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El Golpe Militar de Myanmar Plantea Dificultades para los Pueblos Indígenas

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Por Dev Kumar Sunuwar 
 

A tempranas horas del 1 de febrero de 2021, mientras Myanmar (antes conocida como Birmania) se preparaba para la primera sesión del parlamento recién elegido desde las elecciones del 8 de noviembre de 2020, sus fuerzas militares tomaron el control del país.  El ejército de Myanmar condujo una redada y arrestó a varios líderes electos, ministros de gabinete, ministros jefe de varias regiones, políticos de la oposición, activistas como el presidente del país, Win Myint; y la consejera de Estado, Aung San Suu Kyi.
 

El golpe militar fue resultado principalmente de acusaciones de fraude electoral durante las elecciones de noviembre de 2020, en las que la Liga Nacional para la Democracia -el principal partido civil del país-, ganó el 83 por ciento de los escaños disponibles en el organismo.  Después del golpe de Estado, el ejército de Myanmar declaró un estado de emergencia e impuso toques de queda que imponían restricciones a las reuniones públicas.  El internet, los servicios telefónicos y las transmisiones de televisión fueron suspendidos; bloqueando el acceso a los medios de comunicación y las comunicaciones.  Los vuelos internacionales fueron suspendidos.
 

En los meses transcurridos desde el golpe de Estado, se han producido protestas masivas en toda Myanmar en oposición a la medida militar.  Algunas de las protestas se han vuelto fatales.  Los informes de los medios revelan que cerca de 1.000 personas han sido detenidas, incluidos altos dirigentes del gobierno civil; muchos se mantienen bajo arresto domiciliario sin contacto externo, y en la mayoría de los casos, se desconoce su paradero.  También hay informes de que decenas de manifestantes han muerto, mientras que muchos defensores de derechos humanos han sido amenazados y han tenido que esconderse. 
 

"Sentí como si el mundo entero colapsaba, todo era caótico y sentía desesperanza", dice Khun Khit San -un joven líder Indígena-, quien compartió una experiencia sobre el 1 de febrero, el primer día del golpe militar. "Hasta que se reanudó el internet, el teléfono y otros medios de comunicación, todo estaba terminado.  El presidente, miembros del parlamento y todos los funcionarios de alto rango fueron detenidos por los militares".


Luego de enterarse del golpe militar, y la declaración de una emergencia nacional de un año desde la estación de televisión Myawaddy -de propiedad militar-, personas de todo el país salieron a las calles condenando el golpe militar. En Myanmar se están llevando a cabo grandes manifestaciones contra el golpe, desafiando el toque de queda y las restricciones puestas en marcha por los militares. No se han visto demostraciones como estas en Myanmar, con una participación cívica tan alta, en décadas. 
 

Myanmar es uno de los países más étnicamente diversos del sudeste asiático, con 135 grupos étnicos diferentes. Los Pueblos Indígenas son reconocidos como "nacionalidades étnicas". Como resultado del desconocimiento intencional del gobierno del concepto internacionalmente reconocido de Pueblos Indígenas, no hay información precisa sobre el número de personas Indígenas en Myanmar. El gobierno afirma que todos los ciudadanos de Myanmar son "Indígenas", y sobre esa base desestima la aplicabilidad a Myanmar de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP); sin embargo, Myanmar votó a favor de la UNDRIP, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007. El gobierno de Myanmar reconoce a ocho grupos étnicos como "razas nacionales": los pueblos Kachin, Karen, Karenni, Chin, Mon, Burman, Arakan y Shan.
 

Los Birmanos étnicos conocidos como los Bamar han disfrutado de posiciones privilegiadas, ocupando la mayoría de las posiciones gubernamentales y militares, mientras que muchos grupos étnicos minoritarios han enfrentado discriminación sistemática, falta de oportunidades económicas, representación mínima o nula en el gobierno y abusos principalmente a manos de los militares.  Myanmar también se considera el hogar de la guerra civil más larga del mundo.  A lo largo de las últimas casi siete décadas, la guerra civil ha tenido lugar principalmente en zonas que son hogar de Pueblos Indígenas, lo que ha dado lugar a masivos abusos contra los derechos humanos de los Pueblos Indígenas; sin embargo, este hecho nunca ha captado mucha atención internacional.  La militarización de muchos territorios Indígenas continúa hasta nuestros días.  Durante décadas, los Pueblos Indígenas han enfrentado detenciones arbitrarias, asesinatos extrajudiciales y otras dificultades durante la dictadura.


Antes de 1948, cuando Myanmar logró la independencia de los británicos, los Pueblos Indígenas habían autoadministrado regiones/estados federados en sus respectivos territorios que ocupaban durante más de un siglo; pero, la guerra civil en Myanmar comenzó apenas un mes después de la independencia del país de Gran Bretaña en 1948.  Más tarde, en 1962, los militares tomaron el poder y gobernaron el país durante más de 70 años.  Durante décadas, decenas de grupos étnicos han tomado las armas contra el gobierno central y el ejército.  La insurgencia étnica ha sido recibida con brutal represión por parte de los militares.  Los Pueblos Indígenas, principalmente en zonas remotas, han experimentado el vivir bajo régimen militar durante décadas y entienden las implicaciones de un golpe militar.  Khun Khit San -un líder juvenil Indígena- fue testigo de la violencia cuando era niño, el enjuiciamiento y la represión por parte de la milicia. 
 

