By Jesús Natalio (Tseltal)
Mi nombre es Jesús Natalio López del linaje Xilom, originario del pueblo Tseltal de Abasolo, situado en el noroeste del municipio de Ocosingo del estado de Chiapas. Nuestros mayores cuentan que nuestro pueblo es más viejo que nuestro municipio y que anteriormente no se llamaba Abasolo, sino que era conocido como ji’tontik (lugar de las piedras de arena). No se sabe con exactitud el año en que se fundó, pero somos uno de los pueblos que ha sobrevivido a diferentes y tantas circunstancias a lo largo de nuestra historia, conservando nuestras tradiciones, costumbres, lengua y organización social. A nosotros los Tseltales nos dicen los tseej o‘tan winik (personas de corazón alegre), porque siempre sonreímos, festejamos logros que son para el beneficio de nuestra comunidad, nos organizamos para hacer el mancomún (comprar un toro o vaca para repartir su carne entre partes iguales) donde diferentes familias conviven, comparten y disfrutan de ese momento.
También hacemos fiestas en fechas especiales para nuestro pueblo, algunas de ellas religiosas, como la procesión para el inicio de cargos de nuestras autoridades tradicionales en la segunda semana del primer mes del año. En la fiesta para la siembra los ch’uy k’aal (oradores tradicionales) se sale en la noche para ir a los cerros, ojos de agua, lugares sagrados a ofrendar y pedir permiso a la madre tierra para el inicio del cultivo del maíz, frijol entre otros (entre los días 26 a 28 de abril, la fecha puede variar la fecha). También está la fiesta de los santos patronos: San Santiago Apóstol en julio y San Martín de Tours en noviembre; la fiesta de la virgen de Guadalupe en los días 9,10 ,11,12, de diciembre y la navidad el 24 de diciembre, donde se hace una fiesta comunal en donde todos aportan tamales de frijol y masa de maíz para hacer atol. Durante esta fiesta llegan personas de diferentes comunidades y religiones para convivir, sin que nadie quede sin probar un vaso de atol y un tamal, sin importar si ha podido cooperar para la compra de los mismos.
Algunas de las fiestas no religiosas son el cambio de autoridades. Esto se lleva a cabo en el último día del mes de diciembre, al haberse hecho las elecciones tradicionales en la tercera semana del mes de noviembre. En esta elección ocurre una asamblea donde se vota a mano alzada y las autoridades salientes organizan juegos deportivos (básquetbol, fútbol, palo encebado). Por la noche a las 6:00 p.m. inicia la música de tambor y flauta como símbolo del llamamiento a las nuevas autoridades. Con bankilal (hojas de tabaco criollo molida) para ser testigo de este cambio y al final la toma de protesta, la cual es un acto donde se acepta el compromiso, mandato y lealtad al pueblo. A la media noche se queman cohetillos para despedir también el año.
Además de las fiestas, nuestra cotidianidad transcurre junto a nuestro clima templado que permite que se pueda sembrar casi todo, aunque lo que más se acostumbra es maíz, frijol, calabaza, chile, caña, plátano, chayote, café, naranja. También se crían aves de traspatio como gallinas, guajolotes, patos y conejos. Las casas en las que habitaban anteriormente las familias se hacían de barro y paja, pero actualmente ya quedan pocas de este estilo, pues se han construido recientemente hogar de madera con techos de lámina galvanizada. Otros que tienen la posibilidad o aquellos que han migrado al norte (Estados Unidos), han hecho construcciones de concreto. Personalmente, mi casa está hecha con madera, techo de lámina, piso de concreto y unas pequeñas ventanas con cristal.
Hice mis estudios en mi pueblo pasando por el preescolar y más tarde, la primaria, secundaria, preparatoria en el Colegio de Bachilleres de Chiapas (COBACH), concluyendo allí mis estudios, porque ya no pude seguir con el siguiente nivel por falta de recursos económicos. Mi mamá se había enfermado en esos momentos por lo que me dediqué a trabajar la tierra aprendiendo siempre de las enseñanzas de mi papá. También tenía la inquietud de querer hacer algo en beneficio de mi pueblo, pues yo veía muchas cosas que estaban mal, cosas que eran injustas. Quería hacer una pequeña diferencia. En una ocasión pasó un grupo de personas provenientes de la selva caminando a pie en nuestro pueblo para pedir justicia por la muerte de sus compañeros los cuales nos compartieron cómo los masacraron injustamente por paramilitares sin que el gobierno interviniera para hacer justicia. Ellos invitaron a las personas del pueblo para que los acompañaran en su caminar, ya que el destino era llegar al municipio vecino de Oxchuc donde se iba a realizar una conferencia de prensa con medios de comunicación internacionales, así como representantes de derechos humanos.
Al día siguiente, cuando retornaron a su destino, platiqué temprano con mi papá y mamá para ver si me dejaban acompañarlos; ellos contestaron que sí. Una de mis hermanitas me acompañó también, pero ellos habían salido un poco antes, así que decidimos seguirlos y los encontramos descansando unos kilómetros más adelante. Nosotros pensábamos que habían ido algunas personas de nuestra comunidad con ellos, pero nadie se había atrevido. Nos presentamos ante los coordinadores para platicarles que habíamos decidido acompañarlos hasta su destino, que eso era todo lo que podíamos hacer. Al escucharnos, ellos se emocionaron mucho y nos comentaron que ya habían pasado a otras comunidades pero que nadie los había querido acompañar.
