Por Norma Sancir
“Cuando yo empecé a crecer entonces con mi mamá y mis hermanos, acarreábamos el agua en tecomates, antes en esa época, era agua muy agradable, muy saludable, los ojos de agua los teníamos muy inmediatos de nuestras viviendas”. -- Francisco Ramírez, Autoridad Indígena Maya Ch’orti’ de Olopa, Chiquimula.
Guatemala es un país pluricultural y multilingüe, donde cohabitan 22 pueblos Mayas, el pueblo Garífuna, el pueblo Xinca, y los mestizos, cada uno con sus formas propias de organización de acuerdo al Pueblo Indígena al que pertenecen; su idioma, espiritualidad, estructura organizativa, alimentación, administración de justicia y dinámicas económicas.
Sin embargo, a pesar que más del 50% de la población es de ascendencia Indígena de acuerdo al último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística –INE- y desde la fundación de la República de Guatemala como sistema de gobierno, los pueblos indígenas han sido excluidos a través del racismo, la discriminación y clasismo. Estas condiciones, se expresan desde la dirigencia de los tres poderes del Estado, es decir, desde los organismos Ejecutivo, Legislativo y Judicial, donde se toman las decisiones de las políticas públicas que guían las acciones de los Ministerios e Instituciones gubernamentales, donde la participación y representación de los Pueblos Indígenas es nula.
Narciso Nicolas Cua Bulux, Maya K’iche’ de Totonicapán, quien fungió como integrante de la Junta Directiva de los 48 Cantones de Totonicapán y acompaña a nivel nacional al Consejo Nacional de Autoridades Ancestrales Mayas, Xincas y Garífunas, manifiesta que el Estado de Guatemala es responsable de la situación económica de la población en su conjunto; el 75% se dedica a la economía informal desde la producción agrícola y artesanal y el resto se divide entre mano de obra barata. Él agrega que frente a la crisis del Covid-19, no se ha aplicado una política de re activación económica de las comunidades Indígenas por parte de gobierno, y, además, en los programas bajo el marco de ayuda para la los afectados por el Covid -19 no se integró la participación de los representantes de las autoridades ancestrales.
El caso del pueblo Ch’orti’ ubicado en Olopa, Chiquimula, no es distinto al de muchas comunidades Indígenas, y se les sigue invisibilizando frente a las políticas de desarrollo del país. Prueba de ello, es el nulo acceso a la tenencia de tierras, lo cual es básico para garantizar las actividades económicas y alimentarias. Estas familias, dependen de la agricultura familiar, pero poseen poca tierra para cultivar, es decir; parcelas, guatales, terrenos o trabajaderos, como se le conoce en las comunidades. Estos espacios de siembra se encuentran distantes de las casas, lo que representan mayor esfuerzo en trabajo, tiempo y recursos económicos para cultivar dichas tierras. A esto se suma la espera de la época de invierno, ya que quienes no cuentan con sistema de riego, (tal y como ocurre en el oriente de Guatemala) dependen solo de la lluvia. Quienes alquilan terrenos y no logran su cosecha, tienen una pérdida doble, lo que aumenta la crisis alimentaria. El más reciente Informe de Desarrollo Humano, resalta que el 92 % de los productores agrícolas ocupan el 21.9 % de la superficie de las fincas censales del país; mientras que el 65 % de la superficie agrícola estaba en manos de 1.9 % de los productores.
La salud en las comunidades
El sistema de salud en Guatemala en poblaciones Indígenas, es de dos vías, una está a cargo del Estado y la otra está basado en un sistema propio de los Pueblos Indígenas. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística la proyección de población para el 2019 es de 14.9 millones de personas. El Ministerio de Salud Pública reporta que la cobertura de acceso en salud es del 70%, en los 3 niveles de atención; Centros de Salud, Centros de Atención Permanente y Hospitales, con indicadores de acceso bajos para la población Indígena. Narciso Cuá indica que no sólo hay poco acceso a la salud pública, sino que los programas de salud no tienen pertinencia cultural. “Durante la historia de los Pueblos Indígenas, ellos mantienen su propio sistema de salud, desde los tratamientos naturales, ya que el Estado no les garantiza medicina”, puntualiza.
