Omar Esparza
Hoy el mundo se debate en una crisis económica y ambiental por el calentamiento global. La nueva realidad social post pandemia, ha modificado nuestras prácticas sociales, culturales y cotidianas; las guerras por el agua y los recursos estratégicos son algunos temas actuales que se vuelven desafíos. La realidad actual requiere de una posición política clara, y de crear proyectos alternativos y transcribir la narrativa que dé certeza al poder salvar nuestra casa común y las muchas especies, entre ellas la nuestra.
Ante tal urgencia, es importante tener claridad de palabra, de la comunicación. Las radios comunitarias, Indígenas y alternativas en el mundo deben de tomar un posición política de consistencia contra el capitalismo; pues la vida de los pueblos está amenazada y en riesgo. Es necesario dejar de imitar a las radiodifusoras que pertenecen a grupos económicos, diseminan las prácticas coloniales, el consumo desmedido, la música misógina, el patriarcado, y sobre todo la obediencia hacia el Estado.
Las radios comunitarias desafían al poder y están agrupadas o pertenecen a organizaciones, Pueblos Indígenas y colectivos comunitarios. Las radios han buscado tejer la solidaridad mediante procesos colectivos y populares, con el propósito no solo de darle visibilidad a las luchas y el reconocimiento de nuestros derechos tan negados por los propios gobiernos, sino también a la lucha por el territorio y la reivindicación de nuestra cultura e identidad desde lo impuesto o asumido como la norma. Así es como surge la Red de Radios Indígenas y Comunitarias del Sureste Mexicano.
Numerosas radios comunitarias buscan una concesión o permiso para poder existir desde las instituciones, pero ante la urgencia para resolver nuestras problemáticas, ¿será ético esperar que alguien nos dé consentimiento para hacer frente a la destrucción de nuestra casa común? La libertad que se ejerce, el derecho a la comunicación y hacer viva nuestra voz debe y tiene que ser de facto, pues es un derecho negado y es el camino hacia la autonomía que soñamos.
En nuestro trabajo, la comunicación es una experiencia viva y hoy las voces que construyen esta propuesta se aglutinan de manera popular. Las radios son la voz de la denuncia, de la descolonización, de la exigencia de derechos vulnerados históricamente por el Estado y sus gobiernos, que tienen intereses capitalistas bajo estructurales delincuenciales, parapoliciales y paramilitares. Hoy se requiere de la construcción de espacios e iniciativas ante el neoliberalismo y su crisis global, que ha afectado a muchos seres humanos.
La Red de Radios Indígenas y Comunitarias del Sureste Mexicano ha generado procesos de articulación desde hace más de 16 años, fortaleciendo el tejido de los pueblos y sus luchas en la defensa de su territorio en sus distintas etapas, generado dinámicas de apoyo mutuo y colaborando con compañeras, compañeros comunicadores que hacen viva la autonomía radial.
A pesar que hemos vivido la pérdida y el asesinato de algunos miembros como Placido Habrán López, Teresa y Felicitas de la Voz, Bety Cariño y ha habido desmantelamiento de algunos proyectos como la Rabiosa en Huajuapan de León Oaxaca, Radio Tlayoli en la comunidad de la cumbre, persecución y desplazamiento de comunicadores como Salvador Bolaños en la Sierra Negra, entre tantos otros agravios más, aún queremos consolidar este proyecto de dignidad y de vida.
Inicios de la red
Los hermanos Ayuuk, Mixtecos, Zapoteco, Hueves, pertenecientes a la Unión de Comunidades Indígenas de Zona Norte del Istmo, denunciaron desde el 2001 las agresiones del capitalismo trasnacional que se impondría inicialmente con el Plan Puebla Panamá, viviendo en carne propia sus proyectos de despojo, por lo que como parte de su estrategia de comunicación se estableció la formación, capacitación de compañeras y compañeros para operar varias radios, siendo el origen de este proceso organizativo, originando inicialmente en la llamada red del Istmo.
