Las vías de agua de Long Island y los estuarios vecinos siempre han transportado más que agua: transportan historia, ceremonia y parentesco. Para los Pueblos Indígenas de esta isla —Shinnecock, Unkechaug, Matinecock, Setalcott, Montaukett y nuestras y nuestros parientes— el mishoon (canoa de tronco ahuecado) ha sido durante mucho tiempo una embarcación de conexión. Tiende puentes no solo entre aguas, sino entre generaciones, enseñanzas y la memoria viva de nuestras y nuestros ancestros.
Cuando hoy volvemos a poner en uso el mishoon, no estamos simplemente reviviendo una tradición antigua. Estamos reparando relaciones que la colonización intentó quebrar: con la tierra, con el agua y entre nosotras y nosotros. Cada quema, cada remada, cada enseñanza compartida es un acto de recuerdo y de resistencia. El trabajo que hoy realizan las y los guardianes culturales en Long Island no es performativo; se vive profundamente. Se trata de llevar la voz de nuestras y nuestros ancestros hacia adelante de la única manera que realmente les honra: practicando aquello que lucharon por preservar.
Con demasiada frecuencia, vemos canoas selladas detrás de vitrinas, etiquetadas como reliquias de Pueblos que supuestamente ya no existen. Pero para las Naciones Nativas costeras, el mishoon está vivo, y también lo estamos nosotras y nosotros. Está hecho para moverse: para sentir el tirón de la marea, para sostener ceremonias, para enseñar a manos jóvenes cómo escuchar al fuego y al agua. Cuando hablamos de reavivar rutas de parentesco, hablamos de restaurar un sistema completo de relaciones. Esas enseñanzas viven en nuestras tradiciones orales, transmitidas de maestra o maestro a estudiante mediante historias, cantos y el tiempo compartido en el trabajo. En la quema de una canoa, en el ritmo de las remadas, en los cantos que se elevan desde el agua, recordamos cómo estar en una relación correcta. Nuestras vías de agua fueron alguna vez nuestras autopistas: nos conectaban con nuestras Tribus hermanas, llevando nuestras lenguas y leyes, nuestras historias y canciones. Traer de vuelta el mishoon es reabrir esos caminos, tanto físicos como espirituales.

Chenae Bullock y Darius trabajando en Peweas Koowa ("Pino Pequeño"). Foto de Rebekah Wise.
El retorno shinnecock al mishoon
En abril de 2025, el Museo Infantil de Long Island me encargó construir un mishoon para su Exhibición de Agua Salada. Para mí, esto fue más que un proyecto: fue una continuidad de la lucha de nuestras y nuestros ancestros por mantener viva nuestra cultura. En territorio Shinnecock, en los terrenos del Pow Wow Shinnecock, levantamos un campamento de mishoon e invitamos a integrantes de la comunidad a participar y a vivir una semana completa de experiencia inmersiva de vida tradicional. Quemamos y dimos forma a Peweas Koowa (“Pequeño Pino”), trabajando junto a mi mentor, Darius Coombs (Mashpee Wampanoag), y Shane Weeks (Shinnecock).
El pino blanco que Coombs cosechó en Massachusetts se convirtió en una embarcación de conexión, un ejemplo vivo de apoyo entre Tribus que sostiene nuestra capacidad de continuar este trabajo en Long Island, donde el desarrollo excesivo ha vuelto escasos estos árboles. Cuando Peweas Koowa se exhibió en el museo, no se presentó como una reliquia del pasado, sino como prueba de nuestra presencia continua. Niñas y niños nativos y no nativos por igual verán que nuestras formas de vida no han desaparecido; están vivas, respirando y regresando.
Durante la construcción, niñas y niños del Shinnecock Boys & Girls Club se unieron a nosotros. Ayudaron a barrer la ceniza, ofrecieron tabaco y escucharon las historias que la canoa lleva consigo. Así es como viven las enseñanzas orales—no solo a través de palabras, sino a través de la experiencia compartida.