El Estado de Guatemala reconoce el derecho a la salud en su constitución y en los Acuerdos de Paz enfocados a las poblaciones Indígenas, quienes son las más afectadas por el conflicto. Además, se cuenta con la ley y política de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN), la asignación de una partida presupuestaria específica para la SAN y el seguimiento del gasto, así como la recolección de información, Censos Escolares en Talla y el Sistema de Información Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SIINSAN), menciona el informe 2,018 de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), dirigido a la (CONASAN). Actualmente no hay datos desagregados por poblaciones Indígenas en cuanto a enfermedades que se padecen, tampoco los hay en el contexto de la pandemia del Covid-19, por lo que las comunidades acuden a tratamientos con medicina natural para tratar las dolencias comunes y fortalecer el sistema inmune, como comparte Anacleto Pérez, autoridad Indígena de comunidades Maya Ch’orti’ de Olopa, Chiquimula.
A nivel latinoamericano, Guatemala es un país con altos niveles de desnutrición y desnutrición crónica. Los datos del Ministerio de Salud Pública muestran que el 46.5% de menores de 5 años que pertenecen a algún Pueblo Indígena, presenta talla baja. La Organización Panamericana de la Salud, describe que las infecciones intestinales y desnutrición son una de las principales enfermedades en menores de 1 a 9 años en la población guatemalteca. En el 2,018, la Procuraduría de Derechos Humanos en Guatemala, PDH, presentó un informe dirigido a la Comisión Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional CONASAN, en donde se expresa que Guatemala es el sexto país en el mundo con desnutrición crónica, siendo las poblaciones indígenas y rurales las más afectadas. Guatemala cuenta con la segunda tasa de mortalidad atribuida al agua insegura, saneamiento inseguro y falta de higiene más alta de América, con 6.3 muertes por cada 100,000 según informe de la PDH.
Fuentes de agua
Las principales fuentes de agua se encuentran en las montañas boscosas que aún se conservan en el país, donde nace las corrientes de agua, que alimentan las quebradas y estas a los ríos más caudalosos. “Estas fuentes hídricas son protegidas por las comunidades Indígenas de acuerdo a su propia forma de organización y cosmovisión sobre la tierra y su relación con el ser humano, la cual apuesta por el equilibrio y armonía entre ambos para el bien comunitario comparte”, Gerardo Paiz, del Colectivo Madre Selva. Para las comunidades Maya Ch’orti’ de Olopa, Chiquimula, los bosques también son una de las fuentes de agua para las comunidades, siendo ellos quienes se encargan de cuidarlos y administrarlos. Estos bosques proveen de agua en tiempo de invierno, y la gente se organizan para cuidarlos y verificar que las quebradas puedan llenar los tanques de captación, lo cual es una de las formas de acumular el agua y después redistribuirla a la población. Durante la época de verano, cuando las constantes sequías golpean al país con más fuerza en el corredor seco, son las autoridades comunitarias quienes organizan a las comunidades para apagar los incendios que se incrementan en esta época. De acuerdo a Paiz, en Guatemala el 90% de las corrientes subterráneas y superficiales de agua están contaminadas; el agua de los nacimientos, que es filtrada por la tierra, es la que contiene menos contaminantes. Los principales contaminantes de los suelos son los agros químicos. Paiz enfatiza: “El agua es un bien natural, que debe protegerse, los mantos acuíferos, lugares que tienen abundante agua para las reservas y captación de agua, como la reserva de la Biosfera de las Minas, cadena montañosa que inicia en el municipio de Purulhá y terminan en Izabal”.
El ambientalista comparte que la montaña del Merendón, ubicada entre los departamentos de Zacapa y Chiquimula, donde se encuentran las comunidades Mayas Ch’orti’, tiene una vegetación de bosque nuboso, teniendo la característica de presentar una capacidad de absorber la humedad en el ambiente, además que condensa el agua para que camine de forma superficial o subterránea por la tierra. Sin embargo, éste y otros bosques nubosos están siendo destruidos.
Las comunidades Indígenas hacen esfuerzos para proteger y resguardar sus bienes naturales con acciones de organización comunitarias, sociales, mediáticas y políticas, no obstante, debido a las consecuencias del cambio climático a nivel mundial y según el estudio realizado por el proyecto ND- Gain Country Index de la iniciativa de adaptación global de la universidad de Notre Dame en Estados Unidos, Guatemala está entre los países más vulnerables al cambio climático ante desastres naturales y sequías constantes.
