El siguiente artículo es un extracto de dos capítulos de la reciente publicación “Archipiélago de la Esperanza” (2017) de Gleb Raygorodetsky, un viaje global esclarecedor que revela la manera en que los vínculos inextricables entre las culturas indígenas y sus territorios son la base de la resiliencia para el cambio climático en todo el mundo. Los territorios tradicionales indígenas son islas de diversidad biocultural en un mar en constante crecimiento de desarrollo y urbanización. A medida que entramos en la época del Antropoceno, son un "archipiélago de esperanza", ya que aquí radica la mejor oportunidad de la humanidad para recordar nuestras raíces y la manera de cuidar la Tierra. Estas comunidades están implementando soluciones creativas para enfrentar estos desafíos modernos, soluciones que son relevantes para el resto de nosotros.
Un número cada vez mayor de expertos están de acuerdo en que la roza y quema es posiblemente una de las formas más sostenibles de agricultura conocidas por el hombre. Para aprender más sobre esta antigua práctica, viajé al norte de Tailandia, donde los indígenas Karen y sus socios en la investigación han demostrado que la agricultura de rotación, les ayuda a adaptarse al cambio climático y mitigar sus impactos, algo de la que todos nos beneficiamos.
"Hemos cosechado tres mil jarras [mil quinientas libras] de miel silvestre este año", nos cuenta Chaiprasert Phokha, mostrándose orgulloso y con una sonrisa satisfecha que se extiende en todo su rostro. "Todo proviene de las abejas silvestres que viven en la selva alrededor de nuestra aldea", nos explica Phokha, con la ayuda del Dr. Prasert Trakansuphakon, mi guía y traductor y quien me trajo a Hin Lad Nai, una comunidad indígena de Pgakenyaw Karen, en el norte de Tailandia. Aquí, los del pueblo Karen mantienen vivas sus tradiciones sobre el uso de la tierra, a pesar de los intentos del gobierno de prohibirlas, argumentando que sus prácticas supuestamente empeoran el cambio climático. Los Karen han estado colaborando con investigadores como Trakansuphakon, para demostrar todo lo contrario, que sus tradiciones son buenas para la biodiversidad, la economía local, la seguridad alimentaria y que son una estrategia viable para la mitigación del cambio climático.
Trakansuphakon ha estado trabajando con la comunidad de Hin Lad Nai, ayudándoles a documentar sus conocimientos ecológicos tradicionales. Al mismo tiempo, traía estudiantes de licenciatura e investigadores de la Universidad de Chiang Mai para estudiar las prácticas de uso de la tierra de los Karen.
Según Trakansuphakon, se espera que el clima en Tailandia se vuelva más cálido. Los veranos serán más largos y los inviernos más cortos. Durante la estación húmeda, la lluvia ya no caerá con tanta frecuencia, será más un torrente que una lluvia. La cantidad total de lluvia probablemente se mantendrá igual todos los años, pero no se distribuirá a lo largo de la temporada de una manera tan predecible como en el pasado. Un aumento de las fuertes tormentas, las inundaciones y los deslizamientos de lodo provocarán una mayor erosión, especialmente en áreas deforestadas. Después de tales aguaceros e inundaciones, el suelo sobresaturado no puede absorber toda el agua estancada, creando un caldo de cultivo fértil para los mosquitos, lo que lleva a un aumento de las enfermedades, como la malaria y la fiebre del dengue. Al mismo tiempo, los períodos de sequía serán más largos e intensos, devastando la agricultura arrocera de Tailandia, el tercer mayor productor mundial de arroz.
Presionados por el gobierno a renunciar a sus tradiciones agrícolas de subsistencia en favor de la agricultura intensiva de cultivos comerciales como el arroz con cáscara y el maíz, muchos agricultores rurales de la región apenas pueden ganar lo suficiente para alimentarse. Asimismo, se ven obligados a devolver los préstamos por la compra de semillas, pesticidas y fertilizantes para la siembra de estos cultivos comerciales. Cuando los agricultores cambian a la agricultura intensiva centrada en pocos cultivos comerciales de alto rendimiento, abandonan la diversidad de cultivos tradicionales que los ha mantenido en el pasado, y les ha permitido mantenerse resistentes a los cambios pendulares en el clima. Cuando los cultivos intensivos fallan debido a eventos climáticos extremos, como inundaciones, sequías, granizo y tornados, los agricultores tienen pocas opciones disponibles para subsistir. Incapaces de cultivar sus propios alimentos y al tener que pagar sus préstamos, muchos agricultores abandonan la agricultura y se mudan a la ciudad, en busca de empleos serviles para mantenerse a sí mismos y a sus familias.
La gente de las aldeas han estado cuidando y cosechando el té Assam durante generaciones a pesar de varios intentos del gobierno de introducir el té oolong, más rentable pero también demandante de fertilizantes. Las flores de árbol de té de Assam son muy valoradas al igual que las hojas de té, que se secan y se venden.
