Por Bia'ni Madsa' Juárez López and Jess Cherofsky
Tenemos una gran diversidad de Pueblos Indígenas en el mundo, pueblos que se han visto afectados de distintas formas por la pandemia por COVID-19. Contarnos y nombrarnos reclama el reconocimiento a nuestra existencia, en el contexto de cientos de años de resistencia contra invasiones y epidemias anteriores y similares a COVID-19.
Los países del mundo se han enfrentado a dificultades por tratar de generar datos sobre el número de casos y de muertos por COVID-19. Aunque no sea posible que todos los países tengan un conteo exacto, para los Pueblos Indígenas estos datos son aún más inexactos o inexistentes. Por ejemplo, en los Estados Unidos, casi la mitad de los estados que habían publicado tasas de infección con datos demográficos étnicos en abril 2020 no incluyeron una categoría para los Pueblos Nativos, los datos se incluían en la categoría “Otro”. Esto “efectivamente nos elimina de los datos”, le dijo al periódico The Guardian Abigail Echo-Hawk (Pawnee), directora de la junta de salud Indígena urbana y principal oficial de investigación de la Junta de Salud Indígena de Seattle. De manera similar, el Servicio Indígena de Canadá reportó 175 casos a partir del 10 de mayo, pero estos sólo incluyen personas Indígenas viviendo en reservas, “lo que borra” el hecho de que “Pueblos Indígenas no viven exclusivamente en reservas” y que los Pueblos Indígenas de diferentes culturas viven en las mismas comunidades.
Los datos no desagregados esconden tanto información básica como inequidades a través de la combinación de todos los casos en categorías limitadas y removiendo información demográfica, como por ejemplo sexo, género, raza o identidad Indígena. La revista Scientific American ofrece claros ejemplos de los problemas que resultan de no desagregar datos en el contexto de las comunidades “de color” (comunidades no blancas) en los Estados Unidos. En cambio, los datos desagregados resaltan el nivel de impacto en grupos específicos en situaciones como COVID-19. Conocer los impactos en pueblos y comunidades específicas es importante para poder dirigir recursos a los lugares más vulnerables y a programas autodeterminados por los mismos pueblos. Las Naciones Unidas hacen un llamado a los gobiernos de los estados-naciones a “asegurar la disponibilidad de datos desglosados sobre los pueblos indígenas, en particular sobre las tasas de infección, la mortalidad, las repercusiones económicas, la carga de la atención y la incidencia de la violencia, incluida la violencia basada en el género”.
Organizaciones Indígenas en varios países han exigido a sus gobiernos que en las estadísticas de COVID-19 se incluyan a los Pueblos Indígenas. En Perú AIDESEP pide “la implementación de la variable étnica en las estadísticas sobre afectados por el COVID-19; y la urgencia de que personal de salud recorra las comunidades para realizar diagnósticos clínicos y dejar medicinas”. En Canadá existen datos sobre personas Indígenas pero la información por localidad no es pública; líderes Indígenas dicen que “mantener la ubicación de los casos de COVID-19 sin revelar es un problema, porque limita lo que las comunidades pueden hacer para rastrear la enfermedad y protegerse de nuevos brotes”. Con un artículo periodístico la organización Fortaleciendo Derechos Humanos e Investigación y Educación sobre la Paz en el Sureste de Asia (SHAPE-SEA) menciona que en el sudeste asiático “se desconoce en qué medida los resultados de salud relacionados con COVID-19 y los impactos socioeconómicos difieren para las minorías…Los gobiernos de la región no están recopilando y publicando datos desglosados por origen étnico o características relevantes para los grupos marginados. La falta de datos desglosados es una brecha evidente en la respuesta al COVID-19 de la región”.