Crisis ante la falta de agua
La carencia de agua afecta la salud, las actividades diarias de las familias y la higiene. Con esto aumenta la crisis alimentaria por las constantes sequías que vive las comunidades Maya Ch’orti’; las cuales se dedican a la producción de maíz y frijol como base de su alimentación. La falta de agua potable y la escasez de lluvia en época de siembra, preocupa a la población. Santiago Guzmán, Presidente del Consejo de Desarrollo Comunitario (COCODE) de la comunidad la Prensa, Olopa, Chiquimula, expone: “ya son 5 años que nos viene afectado la sequía, lo que se siembra depende del agua de lluvia, quienes siembran por ejemplo café, que son la mayoría, no pueden hacer nada. La gente está dispuesta a trabajar, pero no se produce por las constantes sequías”.
Carmelita Pérez, del Consejo de Autoridades Indígenas de Olopa, Chiquimula, asegura que la crisis del agua ya existe en su comunidad. “Durante la canícula, el verano es largo, la tierra se seca y la producción de alimento disminuye. Por ejemplo, en tierra húmeda la milpa resiste, pero aquí se pierde, no crecen los elotes”, subraya Pérez. Asimismo, agrega que para el consumo humano hay poca agua, pero para la siembra no hay, solo el agua de lluvia. Esto aumenta la crisis económica y disminuye la cantidad de granos básicos. “Llega el hambre porque no todos tenemos, solo quienes tienen terrenos a orillas de los ríos logran producir, pero le suben el precio al maíz, entonces para quien gana Q35 no le alcanza para comprar”, concluye.
Quienes no logran cosechar, migran a la frontera con Honduras para trabajar en el corte de café en las fincas durante los meses de noviembre a febrero para tener un ingreso económico. Durante la pandemia del Covid-19, esto no ha sido posible, lo cual aumentará la crisis alimentaria en la región; los costos de traslado para compra de granos del área rural al área urbana aumentaron, así como los precios de los productos.
El riesgo para la salud
Los riesgos para la salud aumentan con la falta de agua, ya que sin ella no hay alimentos, plantas medicinales e higiene de alimentos. En invierno aumenta las enfermedades gastrointestinales como la diarrea, y afecta a los niños de 0 a 8 años, en la mayoría de casos se debe al consumo de agua no potable. Para Francisco Zacarías, del Consejo Indígena, la poca agua con la que cuentan, está contaminada, lo que también provoca enfermedades en la piel. “Son llagas que se forman, como salpullido”. Además, añade, “quienes trabajan en el campo, beben agua no apta para el consumo humano y eso les provoca enfermedades estomacales.
“Otro factor que pone en riesgo la salud de los Mayas Ch’orti’, es la desnutrición, que es resultado de la falta de agua, acceso a la tierra y a las sequías que no permiten producir alimentos”, menciona Leonel Ramos, de la comunidad Las Palmas. Sin agua, los riesgos de salud aumentan, si no hay alimentos, ni plantas medicinales que crecen en invierno las enfermedades aumentan, los niños pequeños padecen de diarrea, pues el agua que están consumiendo no es apta para el consumo humano, pero es lo único que hay, en algunas comunidades no se cuenta con agua potable. “En mi comunidad, La Prensa, lo que hacemos es clorar el agua” indica Santiago Guzmán, del COCODE. “Con esa práctica, han disminuido algunas enfermedades gastrointestinales”.
La “otra” causa de los problemas
La extracción de minerales es otro de los motivos que se suma a la crisis del agua, salud y alimentación en las comunidades Ch’orti’. Según las autoridades Indígenas, la instalación de un proyecto minero que no fue consultado con ellos, pero tiene una licencia para explotación, ha provocado la destrucción en bosques, además de consumir las vertientes acuíferas del lugar. Actualmente la minera-cantera Los Manantiales se encuentra suspendida por una acción constitucional de amparo que interpuso el Consejo Indígena Maya Ch’orti’ de Olopa, Chiquimula, con el acompañamiento legal de La Asociación de Abogados y Notarios Mayas de Guatemala.