De esta manera, ellos nos presentaron también a otros que los acompañaban, como el Servicio Internacional para la Paz (SI PAZ), Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (FRAY), coordinadores de la peregrinación. Así empezamos nuestro recorrido, platicándonos sus experiencias de vida y luchas y hablando sobre que no importa el tiempo que lleve caminar para contribuir a algo bueno.
Nos contaron tantas cosas que no sentimos como llegamos al destino, e incluso aprendimos mucho de ellos, y que no importa lo que tengamos si nuestro ser no tiene nada, si no sabemos respetar, agradecer a la madre tierra que nos sostiene que nos ha amamantado, criado, alimentado. Al final de todo llamaron a todos los compañeros para el regreso a sus comunidades y agradecieron que los hubiéramos acompañado, diciéndonos que lo que hicimos era muy importante, porque aunque hayamos sido solo dos personas, nosotros representábamos a nuestro pueblo, al cual no lo olvidarían. Además nos instaron a que siguiéramos manteniendo la ideología de hacer el bien común y practicar el buen vivir. A partir de esto, mi forma de pensar y ver las cosas cambió bastante.
Después de todo esto que había pasado, un profesor de la preparatoria de nuestro pueblo nos pasó a visitar para invitarnos a participar e involucrarnos en un proyecto de comunicación comunitaria que estaban pensando iniciar, pero que no se había podido hacer por que apenas eran tres personas. Decidí aceptar la propuesta junto con mi hermanita y nos llegamos a reunir con ellos para conocer lo que se quería hacer. Nos platicaron que querían iniciar una radio comunitaria y más adelante seguir con otros proyectos comunitarios. A nosotros nos pareció muy bueno lo que nos planteaban y decidimos ser partícipes de ello, por lo que se comenzó a planear cómo se iba a hacer, dónde instalaríamos nuestra cabina y cómo le íbamos a hacer para adquirir los equipos para el montaje de nuestra radio.
Poco a poco salieron varias propuestas, entre las que se encontraba pedir una donación de equipos de cómputo a personas que ya no hacían uso de ellas, o personas que contaban con equipos dañados para posteriormente restaurarlos. Tuvimos buena respuesta de algunas personas; sólo quedaba como resolver dónde y cómo se conseguiría el transmisor, lo que nos llevó a decidir que íbamos a hacer el mancomún para lograr nuestro objetivo. Al final se pudo conseguir los equipos a través de distintas formas, logrando comprar un pequeño transmisor de 15 watts. El día 28 de mayo del año 2018 hicimos la primera prueba al aire, a las 10:00 de la mañana en la frecuencia de la 95.1 FM, teniendo buena aceptación por parte del pueblo y de las autoridades tradicionales, debido a que era la primera vez que se estaba implementando un proyecto de este tipo.
Durante los primeros días, las personas de nuestro pueblo nos apoyaron con música en CD y casete para crear nuestro banco musical. Nos sugirieron que no pasáramos música rap o reggaetón o como ellos le decían “música de cholos”, porque no tenía nada que ver con nuestra cultura. Cada día que pasaba nuestra cabina estaba llena de personas de diferentes edades querían ver con sus propios ojos cómo es una emisora de radio y cómo funcionaba, porque muchos de nuestros mayores se imaginaban que era unos aparatos bastante grandes como los refrigeradores, pero cuando veían nuestro transmisor chiquito se sorprendían porque, ¡no podían creer que ese pequeño aparato era el responsable de llevar la voz de los locutores hasta sus hogares y llevar la música a través de sus radio receptores!
Así pasó un mes y al siguiente decidimos hacer nuestra inauguración pidiendo el apoyo de nuestra gente para hacerla posible. La comunidad estaba tan contenta de esto que todos participaron trayendo leña, huevos, tamales, frijol, café, atole, música, cohetes y así se hizo la fiesta estando presente nuestras autoridades municipales, ejidales, como también las autoridades religiosas quienes se encargaron de pedir a la madre tierra y al creador la protección de nuestros aparatos, que siguiéramos siempre el buen camino para el fortalecimiento del proyecto. Al final nuestro comisariado ejidal hizo el corte de listón blanco como símbolo de que se daba por iniciada formalmente la radio comunitaria, a la cual llamamos Ji’tontik, empezando así un largo camino en la comunicación comunitaria.
Radio Ji’tontik recibió una subvención del Fondo de Medios Comunitarios Indígenas de Cultural Survival en 2020. El Fondo de Medios Comunitarios Indígenas brinda oportunidades para que las estaciones de radio indígenas internacionales fortalezcan su infraestructura y sistemas de transmisión y crea oportunidades de capacitación periodismo, radiodifusión, edición de audio, habilidades técnicas y más para periodistas radiales de comunidades indígenas de todo el mundo. En 2020, el Fondo de Medios Comunitarios Indígenas apoyó 57 proyectos de medios en 23 países, por un total de $340,500.