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La equidad de género desde los principios propios y las realidades Indígenas Kichwas

 

El debate sobre la equidad de género no se inició sólo en occidente. Dentro de los Pueblos Originarios andinos, los pueblos Kichwas tienen conceptos propios que exploran la energía femenina, masculina y los roles de género, principios que son enfrentados por la extensa internalización del colonialismo y cristiandad por muchas comunidades Indígenas.


“Es importante repensar el término 'género' como una tendencia occidental y antropocéntrica; para muchos eurocéntrica”, expresa la antropóloga Sammia Quisintuña (kichwa Chibuleo-Salasaka).  Los Pueblos Indígenas de América Latina tienen registros de hace decenas de miles de años antes de la era común. Su propia historia, características territoriales y cosmovisión enriquecen el discurso sobre género y amplían el espectro del debate mediático predominante. 


Yanantin es el principio de la dualidad complementaria. “Es pensar en el runa (persona Indígena) no solo desde sus partes genitales, sino también incluir a toda la Pachamama y sus entes sintientes”, afirma Quisintuña. Hablar de la dualidad complementaria entonces es entender la existencia de dos energías (masculina y femenina) que pueden coexistir en equilibrio en un mismo ser. El ejemplo simbólico más evidente es la chakana (cruz inca) que en su estructura se puede observar la energía masculina y femenina y simboliza la dinámica entre el universo y la vida que contiene. Para los pueblos andinos este símbolo representa el ciclo vital y por lo tanto es el reflejo de cómo se concibe el mundo.


El Yanantin también nos dice que estas energías están presentes en los seres humanos, animales, plantas, montañas y seres que nos rodean: “todas las entidades tienen esa energía en cierta medida y porcentaje”, dice Quisintuña. Quisintuña es del pueblo de Salasaka, un territorio cobijado por naturaleza y lugares sagrados.  Es común ver ceremonias y ritos personales en estas montañas, en búsqueda de favores de la Pachamama, e incluso se le atribuyen características de género. El mundo andino también reconoce un tercer género, kari-wami. Kari warmi es similar en principio al chacha-warmi (conceptos complemetarios masculino/femenino), afirmando que hubo realidades precolombinas en el cual los papeles de géneros no eran tan marcados ni segregados.


Dentro de estos registros históricos precolombinos, está la existencia de mujeres caciques y curacas (en el imperio incaico, jefe o gobernador) mujeres que podían dirigir una comunidad. Estas son autoridades que dirigen la comunidad administrativa y política, ambas en tiempos precolombinos y de conquista. A la vez, mantenían marcadas y amplias prácticas patriarcales en las comunidades que continúan en la actualidad. Quisintuña señala que eso se refleja en papeles de género como el cuidado de los hijos, siendo exclusivamente dominante de las mujeres, y en el papel de la autoridad paternal dentro de la familia. 


Hace 20 años era impensable que una mujer fuera miembro del Cabildo (líder de la comunidad), una posición ocupada histórica y exclusivamente por los hombres, pero los procesos colectivos han cambiado y ahora mujeres están reclamando estos espacios. Poco a poco, las mujeres han sido escogidas para dirigir comisiones, proyectos y tener la mayor dignidad de presidente del cabildo. Esta persona debería gozar de apoyo, respeto y mucha integridad dentro de la comunidad.


Hoy en día, todavía es un tabú hablar de diversidades sexogenéricas en muchas comunidades kichwas. “Van a contagiar a todos, nos vamos a desaparecer, es como una enfermedad, nos vamos a extinguir”, son frases comunes que Quisintuña ha escuchado en territorios Indígenas y en una marcada mayoría en su pueblo “warmi es warmi y kari es kari” (una mujer es una mujer y un hombre es un hombre).


En la historia de los Pueblos Indígenas en Abya Yala, es necesario reconocer y celebrar la existencia de gente sabia con ambas energías, masculina y femenina quienes han sido parte de las comunidades. “Es importante pensar y discutir sobre ellos, pensar en cómo pueden trabajar hoy; ya no somos como antes. Nuestro Ayllus (familias o comunidades) no son pequeñas, no tenemos economías agrarias, y hay muchos Indígenas en las ciudades”, dice Quisintuña. El cambio se derivará solamente de un honesto reconocimiento de la realidad.


Foto superior: Sammia Quisintuña. Tiene una maestría en Antropología del Centro de Investigación y estudios superiores en Antropología Social en México.

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