Por Modesto Ortiz Flores
El oluteco, es una lengua Indígena considerada en muy alto riesgo de desaparecer, solamente se habla en la región Olmeca, al sur del estado de Veracruz, México. Históricamente, diversos factores han influido en su desplazamiento frente al español, propiciando un escenario en donde encontramos únicamente a un hablante proficiente y una veintena de recordantes. Ante esta situación, el Estado no demuestra interés por su preservación, mucho menos ha propiciado políticas en materia cultural y lingüística que garantice la documentación, preservación y fortalecimiento de la diversidad cultural y lingüística, limitándose, por interés o desconocimiento, a promover acciones que estereotipan, objetifican o tergiversan la naturaleza Indígena.
México se reconoce como un Estado pluricultural, en donde se hablan 68 lenguas Indígenas y 364 variantes lingüísticas, colocándose dentro de los tres países de América con mayor diversidad lingüística. Esta diversidad se oficializó en el año 2003 al publicar la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas. Por su parte, el estado de Veracruz, en su constitución política, reconoce una composición multiétnica, en donde convergen 15 lenguas Indígenas y 31 variantes lingüísticas y en donde cerca del 10 por ciento de su población total reconoce hablar una lengua Indígena y más del 22 por ciento se autoadscribe como Indígena. Veracruz, es una de las entidades federativas con mayor población en México, cuenta con 212 municipios, de los cuales, 47 se consideran municipios Indígenas, 141 presentan población Indígena dispersa y 24 declaran tener presencia de población Indígena.
A pesar de la riqueza cultural y lingüística que resguarda Veracruz, el desconocimiento y desinterés por parte del aparato gubernamental, así como los actos de discriminación cometidos por amplios sectores de la sociedad en contra de los Pueblos Indígenas, han propiciado una continua violación a sus derechos humanos, entre ellos, el derecho a comunicarse en su lengua materna. A raíz de estas realidades, los Pueblos Indígenas emprendieron en la entidad múltiples demandas y luchas para lograr que el Estado erigiera instituciones que les brindaran protección y atención, sin embargo, los alcances han sido mínimos, evidenciando que, aún está lejos el día en que las personas Indígenas puedan acceder y ejercer sus derechos humanos de manera plena, demostrando que es apremiante cambiar la relación entre Gobierno y pueblos Indígenas.
Lo anterior puede encontrar su origen en que las políticas emprendidas en Veracruz, al igual que en muchas partes de México y el mundo, se conciben bajo principios mono culturales, mono parlantes y excluyentes, dejando en una grave situación de vulnerabilidad al patrimonio cultural y lingüístico. El Estado, con la finalidad de demostrar que atiende y preserva la diversidad lingüística, ha decidido en numerosas ocasiones prestar mayor interés y atención a las lenguas Indígenas mayoritarias. Este hecho no es coincidencia, así, a través de sus propios instrumentos valida y demuestra que brinda atención a los pueblos y lenguas Indígenas, por lo menos en números y en sus indicadores.
Esta práctica resulta nociva desde cualquier perspectiva; en cifras se justifica la atención a los pueblos, lo cual es un hecho que no se refleja en la atención a la diversidad cultural y lingüística. En el caso de Veracruz, las lenguas Indígenas más habladas son el náhuatl y el totonaco, atenderlas, equivale a más del 60 por ciento de la población Indígena de la entidad, pero, considerando que, en la entidad se hablan 15 lenguas, 13 quedan en el desamparo, evidenciándose así que la atención se realiza para impactar cuantitativamente pero no de forma cualitativa. A lo anterior, debemos sumar que, en muchos casos, la atención a los pueblos y lenguas Indígenas no se brinda de manera continua, bajo una perspectiva de derechos humanos, al contrario, se propician los estereotipos y se folcloriza su atención, robusteciendo conductas clasistas.
