Por Mactzil Camey (Maya Kaqchikel)
A principios del año 2020, con el surgimiento de la pandemia a nivel mundial, y el primer caso registrado en Guatemala el 13 de marzo de 2020. Recuerdo haber estado en la universidad con mis compañeros y compañeras de la Asociación de Estudiantes. Estábamos muy confundidos ya que el caos en los supermercados y el tránsito era increíble. El rector de la universidad dijo que a principios de mayo retornaríamos a clases presenciales y así fue como muchos pensamos que sería, pero ya estamos a un año de esta pandemia y seguimos en las mismas o en peores condiciones.
El encierro llegó a afectar de manera increíble a todas las personas, la juventud se vio detenida en sus procesos académicos, con una incertidumbre sobre el seguimiento sobre nuestras clases. No sabíamos si seguiríamos con nuestra rutina o nos atrasaríamos más tiempo. Mientras tanto, ya estábamos en un confinamiento total, con restricción de horarios y miedo de la pandemia.
El Covid-19 trajo muchas desventajas y dificultades en cada persona y familia. Muchas se vieron afectadas con la pérdida de su empleo, varios negocios pequeños tuvieron que cerrar obligadamente. La educación se volvió a distancia y virtual, lo cual no era ni es accesible para todos y todas; pues debemos contar con internet y un teléfono. No obstante, para algunos, estar trabajando o recibir clases desde casa fue una ventaja, incluso se volvió en algo de beneficio.
Ese fue el caso de la organización de las mujeres jóvenes mayas a la que pertenezco, ya que (antes de ser una organización) éramos solo un grupo de amigas. Un día, decidimos hacer un vídeo en Tik Tok, sobre la transición de una indumentaria no maya a nuestro traje maya, en el que cambiamos de ropa para evidenciar la diversidad de trajes mayas que hay en Guatemala. Lo hicimos nada más para entretenernos y pasar la cuarentena. El día que lo subimos recibimos muchos comentarios y nuestro video empezó a hacerse viral, nos llegaron solicitudes de algunas páginas que querían hacer un reportaje sobre el video y estábamos muy emocionadas por lo que se había logrado.
Este video fue la base para crear una colectiva de mujeres Indígenas. Dado que las expectativas del video era llegar a jóvenes de nuestra edad (y más pequeñas) para poder rescatar la identidad y nuestra cultura maya por medio de las redes sociales. Iniciamos con un número de dieciocho integrantes de diferentes comunidades lingüísticas para formar la colectiva.
La organización y participación de las mujeres mayas en los diferentes ámbitos es de vital importancia, la Colectiva Tuxinem busca “compartir pensamientos, vivencias e ideales para poder incidir desde nuestros espacios y formas de vivir en el pueblo maya, así como visibilizar a los Pueblos Indígenas para crear lazos de fuerza reivindicando nuestros espacios como mujeres mayas de diversas comunidades lingüísticas”.
Nuestros ejes son los Pueblos Indígenas, el Pueblo Maya y las mujeres jóvenes mayas, quienes podamos compartir y rescatar los valores del pueblo maya desde nuestras propias formas de vida. Buscamos visibilizar los problemas que enfrentamos como pueblo, tales como el racismo, colonialismo y patriarcado.
Las redes sociales han sido un medio que han facilitado la comunicación para muchas personas. Permite crear contenido sobre diferentes temas que acontecen dentro del pueblo maya y que nos pasa como mujeres jóvenes mayas para transmitirlo a la sociedad. Este tipo de comunicación nos hace sentirnos motivadas y nos hace querer organizarnos. Hoy, la Colectiva Tuxinem es un espacio de resistencia ante el sistema racista, machista y patriarcal, y cambiar la idea sobre los Pueblos Indígenas, como dice Aura Cumes: “Esta posición de humanizar a las mujeres indígenas, me parece políticamente necesario, pues ayuda a desentrampar el otro tratamiento que se les ha dado: el verlas como “reserva cultural” o como “piezas de museo” no tocadas por la realidad circundante.
Humanizar a las mujeres Indígenas puede ayudarnos a entender que no todas son iguales, como en ocasiones se quiere verlas, que no son un grupo homogéneo y que no tienen el deber de pensar en una sola línea”. Debemos posicionarnos desde los espacios donde podamos hacer comunicación y generar nuevas perspectivas ante las nuevas generaciones, apostarle a la recuperación de las identidades mayas, que puedan tener como referentes a mujeres jóvenes mayas, así como nosotras las tuvimos a nuestras abuelas y mamás.
Por ello las organizaciones de mujeres mayas jóvenes retan a este sistema que pretende invisibilizarnos y opacar nuestras acciones. Nuestra voz es importante para poder evidenciar las luchas de nuestras abuelas y nuestras propias luchas.
Mactzil Camey (Kaqchikel) tiene 20 años y vive en San Juan Comalapa, Chimaltenango, Guatemala. Es secretaria de la Comisión de Asuntos de Género de la Universidad de San Carlos de Guatemala y miembro activo de la Colectiva Tuxinem. Actualmente, estudia Ciencias Políticas. Ella participó en el proyecto: “Capacitando mujeres Indígenas para la defensa de sus derechos humanos”, una serie de talleres sobre comunicación y derechos humanos realizados entre marzo y junio de 2021 por Cultural Survival y el Alumni Engagement Innovation Fund. Los temas de las capacitaciones incluyeron sanación, información y documentación de los derechos humanos individuales y colectivos. Se utilizaron diferentes medios para documentar y comunicar las violaciones de derechos humanos, incluyendo la escritura, la fotografía, el video, la radio y las redes sociales. Este artículo es el resultado del proyecto final de entrenamiento de Camey.