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Defendiendo lo Sagrado en el sur de Texas: Christa Mancias

 

Christa Mancias (Esto’k Gna) divide sus recuerdos de infancia en dos categorías distintas: las mentiras e información errónea sobre su herencia que le fue enseñada en escuela y la verdad que le da tanto orgullo hoy. Al crecer en Lubbock, Texas, Mancias recuerda el daño que experimentó aprendiendo sobre la historia de su pueblo en los libros de historia de la escuela. “Se nos enseñó la típica historia de indios y vaqueros, la que se veía en la televisión. Siempre éramos exploradores y no sabíamos mucho de nada. Solo conocíamos la tierra y ellos nos usaron”. Y la más amarga de las mentiras dichas a los estudiantes: “Me dijeron que era mexicana porque soy de piel morena, y que no había indios porque todos habían muerto”. Pero la familia de Mancias lo sabía mejor. “Sabía quiénes eran mi gente y de dónde venía,” dice.


A la edad de 38 años, Mancias es la secretaria tribal de la tribu Carrizo Comecrudo del Sur de Texas, una posición que le permite jugar un papel visible de líder en la edificación de la historia y cultura de su Tribu. Madre de tres hijos y fuertemente conectada a sus ancestros, Mancias está al borde de convertirse eventualmente en la jefa de su Tribu y liderar un cargo renovado para salvar a su comunidad, mantener la salud de la tierra en la que viven y asegurar que el legado de su Tribu sea pasado a las futuras generaciones. 


Orgullosa de ser Indígena


La Tribu Carrizo Comecrudo del Sur de Texas (Esto’k Gna) data su historia a tiempos inmemoriales. Colonos españoles llamaron a las tribus que vivían en el área que rodea el Delta del Río Grande de 1.800 millas. La palabra carrizo en español significa “caña” y fue atribuida a varias tribus de la zona que construían sus casas con cañas. El término comecrudo viene de una observación que los colonos hicieron en torno a las carnes a medio cocer que consumían las tribus.


A pesar del imperialismo español, años de conversión forzada al cristianismo mediante la esclavitud, brotes desenfrenados de enfermedades, y las intenciones genocidas de innumerables colonizadores europeos, los Esto’k Gna pudieron mantener su cultura e idioma a través de los siglos. Coahuiltecan es un término usado por los españoles para describir las numerosas tribus que habitan el sur de Texas. Como todas las etiquetas racistas, el término era injusto no solo para los Esto’k Gna, sino para cualquier otra tribu que vivía en el área. “No es un término exacto eficaz porque todos tenemos diferentes identidades e idiomas”, dice Mancias.


Actualmente la Tribu tiene entre 2000 a 2500 miembros. No son reconocidos ni por el Estado de Texas ni el estado federal, lo que en efecto invisibiliza su cultura, herencia y el derecho a la autodeterminación. 


Petróleo, Gas y Lugares Sagrados


El río del Diablo serpentea aproximadamente a 94 millas al suroeste a lo largo de la frontera entre Texas y México. En 1801, los colonizadores españoles entraron en un pueblo Carrizo a lo largo del río y asesinaron a más de 300 personas, violaron a las mujeres, saquearon casas y enterraron los cuerpos en una fosa común. A la edad de 11 años, Manuel Cavazos era el único sobreviviente de la masacre, habiéndose hecho el muerto con una lanza en la espalda. Años después, relataría haber visto el destripamiento de su hermana embarazada y los gritos de algunos aldeanos y familiares mientras eran quemados vivos.


Cuando Mancias y su hermano pequeño, Pablo, eran niños, sus padres establecieron como prioridad transmitirles sus historias orales y cultura. Esto incluyó visitar el sitio de la masacre en el Rio del Diablo y aprender la horrorosa historia del tátarabuelo de Mancias, Manuel. De adulta, Mancias no puede visitar más el lugar ya que compañías de petróleo y gas han comprado la tierra y la han bloqueado completamente al público.


Recientemente, la Tribu se enteró de que Valero, un productor de petróleo y gas Fortune 500 con sede en San Antonio, ha construido un oleoducto que atraviesa un antiguo cementerio con restos que datan del año 800 a. C.


“Hemos luchado contra las compañías del petróleo y gas por mucho tiempo,” dice Mancias. “Muchas de las áreas en donde están rompiendo y destrozando la tierra, poniendo oleoductos, son sitios sagrados que tienen miles de años de antigüedad y tienen vínculos con la gente. Estamos hablando no solo de un pueblo, sino de muchos pueblos que tienen una vasta historia de vida previa al primer contacto hace más de 500 años atrás. La tierra tiene historia de gente ahí, pero ellos quieres destruirla para hacer terminales de gas natural licuado”.



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La Lucha Contra la Fracturación Hidráulica


En el 2019, la Tribu llevó a la administración de Trump a juicio por construir un muro perimetral que atravesaba un cementerio en San Juan, Texas. Ahora, los miembros tribales están encerrados en otra batalla con Texas LNG, una compañía de gas natural licuado con sede en Houston. En 2015, la empresa anunció públicamente sus planes para construir tres terminales y oleoductos de GNL (gas natural licuado en el sur de Texas.