Un ejemplo de cómo estas políticas vulneran la diversidad cultural y lingüística y al mismo tiempo violentan los derechos de los Pueblos Indígenas, lo encontramos en la lengua oluteca, misma que el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), a través del Consejo Consultivo para la Atención a las Lenguas Indígenas en Riesgo de Desaparición (CCALIRD), la declaró como una lengua en muy alto riesgo de desaparición. Dicha postura se institucionalizó en el año 2012, al publicar el libro “México. Lenguas Indígenas Nacionales en Riesgo de Desaparición”. A partir de esa fecha, el Estado ha emprendido pequeñas y esporádicas acciones para la revitalización del oluteco, demostrando no solo falta de voluntad política, sino desconocimiento e incapacidad para generar políticas lingüísticas y culturales. Siendo Veracruz uno de los estados con mayor diversidad lingüística, a 17 años de la promulgación de la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, no cuenta con una ley local en la materia, a pesar que por el Congreso Local y en los puestos titulares de las dependencias dedicadas a brindar atención a los pueblos originarios han pasado una serie de líderes y lideresas provenientes de las propias comunidades Indígenas.
Diosgoro Prisciliano Esteban, es el nombre del único hablante proficiente del oluteco, su trabajo evidencia su interés por preservar su lengua, las acciones que emprende se sostienen bajo los parámetros de lo que podemos denominar como trabajo comunitario. En ocasiones, suma esfuerzos con instituciones gubernamentales de carácter federal y estatal; pero, a pesar de su disposición y compromiso por revitalizar su lengua y cultura, el aparato institucional no ha desarrollado políticas y acciones permanentes congruentes y con el nivel de especialización que se requiere para preservar esta lengua y cultura. Por su parte, las personas que pueden clasificarse como recordantes del oluteco, son en general población en situación de vulnerabilidad, en su mayoría adultos mayores, quienes no cuentan con apoyo económico por parte del Estado, como sucede con otros pueblos, que reciben un pago para preservar sus manifestaciones culturales. Los recordantes del oluteco tampoco cuentan con los servicios básicos necesarios, por lo que no pueden disponer su tiempo completo para revitalizar su cultura y lengua.
Por lo anterior es apremiante que el Estado respete y garantice el pleno acceso y goce de los derechos humanos de los Pueblos Indígenas, dirigiendo su atención y esfuerzos para proteger la diversidad lingüística con que cuentan, siendo indispensable que el Congreso Local, después de 17 años, reconozcan que es necesario contar con una ley local para la protección de las lenguas Indígenas. Resulta fundamental que el aparato institucional estatal se conduzca a los Pueblos Indígenas bajo un enfoque de derechos humanos, sin fines ocultos y desapareciendo la visión “decorativa” con que muchas veces han sido tratados, garantizando que las instituciones encargadas de la atención de los Pueblos Indígenas sean realmente funcionales,
con resultados tangibles, privilegiando la participación de las comunidades y Pueblos Indígenas en todos los procesos.
De lo contrario, corresponderá a nuestra generación atestiguar la desaparición de culturas y lenguas Indígenas como el oluteco, viendo reducirse nuestro patrimonio cultural intangible, demostrando nuestra incapacidad para salvaguardarlo. Es urgente que se deje de pensar que se puede atender a los Pueblos Indígenas bajo los mismos parámetros, con las mismas estrategias. Resulta necesario que los Pueblos Indígenas más fortalecidos o favorecidos por el aparato gubernamental demuestren empatía por las culturas minoritarias y promuevan y permitan su fortalecimiento, sin invadir sus espacios, sin imponer sus prácticas. Es fundamental recordar que, para cada cultura, la estrategia de atención será distinta y a su medida, conociendo y priorizando sus particularidades.
--Modesto Ortiz Flores, oriundo de Ixtaczoquitlán, Veracruz, México. Autor del libro “Diosgoro. Historia de una resistencia lingüística”. Colabora con diversos Pueblos Indígenas asentados en Veracruz con la finalidad de fortalecer su cultura y lenguas. Actualmente dirige la Asociación Civil “Tonemillis, Cultura y Género” y produce el podcast “Historia de una resistencia lingüística”, publicado a través de la plataforma de Spotify.