Para el 2006, ante la represión al magisterio oaxaqueño por el entonces gobernador Ulises Ruiz Ortiz que dejó claro la política de su gobierno de represión contra el movimiento social, miles y miles de oaxaqueños perteneciente a la sociedad civil y en especial a los 15 Pueblos Indígenas que existen en el Estado, exigían la renuncia de Ulises. Las radios empresariales, cómplices, callaron su voz ante la represión al movimiento el 25 de noviembre de ese mismo año.
Por eso, mediante CACTUS (Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos) se lanzaron siete propuestas de comunicación en la región de la mixteca oaxaqueña y región Triqui, así mismo articulando a radios de Veracruz como radio Amay, donde se acordó la formación y la capacitación de miembros que conformarían la red, adquiriendo equipos para su funcionamiento. A mediados del 2007 se fundó la Red de Radios Indígenas y Comunitarias del Sureste Mexicano.
Durante 16 años, en sus altas y bajas, la red ha capacitado a más de 400 comunicadores y comunicadoras Indígenas y ha instalado 31 proyectos de radios comunitarias en los estados de Oaxaca, Puebla, Veracruz e Hidalgo, regiones donde los pueblos se enfrentan a proyectos extractivos, despojo y donde existe la resistencia por defender las formas propias de organización social; además, donde se defiende la vida de los pueblos, a pesar de los agravios.
El objetivo central de la red de radios Indígenas y comunitarias es ser un instrumento y voz de lucha de la resistencia, ejerciendo la autonomía y libre determinación de nuestros pueblos, tomando como base el convenio 169 de la OIT y los acuerdos de San Andrés. La red quiere ser un puente que favorezca los valores y los lazos colectivos para consolidar el tejido social comunitario y dar justicia y fuerza a los pueblos, construyendo iniciativas y desarrollando actividades desde los sonidos, las voces, la reflexión constante, la convivencia local.
Las radios que conforman la red y su resistencia
La criminalización contra las radios Indígenas no es nueva, es y ha sido una práctica del Estado, pues la radio es la herramienta que ha permitido dar voz a los pueblos. En el 2008 nuestra radio comunitaria acompañó en la iniciativa del Municipio Autónomo de San Juan Copala, la cual era una propuesta ante las prácticas clientelares y la administración del conflicto que el gobierno de Oaxaca ha mantenido. Mediante, la Voz que Rompe el Silencio se difundieron los trabajos y objetivos encaminados en un proceso nuevo para el pueblo Triqui.
Sin embargo a los pocos meses fueron asesinadas el 7 de abril del 2009 Felícitas Martínez y Teresa Bautista, de 22 y 24 años de edad, compañeras locutoras de la radio. Esto provocó el desánimo entre nosotros, lastimando la alegría de un pueblo lo que generó que la organización señalada que fue el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui buscara a diversos actores para abrir una puerta a un proceso de mediación de conflicto, en esa zona donde sigue latente hasta hoy el conflicto y ha cobrado mucha más vidas. El Estado sigue siendo omiso y ha mantenido la impunidad el caso de Teresa y Felicitas, mediante la cooptación de dirigentes y la administración de la justicia.
En el 2016 Radio Tlayoli, las voces del maíz, que llevaba pocas meses de estar al aire fue agredida por empleados del presidente municipal de Tlacotepec de Díaz en el estado de Puebla en la Sierra Negra, dejando un compañero locutor herido de bala, y otros tres golpeados. Se robaron equipo con el que la radio mantuvo informada a las comunidades sobre los acontecimientos que sucedían en la montaña, donde se denunció la intromisión de las autoridades federales para instalar un proyecto hidroeléctrico denominado Coyolapa–Atzalan. Radio Tlacuache nació el día 29 de julio del 2016, hoy radio Altepetl Zoquitlán, y se encontraba amenazada por el mismo proyecto hidroeléctrico y por el entonces presidente municipal Fermín González León, quien se declaró uno de los principales promotores de la empresa Minera Autlán.
