Mariana Kiimi, (Na Ñuu Savi) de Oaxaca, México, dice que su segundo nombre tiene un significado especial. Cuando la madre de Mariana estaba embarazada, su esposo se reunió con un grupo de sabios de su comunidad en San Juan Mixtepec para elegir un nombre mixteco para la bebé. Después de varias propuestas, se decidió que le llamarían Kiimi, que significa lucero o estrella. “Siento que este me representa plenamente porque siempre he sentido una conexión especial con las estrellas que empiezan a aparecer desde el crepúsculo y que brillan tanto que es imposible no notarlas (...) También se conecta con mis padres, pues a lo largo de sus vidas han superado una serie de dificultades y me han regalado lo más importante para mí, mi educación y el amor a mis raíces”, dice Mariana.
A su corta edad (26 años), ha tenido una variedad de experiencias, desde salir de su comunidad para descubrir otros contextos, culturas y formas de vida, hasta regresar nuevamente a su lugar de origen, para redescubrir su propia identidad como mujer Indígena, Mixteca, Na Ñuu Savi. La curiosidad de Mariana por saber qué pasa en otros lugares y de conectar con otras personas y seres que habitan en este mundo, ha estado siempre con ella, a pesar de que le es difícil separarse de sus seres queridos y de su tierra. Ella tiene una fórmula para afrontar este desafío: “Me recuerdo a mí misma no olvidarme de dónde soy; puedo pertenecer a muchos lugares pero siempre prevalecerán mi tierra natal, mi gente y mi cultura”.
Mariana pasó toda su infancia y adolescencia en una ciudad pequeña en Oaxaca, pero quería ir más allá y cruzar fronteras. Así fue como decidió estudiar la licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana en el estado de Puebla. Durante esta etapa aprendió sobre otros países que ni siquiera sabía que existían y de situaciones de guerra, violencia y represión que no imaginaba que podían suceder. Desde entonces su sentido de conciencia social empezó a crecer y decidió que con sus conocimientos adquiridos quería hacer algo que beneficiara a diversos grupos de personas en situaciones de vulnerabilidad.
Uno de los temas que más llamó su atención y que pudo presenciar desde su contexto fue la migración, ya que cientos de personas han salido de su comunidad rumbo a Estados Unidos para tener una vida mejor. Por ello, cuando terminó la licenciatura decidió hacer una maestría en la misma universidad pero esta vez en el campus de la Ciudad de México. Le interesaba investigar la situación de los deportados que han sido forzados a regresar a México, ya que considera que el tema no ha sido lo suficientemente visibilizado y que implica una serie de procesos complejos de readaptación y reintegración. De esta forma, se comunicó con algunos miembros de su comunidad para hablar de sus experiencias.
Hoy Mariana se considera una defensora de los derechos de las personas y de los Pueblos Indígenas. Está al tanto de lo que ocurre en otros países y de las herramientas y mecanismos de los que se vale (tanto la sociedad civil como las organizaciones) para generar cambios positivos. También le alegra mucho cuando alguna persona de un Pueblo Indígena influye positivamente en la sociedad. Por ejemplo su paisana, la poeta Celerina Sánchez, ha triunfado a nivel nacional e internacional con sus hermosos poemas que describen su pueblo y sus experiencias propias como una mujer migrante. Así mismo, Mariana admira al pintor José Luis Feliciano, quien recorre el mundo con sus bellas pinturas, promoviendo el amor y el respeto hacia su terruño, al arte y hace prevalecer la memoria de los mineros que fueron explotados en su territorio.
Aunque durante toda su vida, Mariana ha estado acostumbrada a escuchar hablar mixteco cuando viaja hacia su comunidad, el hecho de no haber crecido ahí ni haberlo aprendido desde niña le ha impedido comunicarse eficientemente con los miembros de su familia y comunidad. Ella nos cuenta: “Creo que nunca me había propuesto aprenderlo como lo hice a partir del año pasado (2022) ya que la mayoría de las personas en mi comunidad hablan español e inglés (además del mixteco), pero ciertamente hay frases, anécdotas y momentos que no puedo experimentar de la misma manera cuando no entiendo el idioma”.
“Me propuse aprender mi idioma para entender mejor lo que pasa a mi alrededor y no sentirme una extraña en mi propia tierra” dice Mariana. Ella cree que volver a sus orígenes y tratar de recuperar la lengua de sus ancestros es un acto revolucionario; que los jóvenes aprendan y promuevan los idiomas originarios no permite que los idiomas predominantes y coloniales los desaparezcan. Además, a Mariana le gustaría que los Pueblos Indígenas en México fueran reconocidos por sus propias identidades culturales y que no sean folklorizados ni omitidos a nivel internacional.
Mariana cree que hace falta hacer mucho trabajo para concientizar a la población acerca de que el ser Indígena no es sinónimo de inferioridad. Las situaciones históricas de colonización y opresión han orillado a los Pueblos Indígenas a vivir situaciones que las ponen en una posición vulnerable. Ella piensa que los gobiernos de todo el mundo deben dejar de tratar a los Pueblos Indígenas como seres ajenos y distintos, y darse cuenta de que tienen potencial para mejorar el mundo desde otras perspectivas no predominantes, lo cual, según opina, “será posible a medida que sigamos alzando la voz y visibilizando las injusticias contra los Pueblos Indígenas a nivel internacional”.
Para Mariana la lectura es de mucho interés y disfruta de historias reales y ficticias que la siguen transportando a otros mundos que le inspiran para seguir creciendo personal y profesionalmente. Precisamente en este sentido de crecimiento, disfruta de escribir reflexiones sobre su vida y otros temas sociales. La música también constituye una parte esencial de su día a día y por eso le encanta cantar y bailar o simplemente escuchar con atención lo que otras personas han plasmado en letras acompañadas de melodías. Además le gusta hablar en inglés y francés, aprender nuevas palabras y conocer otros idiomas.
Mariana se siente contenta de que en Cultural Survival existan personas que comparten muchos de sus ideales y que han tenido una serie de logros en la defensa de los Pueblos Indígenas alrededor del mundo. “Siento una gran admiración por cada uno de mis colegas, me encanta sentir que a pesar de que todos nos encontramos en distintas partes del mundo, podemos conectarnos y trabajar juntos apoyándonos mutuamente”. Asimismo, le gusta aprender de otros programas como Guardianes de la Tierra y también sobre radios comunitarias, pues son de apoyo y acompañamiento a proyectos de Pueblos Indígenas que muchas veces no obtienen ayuda de parte del gobierno.
“Me gustaría especializarme aún más en la defensa de derechos humanos, por lo cual quiero seguir estudiando y poniéndo en práctica lo que ya he aprendido. En un futuro no muy lejano me gustaría poder aportar al crecimiento de mi comunidad de forma más directa, promover y procurar que los jóvenes no tengan la necesidad de emigrar por necesidad hacia otros países y que tengan igualdad de oportunidades y posibilidades, así como el amor hacia su pueblo y cultura” concluye Mariana.
Fotos de Mariana Kiimi Ortiz Flores.