Más de cuarenta años de activismo por la justicia ambiental, los derechos Indígenas, los derechos humanos, la resolución de conflictos o los procesos de reconciliación han llevado a Pauline Tangiora (Ngāti Rongomaiwahine) de su pequeña comunidad en la península de Māhia de la Isla Norte de Aotearoa (Nueva Zelanda) a lanzarse a diferentes lugares de todo el mundo, como México. En ellos se ha enfrentado a militares con el apoyo de miembros de la comunidad Indígena: Iraq, donde ha consolado a niños víctimas de ataques con armas químicas; a las Naciones Unidas en Nueva York y Geneva, donde apoyó al pueblo San de Botswana, todo ello, mientras apoyaba a su propia gente en la lucha por los derechos a las tierras ancestrales. Aunque hay pocos lugares a los que no ha viajado, Tangiora sostiene que está más a gusto en Māhia: "Cuando bajo el puente del ferrocarril y miro hacia Māhia, pienso: Estoy en casa”.
Tangiora recuerda cómo recibió el llamado de la justicia ante un incidente que experimentó cuando era niña en la escuela primaria. "Un chico estaba tranquilo sentado en el campo tomando su té de la mañana, y dos chicas se acercaron a él y le dieron un puñetazo. Me acerqué a ellas y les dije: Si lo vuelven a hacer, yo les voy a hacer lo mismo a ustedes”. Ella afirma que mantener el equilibrio entre los valores tradicionales y la vida moderna fue fundamental para la supervivencia de su cultura, y lo mismo para la protección del medio ambiente. Tangiora tiene una familia de 14 hijos, 52 nietos y 10 bisnietos. Ella se resistió a recibir un ta moko (marca tribal), hasta que estaba en sus cincuenta, porque entendía la responsabilidad cultural y la importancia asociada a ello. Ta moko es un signo de identidad cultural y un reflejo del resurgimiento del lenguaje y la cultura; tener este signo significa que se tiene una gran responsabilidad al servicio de su comunidad. Los miembros tribales son parte de la solución de conflictos y, aprecian el valor de involucrar a los jóvenes en actividades positivas que les otorguen alguna oportunidad de aprendizaje. Al mismo tiempo, existe un profundo sentido de respeto en la sabiduría y el conocimiento que poseen los ancianos.
Tangiora es una de las tres activistas recientemente galardonadas con el prestigioso Premio Internacional de la Paz de Bremen de la Fundación Schwelle en Alemania. Kate Dewes, que ha trabajado en estrecha colaboración con Tangiora en su papel como directora del Movimiento de Desarme y Centro de Seguridad en Christchurch, Nueva Zelanda, la denomina "la líder kuia (anciana Maorí) en el movimiento por la paz a nivel mundial". Ella es ex presidenta y actual vicepresidenta de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad Aotearoa; ex representante regional de mujeres para el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas; y ex comisionada de la Carta de la Tierra. Actualmente, Tangiora es embajadora del Consejo Internacional de la Tierra y del 13avo Consejo Internacional de Abuelas Indígenas. También es miembro del Consejo Mundial de Futuros, de la Liga de Bienestar de Mujeres Māori, y patrocinadora de la Fundación por la Paz.
A pesar de que es una ciudadana del mundo, en el buen sentido de la palabra, algunos de los mayores logros de Tangiora los ha logrado en su hogar. Māhia es una pequeña comunidad rural, económicamente deprimida en uno de los puntos más alejados al este de la Tierra. Ha habido una larga batalla con la Corona por los derechos a la tierra, debido al abuso en cuanto a sus derechos y la confiscación de tierras tribales. Tangiora fue una de las siete personas que negociaron el reciente acuerdo de $100 millones de dólares neozelandeses y el paquete de asistencia social que vino acompañado con una disculpa formal de la Corona en el 2016. El Tatau Tatau Ki Te Wairoa administra el acuerdo de fideicomiso en nombre de los beneficiarios, del cual forma parte la comunidad tribal de Tangiora, Rongomaiwahine Iwi. Éste es en general un área de pescadores, en donde las ballenas son sagradas para su cultura. Actualmente hay más de 4,000 demandantes a causa de este acuerdo. Hace más de 30 años, Tangiora encabezó esta campaña, la cual fue una batalla especialmente polémica porque la Corona jugó un papel crítico en el estallido de la guerra y fue conocida por su uso de la táctica de tierra arrasada. Finalmente, la Corona reconoció la verdad en dicha táctica, en la cual se quemaron cultivos, ganado y suministros de alimentos. En consecuencia, el trauma generacional e histórico continúa asolando a muchos pueblos tribales.
