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Lo que falta en Yakutsk: Voces Indígenas Ausentes de la Conferencia Oficial sobre Lenguas Indígenas

Rising sun in Yakutsk, Siberia, Russia

La verdad es que fue el mejor y el peor de los tiempos. Primero, las buenas noticias: la presión bajo el antiguo sistema soviético contra las prácticas religiosas locales se ha relajado y la celebración chamánica del solsticio de verano volvió a estar de moda. Me sorprendió sentirme como en casa. Las personas de la tribu de zOyaha, también nos identificamos como la Gente del Sol. La extravagante celebración de los bailes de las grullas blancas me recordó a nuestras propias canciones ceremoniales que tienen como origen a las grullas. La gran multitud de decenas de miles de observadores y el tono de la presentación fue algo incómodo; algo llamativa y carnavalesca. Sin embargo, fue hermoso escuchar los cantos de los líderes chamánicos en sus idiomas nativos a través de los altavoces.

El problema surgió alrededor de la conferencia oficial sobre los idiomas aborígenes para celebrar el Año Internacional de las Naciones Unidas de Lenguas Indígenas (IYIL) en Yakutsk, Siberia, Rusia, que a priori iba a ser un éxito. La reunión se llevó a cabo en un lugar a ocho horas de vuelo al este de Moscú, en la ciudad más septentrional de Siberia, donde todos los edificios están elevados sobre el suelo debido a las condiciones de perma hielo en la región. Yakutia es una tierra de Pueblos Indígenas y caballos extraordinarios, que se han adaptado a sobrevivir con 60 grados (Fahrenheit) bajo cero. Es un lugar donde pudimos disfrutar de los alimentos tradicionales como la leche agria de caballo llamada kumis y carne de caballo en cada comida. Estábamos tan al norte que el cielo de la noche nunca se oscureció por completo, y el sol se abría paso en el horizonte antes de 3 a.m. para saludar al nuevo día. Para mí fue un gran privilegio estar allí y participar en esta conferencia.

La reunión fue un encuentro internacional de lingüistas, antropólogos, filólogos y estudiantes de religión, lenguas y culturas Indígenas; incluyendo estudiantes miembros de diferentes naciones aborígenes Este importante evento en el IYIL fue un éxito en todos los aspectos, excepto en uno: las voces aborígenes estuvieron casi ausentes. Eso no quiere decir que las voces no Indígenas no tengan nada que ofrecer, sino dejar en claro que las voces más críticas, las más trascendentes, son las de los miembros de la comunidad Indígena, quienes son guardianes de una sabiduría trasmitida a través de sus propias canciones, historias, bailes y oraciones. Lo más singular en el desarrollo de los acontecimientos, es el haber presionado durante 16 años para conseguir celebrar el IYIL, con el objetivo de proporcionar un enfoque real para el futuro de las lenguas Indígenas y escuchar las voces aborígenes cuya presencia fue casi inexistente (aunque su participación sea necesaria para reclamar nuestro legítimo espacio en los foros internacionales).

 

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Participantes en la conferencia de idiomas que asistieron a la celebración del Solsticio de Verano (de izquierda a derecha) Andrey Petrov, Ph.D., organizador de la delegación norteamericana, Universidad del Norte de Iowa; Richard Grounds, Ph.D. (Yuchi/Seminole), Olga Timofeeva-Tereshkina (Dolgan); y Norma Shorty, Ph.D. (Tlingit).

 

A medida que las reuniones de todo el día seguían, yo esperaba escuchar alguna una voz Indígena en la sala; sin embargo, me deleité escuchando los detalles de los nombres de lugares y las conexiones de la filología en diversas comunidades Indígenas en un interminable sin fin de minucias. Si bien estos detalles parecían representar una profunda fascinación para los moderadores y la mayoría de la audiencia, a mí me parecieron completamente irrelevantes. El objetivo del IYIL era elevar el conocimiento y la conciencia de las lenguas y perspectivas aborígenes para preservar y mantener esos idiomas vivos dentro de las comunidades Indígenas a fin de garantizar que sus canciones, historias y bailes continúen siendo escuchados por las generaciones futuras. No obstante, las voces aborígenes no se escuchaban en esa reunión.

Una noche en el hotel, llamé aparte a un pequeño grupo de participantes Indígenas y no Indígenas para compartir mis preocupaciones sobre lo que faltaba. Según mi criterio, era completamente espantoso que las voces aborígenes estuvieran ausentes en la sala, pero no estaba seguro de que los no Indígenas, ni los eruditos aborígenas fueran conscientes de la relevancia de esta ausencia. Nuestra conversación giró sobre la cuestión de que, si los miembros de estas comunidades querían que su voz se escuchara en Siberia, o si era una prerrogativa aceptada de la comunidad académica para hablar en su nombre. Nuestro debate fue intenso, pero, aun así, la participación fue de buena fe y duró hasta que el sol de medianoche casi se había puesto en esta lejana latitud norte a la 1:30 a.m.