Pero aún más valioso es su papel en la atracción de abejas silvestres. Tres tipos de abejas silvestres viven en el bosque de Hin Lad Nai, nos explica Phokha. Las abejas gigantes kenae enyesan sus panales sobre gruesas ramas en lo alto del dosel. Las de tipo kwae, de tamaño mediano, esconden las suyas en cavidades subterráneas o árboles viejos. Y las pequeñas kenae pho, las abejas sin aguijón, construyen panales en el interior de los troncos de bambú. Tradicionalmente, los Karen solo recolectaban miel de las colonias de las gigantes abejas kenae. Los cazadores de miel trepan de cincuenta a sesenta pies de alto sobre un árbol, para cosechar el dulce néctar del bosque. Pero hace varios años, una familia local de Karen decidió probar la apicultura con abejas silvestres locales. A lo largo de un sendero forestal, instalaron colmenas hechas de pequeños troncos huecos de árboles locales. Para tentar a las abejas kwae salvajes a establecerse en las colmenas, untaron el interior de los troncos con la cera de abejas de los panales kwae salvajes. El experimento fue un éxito, y hoy la mayoría de las familias de Hin Lad Nai sacan decenas de colmenas a lo largo de senderos forestales, cosechando cientos de libras de miel silvestre cada año. Guardan algo para sí mismos, pero venden la mayor parte en el mercado, poniendo el 10 por ciento de sus ganancias en un fondo comunal que respalda diversas actividades comunitarias. Entre éstas, comprar un camión para entregar té cosechado, una planta cercana de procesamiento, y pagar los costos de limpieza de un cortafuego alrededor del bosque de Hin Lad Nai.
El paisaje de donde proviene la miel silvestre de Phokha ha sido manejado por los Karen durante generaciones, siguiendo la tradición de cultivos rotatorios. Éste es un antiguo conjunto de prácticas agrícolas que implica limpiar parcelas de bosque para plantar cultivos durante una o dos temporadas, y dejar que el bosque circundante vuelva a crecer, antes de repetir el ciclo. Hoy en día, las colinas boscosas de Hin Lad Nai parecen tan verdes como las laderas del Parque Nacional Khun Chae que recorrimos en nuestro viaje hasta aquí: vegetación espesa con gran diversidad, árboles de diferentes tamaños y siglos de historia bajo los salientes de las montañas. La aldea de Hin Lad Nai es reconocida por el gobierno de Tailandia como un modelo de estilo de vida con un bajo consumo de carbono y respetuoso con el medio ambiente. Sin embargo, la mayoría de los expertos medioambientales tailandeses y funcionarios del gobierno continúan considerando el cultivo rotatorio con reprobación para la conservación de la biodiversidad y ecosistemas saludables.
Las imágenes gráficas de árboles cortados y tierra quemada nos impresionan fácilmente. Nuestra reacción visceral, en gran medida fruto de la desinformación, es pensar que cualquier tradición de uso de la tierra que conduzca a una devastación tan evidente son prácticas retrógradas y primitivas que deben abandonarse. La agricultura de tala y quema es el término despectivo peyorativo comúnmente utilizado que personifica la naturaleza supuestamente atroz de la agricultura de la roza y quema.
Las autoridades tailandesas consideran que las tradiciones Karen de cultivos rotatorios son el tipo de uso de la tierra más primitivo e insostenible. Parece improbable que un bosque tan "mal usado" pueda proporcionar un hábitat adecuado para cualquier criatura, y mucho menos para polinizadores tan ambientalmente sensibles como las abejas. La miel que tengo en la mano, sin embargo, me dice una historia diferente sobre la agricultura por rotación, y sobre los Karen como administradores de esta tradición eterna. Es la historia de un bosque con suelos ricos y abundante vida silvestre, incluyendo ese indicador clave de un ecosistema saludable: las abejas silvestres. Una multitud de cosas deben unirse para llenar los frascos de vidrio de Phokha con la sabrosa miel salvaje: la luz solar, el agua y el suelo deben proporcionar energía y nutrientes para que las plantas crezcan; las abejas silvestres, un importante bioindicador de la salud ambiental, deben polinizar las flores; y la vida silvestre y las aves necesitan comer y distribuir la fruta y las semillas, enriquecer el suelo y articular el bosque de manera infinita. Para que la selva tropical de Hin Lad Nai goce de buena salud, ésta intrincada danza debe tener lugar año tras año, a pesar de la tradición Karen de la agricultura por rotación. ¿O es que acaso podría ser gracias a ello?
"Para que las abejas silvestres logren hacer bien su trabajo, el bosque debe tener mucha sombra de árboles grandes y pequeños de diferentes edades. Todo depende del año, por supuesto. A veces hay más miel, y a veces hay menos. Pero todos los años conseguimos cosechar y vender", nos explica Phoka. "Nuestros vecinos en el valle de al lado, sin embargo - continúa Phokha, señalando hacia la ventana- decidieron inscribirse en un programa de desarrollo rural del gobierno y convirtieron la mayor parte de su bosque, en campos para el cultivo intensivo de maíz para la venta. En el pasado, nunca rociaban pesticidas o fertilizantes en sus campos, como nosotros. Pero ahora, su suelo es tan pobre sin el proceso de roza y quema que deberían hacerlo. No quedan abejas salvajes allí".
Trakansuphako completa la explicación de Phokha: "La agricultura intensiva convierte permanentemente la selva tropical en extensos campos de maíz o plantaciones de palma aceitera, creando zonas muertas. El bosque de Hin Lad Nai, por otro lado, se ha mantenido notablemente saludable, a pesar de siglos de rotación de cultivos. Y, en un momento en que el número de abejas melíferas está disminuyendo en todo el mundo, las abejas silvestres locales están prosperando". Parece que la visión despectiva convencional de la agricultura por rotación, promovida por los burócratas del gobierno y las agencias de desarrollo, no refleja la verdadera naturaleza de esta tradición.
Reimpreso de The Archipelago of Hope por Gleb Raygorodetsky, publicado por Pegasus Books, © Gleb Raygorodetsky. Extraído con permiso del editor. Todos los demás derechos reservados.