El acuerdo sobre los derechos a la tierra ha demostrado tener recompensas más allá de lo meramente financiero: a medida que los problemas económicos han disminuido para las familias, los niños han comenzado a explorar su historia desde una perspectiva Indígena. El pasado es recordado, pero no se vive en él. Los ancestros son honrados y venerados por su papel, especialmente Te Whiti o Rongomai, un líder espiritual maorí y fundador de la aldea de Parihaka en la región Taranaki de Nueva Zelanda, quien le dio al mundo el enfoque de resistencia pasiva para combatir la injusticia, adoptada por Mahatma Gandhi. Un renovado sentido de orgullo cultural indica cierto progreso. Durante estas negociaciones, los Rongomaiwahine se vieron obligados a interactuar con los Iwi y Hapū (divisiones de Iwi) de Te Rohe o Te Wairoa, a pesar de las diferencias entre ambos. "Somos un Iwi con plenos derechos, por lo que fue un proceso difícil trabajar juntos", dice Tangiora. Ella agrega: "Es hora de seguir adelante. No podemos dejar que el resentimiento gobierne nuestras vidas nunca más. Pero se debe contar la historia de por qué los maoríes sienten resentimiento después de que sus tierras fueron confiscadas. Los Pakeha (neozelandeses blancos) al parecer piensan que ahora tenemos mucho dinero, pero ese dinero debe usarse con prudencia. Los fideicomisarios deciden sobre la manera en que la gente quiere usar el dinero para su propia gente”.
Otra parte del trabajo de Tangiora ha sido su trabajo en el sistema penitenciario durante casi 50 años. Fue pieza clave en la obtención de libros para prisioneros en las cárceles y ha trabajado como defensora de los derechos de los niños maoríes que han estado bajo el cuidado del Estado. "Lo que me preocupa es la gente que ha estado allí durante 20 o 25 años, sin ningún contacto", dice ella. "La prisión es un lugar terrible a donde ir, pero también es un lugar de esperanza. No importa si alguien en tu familia ha hecho algo; no puedes abandonarlo. Es bueno que piensen que son lo suficientemente importantes para alguien como para que este alguien los visite y les escriba todas las semanas. Hace mucho tiempo, le envié una tarjeta a un hombre en prisión. Años más tarde, un oficial me dijo: ¿Sabes que este tipo, lleva la tarjeta que le enviaste hace 20 años en una bolsa de plástico en el bolsillo, y a veces se le ve sentarse afuera y leerla? Más de la mitad de los 8,000 presos actualmente encarcelados en Nueva Zelanda son hijos de maoríes. Debido a los efectos persistentes de la colonización, la mayoría tiene problemas con la alfabetización, tiene problemas con abuso de substancias o provienen de familias disfuncionales con altas tasas de desempleo.
Dada la riqueza de su experiencia y el alcance de su trabajo, no sorprende que Tangiora sea una oradora y una representante muy solicitada en conferencias y foros en todo el mundo. En este escenario global, comparte la sabiduría y el conocimiento tradicional de los maoríes, mientras aprende y comparte prácticas de otras comunidades que están experimentando problemas similares. Lo que la hace seguir adelante es su pasión por dejar el mundo como un mejor lugar para los niños y sus nietos. "Trabajar por la paz es un trabajo duro. Pero también hay muchas cosas maravillosas: la amabilidad, la bondad, la calidez de las personas, y la confianza que depositan en mí". Cuando se dirige a los niños del mundo, Tangiora les anima, "Si tienes un sueño, debes llegar allí, pero no será posible sin trabajar duro. Si el mundo se apoyara mutuamente, sería un lugar mejor.
-Kim Langbecker es un productor de eventos y consultor de desarrollo estratégico que trabaja con organizaciones de beneficios sociales. Además, es socio en Terra Global Solutions, una corporación social con fines de lucro que ofrece soluciones para un futuro sostenible.