"El poder militar en realidad no es algo nuevo para nosotros y para mí.  Nací en 1988 y desde que nací he vivido bajo el dominio militar.  Tuve que correr mucho cuando estudiaba en la secundaria.  Todavía recuerdo cuando mi padre tuvo que esconderse varias veces.  Los aldeanos fueron duramente golpeados por los militares, sus reservas de alimentos y casas fueron incendiadas.  Hemos perdido a muchos parientes y niños pequeños debido a la represión de la dictadura militar", dice Khun Khit San.  "Vi muchas peleas en mi pueblo, mis padres siempre tuvieron que huir de la violencia.  Vi gente golpeada por los militares.  Estoy tan preocupado por mi futuro y el futuro de mi generación".
 

Desde el gobierno militar de 1962, los Pueblos Indígenas de Myanmar se han enfrentado a innumerables consecuencias del trabajo forzoso, la violencia física y el decomiso de sus propiedades.  Por lo tanto, la gente ha estado harta de las fuerzas armadas durante décadas.  La gente está cansada.  Existe el temor de volver al régimen opresivo bajo el cual alguna vez vivieron.  Personas de todos los ámbitos de la vida están haciendo saber su oposición en las calles ahora.


"Durante esos períodos de gobierno militar, los Pueblos Indígenas de Myanmar se enfrentaron a innumerables violaciones de derechos humanos.  Ni siquiera podemos enumerar la multitud de violaciones como el trabajo forzoso, el desplazamiento, la violencia física y el decomiso de bienes", dijo Mai Thin Yu Mon, activista Indígena de derechos humanos asociada con la Organización de Derechos Humanos Chin.  "Ha pasado un mes desde el reciente golpe militar, han surgido ya varios signos de tales violaciones de derechos humanos a los Pueblos Indígenas.  Es probable que los pueblos indígenas se verán más gravemente afectados por este nuevo régimen militar".
 

Las mujeres Indígenas se encuentran entre las más vulnerables al régimen militar; ellas han experimentado altas tasas de agresión sexual y violación por parte de las fuerzas armadas.  Las mujeres son las que van al bosque a recolectar alimentos y cultivan la tierra.  Cuando están solas nunca están a salvo.  Tal vez sea debido a experiencias pasadas de abusos tan graves contra los derechos humanos que las mujeres Indígenas están liderando el movimiento contra este golpe militar.
 

Desde 2011, año en que comenzó la cuasi democracia, cuando se celebraron elecciones parlamentarias y se hicieron otras reformas, Myanmar ha estado tratando de superar el problema que el público ha tenido que enfrentar durante los últimos 70 años.  El gobierno acababa de empezar a abordar los problemas del desplazamiento de miles de familias y había comenzado a abordar las violaciones de derechos.


Los efectos de la dictadura son sentidos por el público en general de Myanmar, en su mayoría Pueblos Indígenas, y la gente airada está tomando las calles.  Jóvenes de diferentes orígenes también están protestando, y los funcionarios dejaron de ir a trabajar uniéndose al movimiento.  Varios agentes de policía y funcionarios públicos se han unido a las manifestaciones.
 

Los Pueblos Indígenas de Myanmar se han organizado esporádicamente en los últimos 10 años.  Las organizaciones de Pueblos Indígenas han florecido a medida que la gente profundiza en la comprensión de sus derechos, y han comenzado a alzar la voz contra las violaciones a nivel local, nacional e internacional.  Los líderes Indígenas han estado en las listas de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York y Ginebra haciendo oír su voz sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas tanto por los gobiernos militares como seculares.


El 12 de febrero de 2021, la Red de Nacionalidades Étnicas; una alianza de 28 miembros que trabaja por los derechos Indígenas, en su mayoría jóvenes, se unió en una protesta contra el golpe militar y en apoyo de la protesta nacional contra el autoritarismo.  Según Network, el ejército siempre ha sido un actor que ha prohibido a los Pueblos Indígenas lograr la autodeterminación.  Las técnicas militares de "divide y vencerás" entre las diferentes nacionalidades étnicas han creado obstáculos para que los grupos étnicos se unan en cuestiones de tierra, territorio y autodeterminación.
 

Las demandas hechas por los Pueblos Indígenas son diferentes a las demandas hechas por el público en general.  El público en general está exigiendo la liberación de los arrestados, la reanudación de la sesión parlamentaria y la aceptación de los resultados de las elecciones.  Las comunidades Indígenas están exigiendo abolir la actual Constitución de 2008, que según ellas no es democrática en términos de valor y normas; del mismo modo, también reclaman la formación de un gobierno democrático federal con representación igualitaria y significativa de las diferentes nacionalidades étnicas, garantizando el derecho a la igualdad y a la no discriminación.  La Constitución de 2008 fue redactada por militares y los militares aún controlan los poderes legislativo y ejecutivo.


