Nacemos con alas en un sistema patriarcal que se esfuerza por trazar fronteras, construir muros y forjar jaulas - Guisela López
Después de años de persistencia, la gente de Chajoma' ha recuperado con éxito sus tierras comunales. La invasión española en Centroamérica provocó un violento despojo de las tierras comunales de los pueblos mayas, y la muerte fue el destino de quienes resistieron irse. Con el tiempo, la corona española implementó la encomienda, un sistema que permitió a los españoles asentados en Guatemala, legalizar su control sobre las tierras comunales con el apoyo de las autoridades corruptas de la colonia. Algunas comunidades como Palin, en Escuintla, lograron mantener la gestión de sus tierras por la comunidad; otras, como los Ch'orti' y el Pueblo de Chajoma', las han recuperado recientemente.
El territorio de Chuarrancho, anteriormente conocido como Chwatutuy, es un municipio ubicado en la región metropolitana de Guatemala. La gente de Chajoma' ha vivido aquí desde tiempos inmemoriales y, ha practicado el legado de los conocimientos de la tierra de padres a hijos e hijas, a través de la tradición oral, ejerciendo principios y valores de los Pueblos Indígenas. En otras regiones, la guerra civil de 30 años y la represión a los mayas los obligaron a reubicarse y abandonar sus tierras. Algunas de estas tierras fueron redistribuidas entre los altos comandantes militares y sus aliados. Con la firma de los Acuerdos de Paz en diciembre de 1996, las comunidades Indígenas que decidieron regresar a sus lugares de origen encontraron sus propiedades ocupadas y se les negó un camino para recuperar sus tierras ancestrales.
Hoy en día, debido a la minería, la extracción de petróleo, el monocultivo y las represas hidroeléctricas, entre otros megaproyectos, las corporaciones nacionales e internacionales siguen invadiendo y robando las tierras de los Pueblos Indígenas. La invasión de estas corporaciones crea conflictos entre las empresas y las poblaciones locales a través de la propagación de enfermedades, el acoso, la violación y el asesinato de los miembros de la comunidad. Las empresas crean división dentro de las comunidades Indígenas ofreciendo empleos o sobornos, lo que hace que algunos miembros de la comunidad se pongan del lado de las corporaciones en contra de aquellos que defienden sus tierras y recursos naturales.
La revitalización cultural y la organización han sido fundamentales para que el pueblo de Chajoma' desafíen al sistema y recuperen sus tierras ancestrales, en medio de muchos traumas históricos, crisis socioeconómicas y violencia. En 1897, Guatemala reconoció los derechos de propiedad del pueblo de Chuarrancho sobre una hacienda. A pesar de las trabas legales en el Registro General de la Propiedad, en 1950 las tierras fueron inscritas bajo el auspicio del gobierno municipal. Con el tiempo, la dinámica de la posesión comunal cambió a terrenos públicos municipales, permitiendo que el gobierno municipal tomara posesión de manera ilegal de los terrenos. Finalmente, las tierras se cedieron a compañías mineras y de servicios públicos; una parte se vendió a una compañía de telecomunicaciones.
Cuando Santos Alvarado, representante legal de la comunidad de Chuarrancho, investigó la ocupación corporativa ilegal de las tierras Indígenas, descubrió que el gobierno municipal había autorizado la exploración de una compañía minera canadiense sin consultar a la población local. Este descubrimiento llevó a la comunidad a organizar y llevar a cabo una investigación para determinar el estado legal de la hacienda. Un documento, que data de 1739, reveló que el pueblo Chajoma, antes de ser desposeído de sus tierras, había pedido comprar sus propias tierras a la Corona española. La solicitud se concedió y el territorio de 442 caballerías (una antigua medida de tenencia de la tierra española) se convirtió en propiedad privada de Chajoma' bajo la administración comunal. La investigación concluyó que en 1955, los ancianos de Chuarrancho solicitaron al gobierno municipal que respetaran el título, pero el Estado, a través del registro de la propiedad y el municipio, tomó sus tierras, violando el derecho humano de los Pueblos Indígenas a su territorio.