Garcia Pasture es un sitio en donde los Esto’k Gna han practicado sus formas de vida por generaciones, justo fuera de Brownsville, Texas. En 1972, fue agregado al Registro Nacional de Lugares Históricos. Hoy en día, si caminaras por las pasturas, verías torres de Texas LNG a la distancia. “Están construyendo parches de fracturas y pozos petroleros en nuestra historia, atravesando nuestros cementerios, y nadie dice nada”, dice Mancias sobre la terminal de producción.


La invasión de las terminales de GNL no son sólo acerca de la preservación cultural; también es sobre el derecho de vivir en un ambiente limpio. Mientras el gas natural es descrito como “el combustible fósil más limpio”, sus impactos en el ambiente son mortales. Cuando el gas natural se extrae del suelo, se enfría a –260 ° F, momento en el que se vuelve líquido y su volumen se reduce drásticamente. Después de ser transportado por las terminales, es calentado, convertido de regreso al estado gaseoso, y entregado a negocios y residencias.


El proceso de convertir el gas a estado líquido y a gas otra vez y transportar el líquido puede llevar a la excreción de grandes cantidades de etano, lo cual contribuye al calentamiento global. El metano es 84 veces más potente que el dióxido de carbono en términos de su impacto ambiental. Las instalaciones de GNL pueden interrumpir también ecosistemas locales y matar especies enteras de plantas y animales. La reducida calidad del aire, eventos del tipo sísmico, aumento de riesgos de cáncer, y contaminación del agua y suelo son impactos potenciales de estos proyectos. 


La Tribu ha pasado los últimos cinco años impidiendo públicamente la producción de las terminales de GNL y otros proyectos que dañan el medio ambiente. Sin embargo, estos esfuerzos se han encontrado con gran resistencia. En el 2019, el gobernador de Texas Greg Abbott promulgó un proyecto de ley que castigaría a cualquier individuo que interfiriera con proyectos de "infraestructura crítica" con entre seis meses y dos años de prisión y una posible multa de $10,000, una victoria significativa para las compañías de petróleo y gas que buscan criminalizar protestas contra proyectos extractivos como el fracturamiento hidráulico y la producción de terminales de GNL.


La falta de reconocimiento federal y estatal de los Esto’k Gna ha hecho sus esfuerzos de defensa una batalla cuesta arriba. Como copresidenta Tribal, Mancias y su padre han desempeñado un papel destacado en llamar la atención sobre los peligros causados por los proyectos de Texas LNG. En mayo de 2020, ayudó a ser coanfitriona de un tribunal de dos días que reunió a miembros de la Tribu, expertos en justicia ambiental y aliados para documentar oficialmente los impactos de los proyectos de Texas LNG. Durante los últimos meses, Mancias también copatrocinó varios paneles de discusión mensuales en los que habló sobre lo que está en juego para la Tribu si continúan los proyectos de Texas LNG.


Mancias está comprometida a llevar la atención pública a los impactos de las terminales LNG, resaltando en particular como Texas LNG le importa poco la tierra que está invadiendo. “Ellos no están haciendo su debida diligencia para conocer la historia de la tierra", dice ella. "Ellos solo quieren nuestros dólares.”
El movimiento está creciendo. Cada vez más y más miembros tribales y residentes del área se están involucrando, haciendo que sus voces se escuchen sobre la colonización de tierras tribales y los impactos perjudiciales para la salud de los proyectos de GNL. “La gente está despertando y entendiendo quiénes son y están tratando de defenderse a sí mismos y a sus futuras generaciones. Esa es la lucha que continuamos ahora: no se trata de nosotros ahora, se trata de ellos más adelante. Queremos asegurarnos de que nuestra historia y cultura se conserve para la próxima generación. Nos estamos levantando y estamos protegiendo a nuestros antepasados y a los que nos han precedido. ¿Vale el dinero la tierra que deberíamos dar a las generaciones futuras? Vale la perder mi vida para que mi gente pueda seguir viviendo”, dice Mancias.


Lo más importante para los que vienen después de ella son sus hijos. Mancias está luchando por un mundo en el que a sus hijos no se les enseñe narrativas dañinas y desmoralizantes sobre la gente Indígena. “Quiero que ellos vivan en una sociedad en donde no tengan miedo de ser quienes son. Que cuando vayan a la escuela y aprendan sobre nativos americanos, se les diga la verdad. Eso resulta del paro a estos oleoductos para que el Estado reconozca que hay lugares sagrados que merecen ser preservados.”


-Michael Gives es el Director Asociado de Comunicación Estratégica para el Comité de Servicio Unitario Universalista. Ha pasado los últimos 13 años trabajando en el movimiento de justicia social y tiene una maestría en Periodismo Investigativo. 

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