"En los últimos 10 años, la gente, incluyéndome a mí, se sintió liberada.  Pero desafortunadamente los militares retomaron el poder ignorando el poder civil.  Ahora se retira la sensación de liberación, ya se quita la sensación de libertad y dignidad", dice Mai Thin Yu Mon, y añade además:  "Pero hemos tenido la sensación de disfrutar de la democracia desde 2011.  Elegimos a nuestros representantes en el parlamento.  El golpe ha eliminado nuestra representación".
 

En los últimos cinco años, los Pueblos Indígenas se unieron en la lucha por sus derechos, principalmente por el reconocimiento oficial de sus tierras consuetudinarias.  Se inició la redacción del derecho nacional de la tierra, que tenía grandes expectativas; pero ahora, con el golpe de Estado, la esperanza de reconocimiento de los derechos de los pueblos Indígenas y el respeto de sus derechos humanos parece estar desvaneciéndose.


"Tememos mucho, no hay una sola comunidad Indígena que no haya experimentado violaciones de derechos humanos.  Casi todos ellos tuvieron que realizar trabajos forzados, sus tierras fueron confiscadas", dice Mai Thin Yu Mon.  "Los militares atacaron brutalmente a los Pueblos Indígenas como en la guerra civil.  Con este golpe militar, prevemos más violaciones militares en nuestros territorios".
 

Según Mai Thin Yu Mon, el golpe militar es una oportunidad para que los Pueblos Indígenas supriman la Constitución de 2008, y avancen hacia una ley más inclusiva y práctica que garantice el derecho de los Pueblos Indígenas a la libre determinación, la igualdad, la no discriminación, y la participación significativa en el gobierno y en todos los niveles de toma de decisiones.


Al emitir una declaración conjunta el 26 de febrero, 23 expertos de las Naciones Unidas en derechos humanos pidieron al ejército de Myanmar que ponga fin inmediatamente a la violenta represión de las protestas pacíficas contra el golpe, y garantice la libertad de expresión.  También pidieron a la comunidad internacional que siguiera presionando por el respeto de la voluntad del pueblo de Myanmar, y por el retorno pacífico del poder al gobierno civil.


El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, instó a la comunidad internacional a "unirse y enviar una señal clara a la milicia de que debe respetar la voluntad del pueblo de Myanmar expresada a través de las elecciones y detener la represión".


Muchos otros miembros de la comunidad internacional han condenado el golpe y están presionando a Myanmar para que restablezca la democracia.  Del mismo modo, amenazando con imponer sanciones en respuesta al golpe de Estado, Estados Unidos pidió "un retorno inmediato a la democracia".  El Reino Unido también anunció la congelación de activos y la prohibición de viaje a tres generales en Myanmar a principios de este mes, y pidió además poner en marcha nuevas medidas para evitar que la ayuda del Reino Unido ayude indirectamente al régimen militar.  El Consejo de Seguridad de la ONU también ha sido presionado para que en marzo se mantengan discusiones “más intensas” sobre Myanmar.
 

"La comunidad internacional puede responder de muchas maneras diferentes.  En primer lugar, condenando el golpe.  Creo que ese es un ámbito en el que la comunidad internacional puede ejercer presión diplomática y económica sobre Myanmar.  Me gustaría invitar a la comunidad internacional a seguir 'hablando' contra el golpe militar", dice Mai Thin Yu Mon, y añade además que: "También hemos escuchado que vienen sanciones específicas para negocios relacionados con el ejército.  Una sanción económica específica es otra cosa que la comunidad internacional puede hacer; pero debemos tener cuidado porque en el pasado las sanciones no afectaron a los militares, sino que afectaron a la propia gente.  Realmente debemos tener cuidado con este tipo de sanciones".


Los aliados internacionales pueden apoyar la labor de la sociedad civil en Myanmar, ampliando su apoyo moral y financiero para sus campañas en estos tiempos.  La protección y la seguridad ahora y en el futuro para los defensores y activistas de derechos humanos también son necesarias, porque los militares ya han iniciado a reprimir a los activistas.  El paso inmediato es entregar el poder a los representantes recientemente elegidos y restaurar el sistema de gobierno.  Para los Pueblos Indígenas, la lucha continuará hasta que se suprima la Constitución de 2008 y el país se reestructure sobre la base de principios democráticos.


Todas las personas, incluidas mujeres, jóvenes, el público en general, participan intensamente en las protestas.  Debido a que las protestas no tienen líderes individuales, el movimiento es considerado como un verdadero movimiento popular.  Hay un mensaje claro, esta generación no quiere volver a los tiempos oscuros de la dictadura.  Los jóvenes activistas Indígenas están haciendo todo lo posible para asegurar que el país elija el camino de la libertad.  Ellos pueden acceder a la información, conocer sus derechos y, por lo tanto, están saliendo y exigiendo sus derechos.  "Estoy feliz de ver, están construyendo, haciendo networking y uniéndose para luchar por la libertad.  Están comprometidos a no dejar de luchar hasta que los militares renuncien al poder", dice Khun Khit San.  "Nunca nos rendiremos, seguiremos luchando por nuestra libertad, dignidad y por nuestro futuro".