Ambas radios fueron fundamentales para mantener la resistencia activa y dieron cobertura al Movimiento Agrario Indígena Zapatista, la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán, entre otros actores más, amenazados por acompañar el proceso de las comunidades en lucha y resistencia. Estas dos radios y la inconformidad de la gente contra la Minera Autlán que pertenece al magnate José Rivero Larrea, detuvieron la destrucción del río y evitaron el desplazamiento de las comunidades Indígenas de Pozotitla, Oztopulco y parte de Coyolapa. Hasta el día de hoy se ha mantenido suspendido el proyecto, sin embargo, sigue vigente su concesión.
Por otra parte, en la comunidad de Santa María Coapan nació Radio Coatl, en enero del 2016, y desde entonces ha sido pilar y voz de la comunidad, con el eslogan “desde la capital mundial de las tortillas, la voz de los pueblos originarios del valle de Tehuacán”. En el 2018 logró frenar un proyecto de gasolinera que contaminaría los mantos freáticos del pueblo y denunció el derribo de 70 árboles de la comunidad con permiso de presidente municipal, sin consentimiento de la comunidad.
Es entonces cuando Radio Coatl toma un papel relevante y posteriormente acompaña la lucha de los Bienes del Pueblo que es una autoridad Indígena y comunitaria. La comunidad ha luchado para el cierre del basurero municipal que había estado abierto ilegalmente por un periodo de 28 años en su territorio, y el cual ha recibido no sólo los desechos sólidos urbanos sino también desechos industriales principalmente lodos de lavanderías de mezclilla que contienen gran cantidad de metales pesados, y desechos clínicos infecciosos por la pandemia del Covid-19.
Radio Coatl también denunció el aumento de casos de cáncer no sólo por infecciones en el aparato respiratorio, sino de la vista y la piel. La radio ha acompañado la difusión de las actividades, avances y complicaciones en el la exigencia del cierre y remediación del basurero municipal, ha acompañado en las mesas de trabajo y difundido medidas para hacer frente a la contaminación, a las enfermedades, y a tener una cultura de separación de la basura reciclaje y consumo responsable.
La radio se ha enfrentado a grupos que tienen intereses dentro de la comunidad , aunque hoy cuentan con medidas cautelares emitidas por la Secretaría de Gobernación por las agresiones que viven sus miembros. Ante este panorama, expresamos que nuestro trabajo en la Red de Radios Indígenas y Comunitarias del Sureste Mexicano, está encaminado a la lucha por la defensa de nuestros territorios, el futuro de los Pueblos Indígenas y de la humanidad está en riesgo.
No puede construirse un mundo moderno y desarrollado sobre las espaldas de nuestros pueblos, ni con la sangre que se derrama por decir nuestra palabra. Esta palabra que viene de la profundidad de nuestros ancestros es verdadera, nuestra lucha es por la vida y por el cuidado de la madre tierra. Es por eso que nuestro humilde trabajo busca ser una semilla de dignidad y de rebeldías. Los pueblos no necesitamos permiso para existir, no necesitamos que nadie reconozca nuestros proyectos de comunicación y en especial nuestras radios indígenas y comunitarias. Basta entender que la destrucción de nuestra casa común está en peligro, para saber lo que nos corresponde hacer.
Nuestros pueblos han vivido y resistido ante el colonialismo y existen ahora en este modelo capitalista que busca mercantilizar la vida y saberes y seguiremos existiendo después que la humanidad sucumba. Su guerra de exterminio desatada contra millones de personas en el mundo, debe y tiene que ser detenida, somos nosotros y nuestras radios que nos dan voz, los guardianes de la historia y de la humanidad.
En 2022, la Red de Radios Comunitarias del Sureste de México recibió una subvención del Fondo de Medios Comunitarios Indígenas que brinda oportunidades para que las estaciones de radio indígenas internacionales fortalezcan su infraestructura y sistemas de transmisión y crea oportunidades de capacitación para periodismo, radiodifusión, edición de audio, técnicas habilidades y más para periodistas de radio de comunidades indígenas de todo el mundo. En 2023, el Fondo de Medios Comunitarios Indígenas apoyó a las comunidades con 60 subvenciones por un total de 420.000 dólares a medios de comunicación comunitarios Indígenas de 20 países, apoyando a 87 Pueblos Indígenas.