En México el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas INPI está encargado de presentar información específica para Pueblos Indígenas. Sin embargo, en su último reporte donde menciona 489 casos positivos en 31 estados del país, todos están clasificados como “población que se reconoce como Indígena” sin clarificar a cuál de los 68 Pueblos Indígenas del país pertenecen. Ser específicos con estos casos nos da información del contexto, por ejemplo, la organización Tlachinollan reportó el caso de una mujer del pueblo Me’phaa (pueblo del sur del país), que fue atendida en el estado de Zacatecas, en el centro de México, donde había llegado recientemente como inmigrante agrícola. Este tipo de caso se repite en Estados Unidos con personas Na'savi y es probable que existan más personas migrantes de otros Pueblos Indígenas en esta situación.
A falta de esta información diferenciada por Pueblos Indígenas, son las Organizaciones Indígenas las que han realizado el trabajo que el gobierno no realiza, en Ecuador la CONFENIAE lleva un monitoreo y mapeo constante de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana. Organizaciones como REPAM en Brasil realizan un trabajo similar, y medios de comunicación como Servindi en Perú, reportan información con casos en los Pueblos Indígenas. En los Estados Unidos, el Pueblo Diné (Návajo) a través de sus medios de comunicación propios ha monitoreado y compartido información del devastador impacto de COVID-19 en comunidades Diné y otras, como el Pueblo Hopi.
Incluso si existiera la posibilidad de contar con los datos exactos, para los Pueblos Indígenas el impacto es incalculable cuando se trata de miembros de la comunidad. Las personas son más que sólo números y son particularmente sentidas las pérdidas de los ancianos, quienes son los más susceptibles a complicaciones por COVID-19. En los Pueblos Indígenas son los ancianos quienes muchas veces mantienen vivos los idiomas Indígenas y llevan con ellos las tradiciones y conocimientos ancestrales. COVID-19 “‘está matando todos los días’, dice el curandero [Diné] Ty Davis, que conoce a por lo menos cinco practicantes de medicina tradicional que han fallecido de COVID-19. ‘Me impacta’, dice. ‘¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo recuperamos ese conocimiento que estos ancianos tenían ahora que han muerto con las ceremonias? ¿Cómo las recuperamos?’ Cada curandero se especializa en diferentes ceremonias. Entonces cuando alguien muere, lleva con ella/él ese conocimiento. Durante las últimas décadas el pueblo Diné ha pasado de tener mil a 300 curanderos. El COVID-19 amenaza a los pocos que permanecen”.
En un ejercicio por nombrar a los Pueblos Indígenas afectados por el COVID-19, Cultural Survival realiza un mapeo de casos de COVID-19; además, tomando en cuenta que las afectaciones a las comunidades van más allá de casos por coronavirus, se incluye información de violaciones a derechos humanos en el contexto de COVID-19. El mapa se encuentra en crecimiento constante y lamentablemente, hasta ahora se han identificado 84 Pueblos Indígenas afectados en 18 países. Nuestra investigación ha resaltado datos preocupantes a través del mundo. Los pueblos más afectados por número de casos son el Pueblo Diné (Návajo) en Estados Unidos, seguido por el pueblo Shipibo Konibo en Perú; ambos con casos en múltiples comunidades en sus respectivos países. La Amazonía es la región más afectada por diversidad de pueblos afectados, muchos de ellos comunidades pequeñas en aislamiento conformadas solamente por decenas de familias. Cultural Survival reconoce que este mapa no es exaustivo, es un documento que evoluciona y agrega casos de COVID-19 conforme son publicados y compartidos con Cultural Survival. ¿Tiene datos que le gustaría ver incluidos? Por favor envíe un correo electrónico culturalsurvival [arroba] cs.org.
Además de la inclusión adecuada en las estadísticas oficiales, es necesario que los gobiernos destinen fondos para desarrollar planes de acción específica para Pueblos Indígenas, los cuales deben ser desarrollados con participación de los mismos Pueblos Indígenas. Además, hace falta descentralizar los servicios de salud de las ciudades a las zonas rurales, realizar pruebas de detección de COVID-19 en comunidades Indígenas, así como brindar servicio médico e información adecuada en lenguas Indígenas.