Shane Weeks trabajando en la mini quema de Mishoon.
Aprendizaje, mentoría y el poder de las enseñanzas orales
Muy a menudo, las personas ven el trabajo de los estudiantes sin saber siquiera el nombre del maestro. Pero en nuestras tradiciones, son los maestros, los guardianes del conocimiento, los narradores, los que lucharon por transmitir lo que casi se perdió, los que garantizan nuestra supervivencia. Coombs ha construido más de 50 mishoons a lo largo de su vida. Es uno de los pocos ancianos jóvenes que aún porta las enseñanzas orales de este oficio: no sólo cómo quemar y tallar, sino cómo hablar con el árbol, cómo pedir permiso a la tierra, cómo llevar ese respeto al agua. Tuve el honor de aprender con él en lo que hoy es el Plimoth Patuxet Museum, cuando era Director del Wampanoag Homesite. Fui una de las únicas mujeres asignadas al “ámbito de los hombres”, donde se construían los mishoons. Coombs vio en mí no solo habilidad, sino una relación de por vida con el agua, forjada a través de mi experiencia en travesías en canoa por el Noreste, el Pacífico y Canadá. Su confianza en mí reafirmó lo que nuestras enseñanzas orales siempre dicen: el conocimiento está destinado a fluir, no a guardarse. Estas relaciones entre mentor y aprendiz nos recuerdan que cada canoa también es una historia, un aula y una oración.
Weeks —artesano, artista y guardián comunitario de la Nación Shinnecock— ha desempeñado un papel clave como aprendiz, defensor y puente cultural. Participó en la quema de Peweas Koowa como aprendiz constructor de canoas, pero sus aportes se extienden mucho más allá de la embarcación. Facilita sesiones de educación cultural en escuelas, eventos comunitarios y encuentros en toda Long Island. También fundó Ohke Creations, elaborando velas de cera de soya infusionadas con aromas de plantas sagradas y del fuego, tendiendo un puente entre la experiencia sensorial tradicional y el oficio contemporáneo. Su presencia en comités locales ayuda a enlazar el resurgimiento cultural Shinnecock con marcos municipales y regionales.
A través de la mentoría y el trabajo público, Weeks encarna el camino del aprendizaje, llevando al presente, para esta generación, las enseñanzas de quienes le precedieron. En octubre de 2025, presentó el proyecto en el Queens Museum llamado “Of the Earth: Connections”. En este proyecto exhibió un pequeño mishoon en el que trabajamos juntos. Con el tiempo, estas pequeñas embarcaciones pueden conducir a otras más grandes. Pueden dar paso a travesías de costa a costa, remadas estacionales y a una sociedad canoera restaurada en el Noreste, una que recuerde que nunca estuvimos “tierra adentro” en espíritu, sino que siempre fuimos pueblos del agua.

Reginald Bullock transmitiendo sus conocimientos sobre la realización de nudos a Shane Weeks en el campamento mishoon.
Más que simbolismo: recuperar a las y los escasos maestros de tradición oral
En muchas de nuestras comunidades, las y los maestros de la tradición oral son cada vez menos. La colonización intentó silenciar nuestras voces, pero cada quema de mishoon las reenciende. Cada vez que un joven barre las cenizas o escucha una historia junto al fuego, las enseñanzas continúan vivas. Debemos gratitud a quienes siguieron hablando cuando era peligroso hacerlo. No solo transmitieron conocimiento: protegieron nuestra manera de estar en el mundo. Su fortaleza nos da la oportunidad de enseñar nuevamente.
La canoa no es solo un símbolo cultural: es profundamente ecológica y política. Como guardianes, quienes construyen canoas asumen la responsabilidad de seleccionar árboles siguiendo protocolos, cuidar las vías de agua mediante ceremonia y sostener relaciones con la tierra y el agua que la colonización intentó cortar. Remar es afirmar presencia en aguas de las que los Pueblos Indígenas fueron restringidos o excluidos. A medida que se intensifican las crisis del agua, los conflictos por oleoductos y las disputas de derechos, también crece la urgencia del retorno del mishoon. Las travesías en canoa se convierten en ceremonias del agua: se renuevan conexiones entre personas y ecosistemas.
Al revitalizar una cultura viva de canoas, se presentan obstáculos. El acceso a árboles adecuados (especialmente pinos grandes de bosques antiguos), las restricciones legales y territoriales, el financiamiento y el sostenimiento de la mentoría intergeneracional son desafíos reales. En muchos lugares, incluso encontrar personas mayores que conserven un conocimiento técnico o ceremonial completo es cada vez más raro. Aun así, lo que vemos en Long Island es prometedor: construcciones pequeñas como Peweas Koowa que respetan la escala y la viabilidad; colaboración entre Tribus; inclusión de la juventud; divulgación pública y alianzas con museos, financiadores y guardianes de la tierra.
Reavivar rutas de parentesco a través de la cultura del mishoon en Long Island es un camino de resiliencia, memoria y renovación relacional. Bajo el cuidado de maestras y maestros que no solo están reviviendo canoas, estamos reviviendo una arquitectura de relaciones entre personas, agua, tierra, ancestros y generaciones futuras. Que este trabajo continúe, se profundice y se expanda, y que cada remada resuene con el saludo ancestral y la responsabilidad hacia el futuro.

Chenae Bullock y Darius Coombs trabajando en un mishoon. Shane Weeks trabajando en la quema del pequeño mishoon.
Chenae Bullock (Shinnecock) es miembro inscrito de la Nación Indígena Shinnecock y descendiente de la tribu Montauk de Long Island, Nueva York. Es líder comunitaria, defensora del agua, conservadora cultural, historiadora con perspectiva Indígena y humanitaria. También es fundadora y directora ejecutiva de Moskehtu Consulting, LLC.
Foto Arriba: Shane Weeks y Chenae Bullock remando en el viaje inaugural del Peweas Koowa (“Pequeño Pino”). Foto de Rebekah Wise.
Todas las fotos son cortesía de Chenae Bullock.