“La minera destruyó los bosques, consumió y contaminó las vertientes de agua y a esto debemos sumar el calentamiento global, lo que trae como consecuencia que ya no haya aire puro en la comunidad, que las enfermedades aumenten y que también haya perdida de las plantas medicinales. “Además, no debemos olvidar que el coronavirus golpea también a los Maya Ch’orti’”, enfatiza Carmelita Pérez. Pascuala Alonzo, artesana de la comunidad de Tituque, confirma cómo el coronavirus agravó aún más la situación en salud, ya que el acceso al centro de salud es complicado por la distancia, por lo que las familias se preparan con plantas medicinales que se cosechan en la comunidad. Alonzo resalta que la economía es lo que preocupa a las comunidades, pues no han podido sacar sus productos artesanales; además agrega que gran parte de su cosecha de banano también se perdió por la falta de transporte.
Según un Amicus Curie presentado ante la Corte Suprema de Justicia por los estudiantes de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, se indica: “un medio ambiente sano debe estar lejos de contaminación que ponga en riesgo la calidad de vida de los habitantes”. La minera-cantera Los Manantiales, crea focos de contaminación de afluentes de agua potable, indispensables para el consumo y la agricultura. Según el alcalde de Olopa, la minera sí afecta el agua del consumo humano, y se puede observar que la corriente de agua baja con agua sucia. “Por el momento la minera se encuentra cerrada” indicó. El Consejo Indígena ha buscado apoyo en organizaciones nacionales e internacionales que observan el cumplimiento del derecho humano al agua, para mostrar la problemática. De acuerdo al informe del año 2,019 sobre el avance de los Derechos Humanos en Guatemala reportado por la Alta comisionada de las Naciones Unidas para Los Derechos Humanos: “el 24% de las comunidades dispone de un sistema de suministro de agua que cumple con los estándares mínimos de calidad de agua para uso personal.
Cambio climático en el corredor seco
De acuerdo a Gerardo Paiz, existen 2 cuencas llamadas trans fronterizas que atraviesan la región del corredor seco, el río Jupilingo que nace en Honduras y alimenta el río grande en el departamento de Zacapa que se une al Motagua, y el río Lempa que nace en Olopa, Chiquimula, y que se alimenta con nacimientos de Honduras. Esta agua lleva su corriente hacia El Salvador, agrega el ambientalista Gerardo Paiz del Colectivo Madre Selva.
El cambio climático también afecta a la población Maya Ch’orti’ en el corredor seco, ya que la destrucción de bosques nativos y la contaminación perjudica la región con las constantes sequías. “Los megaproyectos que no considera las necesidades de la población, son una amenaza, cualquier inversión o actividad significa poner en riesgo el agua suelos y la salud de la población no es viable”, expresa el ambientalista. De acuerdo a la experiencia de Paiz, en esta región, las comunidades Ch’orti’ deben retomar las actividades agroforestales con árboles frutales y con cultivos de granos básicos para no perjudicar la alimentación. Si se recuperan los bosques, se puede producir agua que pueda mantenerse hasta llegar el próximo invierno.
Con el cambio climático, vienen dos fenómenos, uno es la falta de agua e inviernos con poca lluvia, lo que provoca sequías prolongadas que impactan la agricultura. Por otro lado, está la abundante lluvia que provoca inundaciones, deslaves, perdida de cultivos, etc. Héctor Aguirre de la Mancomunidad Trina Nacional Fronteriza Río Lempa, enfatiza que la perdida de la agricultura por el cambio climático en las comunidades Ch’orti’ de Olopa, agudiza aún más la crisis alimentaria. “A esto se debe sumar que ahora estamos ante el contexto del Covid-19. Ningún país de la región está preparado para el problema del hambre y su complejidad. No existen fuentes de empleo, no se puede salir a trabajar y la población pasa hambre”, resalta Aguirre.
Esfuerzos para cambiar el problema
En la agricultura
Para las comunidades Ch’orti’ de Olopa, la mayor preocupación es la crisis alimentaría que hoy se hace más latente por la pérdida de la siembra de maíz y frijol y las constantes sequías. Ellos han buscado una alternativa de producción, con lo cual encontraron el banano y café como una solución para la obtención de ingresos. Aunque estas dos últimas actividades agrícolas no son propias de las comunidades Ch’orti’, el Consejo Indígena en su agenda de trabajo, iniciará la recuperación de semillas, además de utilizar los suelos para la siembra de árboles frutales nativos del área. Así también, a largo plazo abrir un mercado donde se realice el intercambio y compra de productos.