La postura de mayor rechazo, según mi punto de vista, vino de una brillante lingüista rusa en edad de jubilación, que expuso su intencionada perspectiva acerca de las comunidades aborígenas y sus idiomas. Había pasado toda una vida documentando lenguas Indígenas, y lo que tenía que decir era claramente molesto para ella. No era mi intención cuestionar su carrera profesional, sino cuestionar el sistema general de colonialismo intelectual que estaba aplastando las lenguas aborígenas en Siberia y en todo el mundo. Mi empeño para dar mayor relevancia a las opiniones de la comunidad aborigen fue percibido de alguna manera elitista, y que solo estaba hablando desde mi propia experiencia, sin respetar la actitud local de los miembros de la comunidad aborigen. La lingüista insistió en que los miembros de la comunidad Indígena querían compartir su conocimiento del idioma con los lingüistas para poder escribirlos en libros, artículos y diccionarios; y que sólo de esta manera se preservaría su conocimiento para las generaciones futuras. Respondí que ello era un claro ejemplo de una forma de hacerlo, pero que sólo se ha manifestado debido a las extremas condiciones coloniales a las que las comunidades han sido sometidas por generaciones. Esto es el resultado directo de la supresión extrema de las lenguas y culturas aborígenas. Este extraño consentimiento al proyecto intelectual colonial por parte de los miembros de la comunidad Indígena, fue en sí mismo un artefacto de ese proceso colonial.

 

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Mi argumento se centró en algo que escuché de nuestros mayores, sobre que nuestras lenguas Indígenas son regalos del Creador, que son marcadores especiales de quiénes somos Pueblos Indígenas. El caso que yo estaba planteando es que nuestras lenguas están vivas y son intensas, pero al mismo tiempo frágiles. Y dado que nuestros idiomas son algo poderoso -según la comprensión tradicional- es mejor que algo poderoso se guarde en lugar de convertirse en un juguete para extraños en la práctica del colonialismo intelectual, donde solo los académicos tendrán acceso efectivo a estos materiales de los idiomas aborígenas. En mi opinión, esto sería el peor resultado posible en la lucha contra la dominación colonial, el terminar encallados en la trampa colonial de lo puramente académico, en lugar de vivir las lenguas en nuestras comunidades Indígenas. Sería un trágico resultado colonial, como –precisamente- el resultado final del proyecto colonial.

Si bien la perspectiva y actitud intencionada de la erudita mayor hacia las comunidades Indígenas era de alguna manera respetable, la joven erudita Indígena que tomó parte de esta intensa discusión me molestó mucho. Ella era una madre joven que hablaba su idioma nativo. Sin embargo, en una equivocada misión colonial, estaba dedicando su carrera académica a editar un diccionario de su idioma. 

Mientras producía este diccionario, simplemente no podía hablar en su lengua materna al mismo tiempo a sus propios hijos en su propia casa. La naturaleza escandalosa del proceso académico aparentemente benigno solo podría aclararse presumiendo que los académicos hablaran con la voz de los Pueblos Indígenas. Esto es realmente increíble, luego del 2019, en el Año Internacional de las Lenguas Indígenas de la ONU.

Esperamos una expansión del IYIL para que esta década se convierta en la de las lenguas Indígenas. Debemos asegurarnos de que el protagonismo en la Década de las Lenguas Indígenas sea de los aborígenes. Lo fundamental de enfocarse en estas lenguas es tratar de que crezca el número de nuevos hablantes de nuestras lenguas en peligro de extinción. No se trata de documentar nuestros idiomas como un fin en sí mismo como parte de un proyecto en curso del colonialismo intelectual, el cual ha cambiado poco el enfoque de las bases lingüísticas durante los últimos dos siglos. Esto hace que la lingüística sea quizás la disciplina académica más colonial en la faz del planeta. No ha respondido al impulso de los derechos y las culturas aborígenas y que se les otorgue el debido respeto a estas lenguas, en sus propios términos.

Mis observaciones en el contexto siberiano no se dan aquí como un caso único; ya que son representativas de desafíos Indígenas globales más amplios, mientras trabajamos para mantener vivos nuestros idiomas originales en el contexto de los estados nación, que han operado dentro de un paradigma colonial durante siglos. Tal y como Miriam Yataco, activista lingüística de Lima, Perú, que habló en la reciente Conferencia IYIL en la Universidad de Purdue, insistió: “La protección y revitalización de las lenguas Indígenas del mundo y de América Latina debe estar en manos de las comunidades aborígenas. Los Estados tienen que tomar medidas para la creación inmediata de grupos de consulta vinculados a las comunidades de hablantes, quienes se harán cargo del futuro de nuestros idiomas, para que la creación e interpretación de las políticas de derechos lingüísticos se evalúe e implemente, especialmente con la voz de los consejos tradicionales de ancianos en las comunidades”.

--Richard A. Grounds, Ph.D. (Yuchi y Seminole) es presidente del Caucus Global de Lenguas Indígenas, se ha desempeñado como experto para la región de América del Norte en la reunión del Foro Permanente de Asuntos Indígenas de las Naciones Unidas sobre Lenguas Indígenas en 2016 y es director ejecutivo de la Casa Yuchi.

Imagen principal: Sol naciente capturado en las ceremonias del Solsticio de Verano en Yakutsk, Siberia, Rusia.

Todas las fotos por Richard A. Grounds.

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