En 2012, las autoridades ancestrales de Rtun Tinamit, la comunidad Indígena Maya Kaqchikel Chajoma', organizaron una acción legal para recuperar sus tierras comunales. Su investigación ayudó a desarrollar el pleito estratégicamente, y después de 2 años de lucha legal y política, el 30 de agosto de 2017, las autoridades ancestrales lograron recuperar sus tierras. Los Maya Kaqchikel de Chajoma' fueron reconocidos como los legítimos propietarios de la Granja 339, que consiste en 31.3 kilómetros de tierras comunales. Una vez que las tierras estuvieron bajo propiedad Indígena, las autoridades ancestrales se organizaron como administradores, protectores y conservadores de los bienes comunales de la tierra y los recursos naturales, promoviendo un ambiente saludable y una buena forma de vida para todos.
Víctor Leonel Hernández, administrador de las tierras comunales, explica el proceso: “En 2015, elaboramos un plan para registrar a todos los propietarios de tierras comunales. Las familias se han acercado voluntariamente a la administración para actualizar la información sobre maneras en que han heredado la tierra. Se les otorga un certificado de posesión, y si es necesario medir los límites de la tierra, mi trabajo es realizar esta evaluación para las familias. Las mujeres Indígenas también han comenzado a organizarse, involucrarse y aprender sobre estos procesos de recuperación de la tierra. Actualmente, 13 mujeres son miembros de la autoridad ancestral y están constantemente recibiendo capacitación en temas sociales y políticos. Sus voces y votos se toman en cuenta sin discriminación y pueden tomar decisiones relevantes para la comunidad”. Los jóvenes también tienen un papel importante en el cuidado de las tierras. Están siendo capacitados para entender la historia de la comunidad, relacionándolo con el liderazgo y la gestión de la comunidad, y para poder participar dentro del sistema de autoridades ancestrales. Un ejemplo de ello es O'ch' Tinamit, una organización juvenil iniciada por 10 jóvenes, que realiza eventos culturales para la comunidad.
La comunidad de Chuarrancho es un ejemplo de una recuperación exitosa de la tierra. La administración de estas tierras se ha asumido con responsabilidad, dedicación, honestidad y principios de la cosmovisión maya y las prácticas ancestrales de la comunidad. La visión a futuro para estas tierras está siendo desarrollada por la comunidad, que está considerando distribuir porciones pequeñas a familias con necesidades especiales de vivienda, así como usar varias porciones de tierra para plantar una variedad de granos básicos, verduras y frutas que se pueden distribuir en la comunidad. Es una prioridad para la comunidad Chuarrancho compartir sus experiencias con otras comunidades mayas en Mesoamérica y otras naciones Indígenas para poder replicar esta práctica de recuperación de tierras.
Durante mucho tiempo se asumió que las naciones Indígenas en Guatemala no tenían títulos colectivos de tierras, ya que la reducción de las naciones Indígenas a “pueblos de indios” (ciudades) y el sistema de Encomiendas no permitía tal sistema paralelo a la propiedad privada y el título. Sin embargo, la investigación antropológica e histórica ha revelado que existe un título de propiedad colectiva para los Kaqchikeles en Chuarranco, los Ch'orti en Jalapa y otras naciones Indígenas en Guatemala. La resistencia de los Pueblos Indígenas a proteger sus territorios, recursos naturales y sistemas de gobierno propios ha sobrevivido a través de la historia colonial. En el caso de los antiguos Mayas, tuvieron que pagar el título de sus tierras a la Corona española después de que fueron robados por los colonizadores; una doble violación de su derecho a sus tierras y territorios. La recuperación de tierras comunales Indígenas en Guatemala no ha sido un proceso fácil dentro del sistema legislativo y judicial del Estado. En algunos casos, ha habido persecución e incluso asesinato de agricultores y líderes que organizan a la comunidad. Aun así, la lucha debe continuar por la conservación y protección de los recursos naturales para las generaciones futuras.