Ellas viven cientos de millas lejos, pero comparten un destino en común: son mujeres de las comunidades Indígenas de Batwa, Tepeth, Ik, y Benet de Uganda. Todos son residentes de la montaña viviendo en la periferia de los bosques que una vez llamaron hogar. Ellos y sus familias fueron desplazados a la fuerza sin compensación. Aun así, estas comunidades tienen fuertes conexiones económicas, culturales y espirituales a esas tierras, las cuales no han sido totalmente concedidas por los regímenes de gestión de áreas protegidas. Desamparados en sus propios hogares, las minorías étnicas, incluyendo a los Pueblos Indígenas en Uganda carecen de acceso y control de activos productivos, especialmente la tierra. Siendo una mujer Indígena, he tenido que luchar por tener una educación significativa. He tenido que trabajar en las casas de comunidades dominantes, he estado presente cuando nuestros hogares en el bosque fueron incendiados. He derramado lágrimas.
La Constitución de la República de Uganda no reconoce a los Pueblos Indígenas como un grupo diferente de personas. Hay un vacío entre la manera en que el gobierno ugandés percibe el termino Pueblos Indígenas y la manera en que es empleado por las agencias de las Naciones Unidas y la Comisión Africana. Para reconocer la multi etnicidad del país, la Constitución de la República de Uganda de 1995 define a los Pueblos Indígenas como los 65 grupos étnicos que existían hasta el 1 de febrero de 1926. El Grupo de Trabajo de la Comisión Africana sobre Poblaciones/Comunidades Indígenas identifica a los Pueblos Indígenas como pueblos cuyas “culturas y formas de vida difieren considerablemente de la sociedad dominante y cuyas culturas están bajo amenaza, en algunos casos al punto de extinción”.
Los Pueblos Indígenas en Uganda sufren discriminación ya que son consideradas como menos desarrolladas y menos avanzadas que otros sectores más dominantes de la sociedad. A menudo viven en regiones inaccesibles, están aislados geográficamente, y sufren de varias formas de marginalización, tanto política como socialmente. Están sujetos a la dominación y explotación en las estructuras políticas y económicas nacionales que son comúnmente diseñadas a reflejar los intereses y actividades de la mayoría nacional. Esta discriminación y marginalización no solo viola los derechos humanos de los Pueblos Indígenas, sino que también amenaza la continuación de su cultura y formas de vida y les impide poder participar genuinamente en las decisiones concernientes a su propio futuro y maneras de desarrollo.
A pesar de la injusticia en común que enfrentan los Pueblos Indígenas, las mujeres de estas comunidades trabajan bajo otro sistema de gobernanza discriminatoria: el patriarcado. Se les prohíbe acceder a los recursos forestales por parte del gobierno moderno y el gobierno moderno les prohíbe el acceso a los recursos forestales y las normas, valores y creencias tradicionales les limitan el derecho a tomar decisiones con respecto a los recursos del hogar. Cuando le pregunté a Janet, del Pueblo Indígena de los Benet qué tan fácil era manejar la vida como mujer Indígena, esto fue lo que dijo: “Es una tragedia múltiple. Todos, incluyendo nuestros propios hombres y gobiernos, se aprovechan de nosotras. Incluso de adultas, no podemos hacer nada sin pedir permiso. Los Bamasaaba (comunidad dominante vecina) nos consideran públicamente como humanos de segunda categoría”.
Desde la primera Conferencia de Río sobre el Desarrollo Sostenible en 1992, muchos hombres Indígenas han perdido la prestigiosa posición de sostén de la familia y han sufrido un golpe en su identidad masculina. A medida que los hombres hunden sus frustraciones en el alcohol, someten a sus mujeres e hijos a la violencia doméstica. Cuando se les preguntó cómo sobreviven desde que fueron forzosamente desplazados de sus hogares en el bosque, Dina Nyirarukundo, una mujer del Pueblo Indígena Batwa, respondió: “Volvemos a escondidas al bosque para cosechar frutas, tubérculos, miel y otros alimentos. Cuando nos atrapan, nos golpean y, a veces, nos encarcelan. Hemos sido convertidos en ladrones de nuestra propia herencia”.
El Apoyo para Mujeres en Agricultura y Medio Ambiente (SWAGEN por sus siglas en inglés), trabaja para crear grupos comunitarios de base sólida, capaces de participar activamente y contribuye significativamente a la corriente principal del desarrollo nacional e internacional para un desarrollo social, económico y ambientalmente sostenible equitativo y sensible al género que garantice una vida digna para todos. SWAGEN está implementando un proyecto para fortalecer la capacidad de las mujeres Indígenas para conservar su identidad y participar activamente y beneficiarse de los programas gubernamentales.
SWAGEN encargó un estudio para comprender hasta qué punto los marcos políticos, legales e institucionales crean oportunidades para la participación de los Pueblos Indígenas en los programas de gobierno. El estudio descubrió que Uganda se ha adherido a varios instrumentos legales internacionales que obligan al Estado a respetar los derechos de las minorías dentro de sus fronteras. Estos incluyen la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007). Estos compromisos se refuerzan con la Constitución Nacional y las políticas y leyes nacionales. A pesar de estos compromisos, la política no se traduce en la práctica y los Pueblos Indígenas siguen marginados.
