, durante y después de la siembra. Los miembros de la Milpa Colectiva KM50 quemaron campos gestionados por el colectivo en dos ocasiones. Los jóvenes aprendieron de los mayores y compartieron sus conocimientos tradicionales sobre la quema de maizales. El apoyo de Cultural Survival fue crucial, ya que cubrió los gastos de transporte y la compra de herramientas.

El colectivo organizó talleres de preparación agroecológica para combatir plagas y enfermedades. Estas prácticas mantienen la agricultura libre de productos sintéticos y fueron llevadas a cabo por las familias de los agricultores. El proyecto contaba con una diversidad de cultivos que podían plantarse. Tras debatirlo, se decidió plantar dos variedades de maíz Indígena para evitar riesgos de contaminación y obtener más variedades para compartir entre los miembros de la comunidad. Desafortunadamente, la falta de lluvia y de tiempo para cuidar el maíz, junto con los animales salvajes que dañaron el maizal antes de la cosecha, impidieron recoger semillas de maíz del campo.

Milpa Colectiva KM50 y socios de Ka'Kuxtal Much Meyaj visitaron sitios de Milpa y compartieron conocimientos entre sí. Familias, niños y jóvenes disfrutaron de comidas y bebidas elaboradas con maíz. Sin embargo, no todos los participantes pudieron asistir a esta reunión intergeneracional de Milpa Colectiva debido a las fuertes lluvias. "Este año, el proceso de Milpa fue muy instructivo para cada uno de nosotros. Aunque no logramos aumentar la cantidad de nuestras semillas, seguimos decididos a continuar promoviendo estas prácticas y a sacar lecciones de esta experiencia para nuestras próximas siembras", dijo Yaritzy.

Nantu Mantilla, Ecuador

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Nantu Mantilla (Pasto) nació en Tulcán, territorio ecuatoriano fronterizo con Colombia, en el seno de una familia de agricultores y artesanos. Estudió cine en la Universidad de las Artes de Guayaquil y se graduó con un máster en Comunicación en la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito. Es directora y productora de varios documentales proyectados en festivales nacionales e internacionales. Anteriormente trabajó como gestora cultural en su comunidad de El Consuelo, donde su familia tiene un centro comunitario de permacultura llamado Kimbi. Desde hace tres años forma parte del Club Ecológico Los Frailejones, al que ha apoyado en las áreas de comunicación y educación ambiental con un enfoque en las artes.

Nantu y su equipo de mujeres y jóvenes del Club Ecológico Los Frailejones querían contribuir a la educación medioambiental en la comunidad indígena de pastores de La Esperanza a través del proyecto Laboratorio Biosocial de Botánica. A través de un largo proceso de lucha social, la comunidad ha recuperado los derechos de propiedad colectiva sobre la reserva ecológica El Ángel para garantizar la protección y el cuidado de su biodiversidad. Esta iniciativa contó con el apoyo de Cultural Survival a través de su programa de Becas a Jóvenes Indígenas. Su objetivo fue defender la vida biótica, espiritual y artesanal de los huertos, bosques y páramos del territorio de la Reserva Ecológica El Ángel. Esto se hizo a través de la creación de materiales audiovisuales y el intercambio de prácticas de cuidado botánico entre personas de diferentes edades y géneros. La comunidad trabajó colectivamente para promover la educación ambiental y artística desde una perspectiva de género, diseñada para el municipio de La Esperanza.

El proyecto incluyó diversas actividades, como reuniones de intercambio de conocimientos con niños, jóvenes y adultos sobre el cuidado de la naturaleza. Varias familias de la comunidad de La Esperanza participaron en un espacio de diálogo sobre las plantas del huerto para conocerlas mejor. A la inauguración del laboratorio botánico se invitó a toda la comunidad y participaron 20 personas. En este encuentro, participaron en un importante ritual para la cosmovisión del mundo en torno a un altar de semillas, flores y frutos de fuego sagrado. Cada participante dio las gracias a una planta que le había acompañado, y algunos acompañaron sus oraciones con una narración.

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"Mi madre tenía un remedio hecho con diferentes plantas. Cuando nos daba algo, decía: 'Tomad esto'. Nos lo tomábamos; era como una bebida. Cuando crecí, le pedí a mi madre que me enseñara a hacer el remedio, y me pidió muchas cosas: hojas de leche blanca y negra, hojas de tabaco, ruda, semillas de lagarto, semillas de ishpingo. Las cocinamos todas. Ahora, cuando algo les duele a mis hijas, suelo echarles primero este remedio, y si no funciona, lo hace la medicina moderna", cuenta Teresa Paspuel, participante en el proyecto. Los debates sobre agroecología y recuperación de semillas y suelos condujeron a la creación de un altar de semillas y al intercambio de conocimientos sobre la recuperación de semillas. La selección de semillas fue una actividad importante, seguida de la enseñanza de tres remedios basados en ingredientes agroecológicos para combatir los parásitos y equilibrar el pH del suelo. 

Un taller práctico sobre medicina energética brindó la oportunidad de practicar diversas actividades sobre cómo curar y mejorar la calidad de vida mediante ejercicios de respiración y la preparación de plantas medicinales que ayudan a equilibrar la energía del cuerpo. El intercambio de tradiciones orales y dibujos permitió a los participantes hablar de historias del territorio de la comuna La Esperanza, así como de espíritus de tradición oral, como el buey mágico. Este proyecto ofreció un espacio para que la comunidad de La Esperanza creara sus propias representaciones visuales de la naturaleza y permitió compartir, aprender, encontrarse, dar y recibir. Las actividades se cerraron con la construcción de un altar de semillas para comunicarse con los antepasados y agradecerles el impacto global del proyecto. 

Eliana Peña, Bolivia

Eliana Peña

Eliana Peña (Monkoxi) nació en la comunidad de Palmira Lomerío en Santa Cruz, provincia Ñuflo de Chávez, Bolivia. Sus padres son monkoxi y hablan la lengua bésiro. Ha estudiado gastronomía y fotografía. Su proyecto, "FotoVoz Reconexión Monkoxi", creó un fotolibro con jóvenes de la comunidad. Su objetivo es hacer de la fotografía un puente de diálogo entre los jóvenes para que puedan expresarse mejor, más allá de la palabra, a través de la imagen. El proyecto se llevó a cabo en Bolivia y pretendía construir y compartir mensajes, historias y conocimientos a través de la fotografía. La Beca a Jóvenes Indígenas de Cultural Survival fue un apoyo indispensable. 

FotoVoz Reconexión Monkoxi ha permitido a los jóvenes aprender los fundamentos de la composición y las técnicas fotográficas, a través de las cuales retratan su entorno desde su propio punto de vista y realidad. Algunos jóvenes optaron por fotografiar su relación con el medio ambiente y el agua, mientras que otros se enfocaron en la construcción de leyendas e historias tradicionales de la comunidad. Eliana Peña destaca que la fotografía lka captura momentos desde su propio punto de vista, permitiendo que otros vean lo que ellos sienten y aprecian.

Además, FotoVoz Reconexión Monkoxi permitió a los jóvenes expresar sus opiniones y posturas en la toma de decisiones, reforzando un nuevo modo de comunicación más allá de las palabras. A muchos jóvenes les resultó más fácil expresar un mensaje en una fotografía que por escrito o de palabra. Este proyecto fue documentado, compartido y distribuido a otros jóvenes indígenas con la esperanza de replicar la metodología en otras comunidades.