La organización comunitaria
Para el Consejo Indígena, la crisis alimentaria, la falta de agua y los problemas de salud aumentarán por la instalación de la minera, por lo que la organización es la clave para que desde el sistema de justicia, puedan ejercer libremente su derechos individuales y colectivos, agotar las vías legales y administrativas para denunciar anomalías, pues el agua que están cuidando es para las futuras generaciones. Actualmente las organizaciones comunitarias han logrado detener la minera, la destrucción de bosques por la tala de árboles e incendios en el verano, la protección de nacimientos de agua. El Consejo Indígena de Olopa, indica que seguirá manteniendo la coordinación, organización y participación activa para denunciar en las instancias de gobierno y exigir su derecho al agua y alimentación.
Protegiendo las fuentes de agua
Desde su experiencia a nivel personal y conocimiento de la situación del agua en su juventud, Francisco Ramírez, inició a reforestar la tierra con árboles nativos, lo que permite crear un clima de humedad y captar agua. Asimismo, como integrante del Consejo Indígena de Olopa, Chiquimula, coordina con las comunidades para que se suspenda la tala de bosques nativos que cuentan con licencias del Instituto Nacional de Bosques (INAB).
“Después de que yo comencé a agarrar un poquito de fuerza, entonces comencé a mantener los arbolitos y actualmente yo tengo un mi poquito de agua aquí en la propiedad, veo que los arboles si guardan la humedad y hace que el agua aparezca de nuevo” menciona Francisco.
Igualmente, las autoridades Indígenas protegen los bosques de los incendios en época de verano. Esto lo realiza en coordinación con algunos Consejos Comunitarios de Desarrollo Urbano y Rural, la Policía Nacional Civil (PNC) y la PDH. Santiago Guzmán, organiza actualmente a la comunidad cerca de las fuentes hídricas para cuidar los nacimientos de agua de quienes intentan apoderarse de ellos. También, participa de forma activa en las decisiones de gobierno local defiende el acceso de la comunidad al vital líquido.
Alianzas en Olopa
La Mancomunidad Trinacional, realiza esfuerzos para la protección de las fuentes de agua, como proyectos de viveros municipales para reforestar y protección de zonas de recargas hidricas. “La solución es empoderar a la comunidad para cualquier cambio que se quiera promover” expresa el profesional de la Mancomunidad Río Lempa. Una de las experiencias de la Mancomunidad en Honduras es la instalación de una planta de tratamiento para agua potable. Sin embargo, el costo es elevado, y eso aún no forma parte del presupuesto de gobierno local en Guatemala.
El alcalde del municipio de Olopa, Jorge Lemus, asegura que la municipalidad gestiona proyectos a través de la captación de agua en tanques para la época seca. “Se retomó la cloración del agua de 46 proyectos, lo que permitirá prevenir enfermedades en las comunidades. Además, se busca perforar pozos, pero aún no se encuentra agua y el costo es elevado”, resaltó el Alcalde. En cuanto al tema de la crisis alimentaria, dijo que la municipalidad no cuenta con los recursos suficientes para apoyar a las familias afectadas y que esto debería ser desde el gobierno central. Para el alcalde, es necesario el acompañamiento de las instituciones del Estado y que se cree un apoyo interinstitucional en conjunto con las autoridades Indígenas para el mantenimiento y preservación de los bosques.
Las comunidades Ch’orti’ de Olopa Chiquimula junto a sus autoridades comunitarias buscan proteger sus montañas, bosques y ríos, para conservar la poca agua que aún tienen, para sus hijos y nietos. Con la organización comunitaria, las acciones sociales y la coordinación con otros actores afrontaran la problemática de salud y alimento por la falta de agua ante la pandemia Covid-19, la empresa minera y el cambio climático.
-- Norma Sancir, es Maya Kaqchikel y es periodista comunitaria. Colabora con medios independientes escritos y radiales. Es defensora de la libertad de expresión y Pueblos Indígenas.
Fotos por Norma Sancir.