En SWAGEN velamos porque las mujeres Indígenas construyan su conocimiento Indígena y lo adapten a condiciones cambiantes. Los Batwa son conocidos por dedicarse a la alfarería para hacer utensilios. Con la llegada de plásticos baratos que compiten con los utensilios de barro tradicionales, y animamos a las mujeres Batwa a hacer estufas de barro para cocinar. Las estufas ahorran combustible y conservan el medio ambiente, y pueden ser vendidas para que las mujeres obtengan ganancias. En SWAGEN también nos involucramos en la promoción de políticas favorables para la agricultura familiar. Ponemos especial atención al empoderamiento de las mujeres en la soberanía alimentaria para poder asegurar el derecho a la gente ugandesa de escoger qué comer y cómo producirlo. Luchamos contra la adopción general de los transgénicos como una solución a la hambruna mundial y a la escasez de alimentos precipitados por el cambio climático, la apropiación de tierras, y el uso de agroquímicos para el control de plagas y malezas. Abogamos por la agricultura ecológica sobre la agricultura industrial y química mejorada para promover sistemas localizados de producción agrícola que apoyen las economías descentralizadas y "dirigidas por las personas".
Como mujer Indígena, el trabajo que SWAGEN hace resuena conmigo. Sin embargo, es una batalla cuesta arriba. Comunidades dominantes y corporaciones poderosas de industrias extractivas me amenazan de muerte. Siempre estoy cuidándome las espaldas, temiendo que me una al número en crecimiento de defensores de derechos humanos y de la naturaleza que han sido asesinados, porque no quieren perder la mano de obra barata que obtienen de las comunidades Indígenas. Cualquier intento de levantar el estado de los Pueblos Indígenas altera las creencias incuestionables de estos explotadores de que ellos no deberían poseer recursos, participar en la toma de decisiones, y compartir los beneficios. También interrumpe la interpretación tradicional de las necesidades culturales y del valor cultural.
Bajo el programa de Manejo Colaborativo de Recursos, las comunidades alrededor del Parque Nacional Mgahinga Gorilla, incluyendo a Batwa, firmaron memorandos de entendimiento con la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda para acceder a los tallos de bambú de manera controlada. Los Batwa dependen de la recolección y venta de tallos de bambú, leña, miel, y cuerdas y enredaderas para cestería, a los que se accede legalmente a través del Manejo Forestal Colaborativo alrededor de la Reserva Forestal Central Echuya y el Parque Nacional Mgahinga. No todos los recursos a los que los Batwa les gustaría acceder han sido incluidos en el programa. Las mujeres continúan abogando por la inclusión de la batata silvestre.
Los Pueblos Indígenas tienen un número de sitios culturales dentro y alrededor de los bosques que antes llamaban hogar. Esto incluye aguas termales, lugares de adoración, cuevas, lugares para pescar, y senderos en el bosque. La gente Indígena quiere acceso oficial a estos sitios debido a su importancia cultural, y y para transmitir su cultura a través de la enseñanza de estas prácticas a sus hijos. Hasta el momento, algunos entran a los sitios secretamente. Las prácticas y conocimientos tradicionales han conservado los bosques por siglos.
Luego está el lucrativo reparto de ingresos por turismo. La Autoridad de Vida Silvestre de Uganda remite el 20 por ciento de sus tarifas de entrada a las parroquias adyacentes a las áreas protegidas. De acuerdo con las pautas actuales de reparto de ingresos, estos fondos deben ser supuestamente usados para proyectos seleccionados por las comunidades, como proyectos de infraestructura social, proyectos de generación de ingresos y proyectos que aborden el conflicto entre humanos y vida silvestre, como el problemático cercado para el control de animales. Sin embargo, los procesos de toma de decisiones de los proyectos de reparto de ingresos se han integrado en el gobierno local.
Ninguna persona Batwa es empleada en hospedajes turísticos, pero algunos pocos Batwa que viven cerca de los bosques son empleados como guías y guardias turísticos y de investigación. La “experiencia Batwa” es comercializada para el turismo en Bwindi y Mgahinga, así como lo son la venta de artesanías y entretenimiento de turistas por parte de los miembros de la comunidad local y Batwa. El turismo cerca del Monte Moroto se centra en la escalada de montaña. Beneficia a gente local que trabaja como guías y porteadores y ha creado un mercado para la artesanía. Las mujeres que se benefician de esta oportunidad son –lastimosamente- pocas, ya que están abrumadas por el trabajo no remunerado de cuidados, en una sociedad patriarcal. Cuando pregunté si les gustaría o no ser una guía turística, Generous Iriamal (Tepeth) dijo, “¡Claro que me gustaría! Incluso lo haría mejor que los hombres porque he masterizado todas las rutas para recolectar comida. ¿Pero con quién dejaría a mis hijos?”.
La pérdida de conexión a las tierras tradicionales tiene graves implicaciones en las comunidades Indígenas y al tejido social. Mujeres Indígenas en Uganda están luchando en muchos frentes, para conservar su identidad, para tener el derecho de vivir sus vidas como quieran, para que se reconozcan los derechos de acceso y control de recursos y participación importante en la toma de decisiones, así como para beneficiarse de programas gubernamentales para el desarrollo sostenible. Debido a los bajos niveles de educación, el desconocimiento, la negligencia y la exclusión, es difícil para la gente Indígena organizarse entre ellos para entrar en un acuerdo con el gobierno por la administración colaborativa de los recursos del bosque. Cada intervención debe reconocer a los Indígenas como habitantes originales, y por lo tanto titular de derechos, a los recursos naturales. Las industrias extractivas deberían involucrarlas de manera significativa en la toma de decisiones. Esto solo puede pasar si los Indígenas tienen representación en los cuerpos de toma de decisiones como el concejo de gobierno local y el Parlamento Nacional.
-Gertrude Kenyangi (Batwa) es la directora ejecutiva de Apoyo para las Mujeres en Agricultura y Ambiente (SWAGEN).