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Sanando nuestras aguas, sanándonos a nosotros mismos mediante una economía sostenible.

 

El 24 de marzo de 1989 es el día que cambió el curso de mi vida para siempre. Yo era un pescador comercial a tiempo completo cuando la petrolera Exxon Valdez chochó con Bligh Reef y derramó docenas de millones de galones de petróleo crudo en el agua y en las playas cristalinas de mi tierra nativa ancestral en Principe William Sound, Alaska. Desde entonces, me he referido a ese día como “El día que el agua  murió”. No solo las aguas fueron impactadas. Todo cambió para siempre para la gente Eyak, desde nuestra forme de vida como pescadores, hasta nuestros sueños para el futuro. 

 

En medio de toda esa crisis del derramamiento, algo dentro de mi surgió y pude ver claramente lo que necesitaba hacer: Tenía que ser más ruidoso que todo lo demás y tener una voz de razón para que la gente escuchara. Desde entonces he dedicado mi vida a defender a mi pueblo, a nuestra tierra y a defender hábitats en peligro. Nosotros los Eyaks, somos un pueblo Copper River Samon, junto con los del pueblo Ahtna Athabaskan río arriba. Nosotros somos los salvajes Copper River Salmon. También somos los mayordomos ancestrales tradicionales de la región Copper River Delta. Como resultado de nuestro incansable trabajo de preservación de detención de la tala por parte de Alaska Native Corporations en la zona del derramamiento Exxon, más de 1 millón de acres entre nuestra amada Copper River Delta y 1400 millas en el Oceano Pacífico a Kodiak están protegidos permanentemente del desarrollo. 

En el centro de nuestro trabajo está el compromiso de levantar a nuestras comunidades en todo lo que hacemos todos los días. Una de las formas en que lo estamos haciendo es recolectando, procesando, empaquetando y entregando alimentos tradicionales a nuestros respetados y valiosos ancianos, un servicio especialmente esencial durante estos tiempos de incertidumbre con COVID-19 y una mayor inseguridad alimentaria. Hemos elegido el cultivo de algas como una pieza central de nuestras actividades porque esta industria está creciendo rápidamente en los Estados Unidos y en todo el mundo, presentando muchas oportunidades para los nativos de Alaska que han estado cosechando algas durante milenios.



DuneDune Lankard, fundador de Native Conservancy. Todas las fotos por Ayse Gursoz.

Cuando ves nuestros sistemas económicos y políticos actuales y el panorama general del cambio climático, incluida la acidificación de los océanos y el calentamiento de los mares, es fácil sentirse abrumado y desesperado. Sin embargo, esta no es la manera en que termina la historia. Este es sólo el comienzo. Dando un paso adelante, encontrando nuestro coraje, apoyarnos en la colaboración estratégica, estableciendo redes, construyendo una comunidad y dirigiendo nuestra energía (tiempo, dinero, amor), podemos cambiar la trayectoria actual del planeta y construir un futuro más saludable, más justo, robusto y equitativo para nuestras próximas generaciones.

 

Nuestro enfoque para encontrar soluciones es holístico y está arraigado en nuestros valores tradicionales. No se trata solo de remodelar los sistemas disfuncionales actuales que perpetúan las desigualdades sociales y económicas. Se trata de reinventar lo que puede y debe ser una economía justa y equitativa. Es por eso que fundé Native Conservancy y es por eso que mi trabajo actual se centra en un modelo de soberanía regenerativo y equitativo. Los objetivos clave de nuestro trabajo sin fines de lucro son visualizar y manifestar el futuro con la siguiente próxima generación para que puedan hacerlo mejor que nosotros. Nuestro trabajo actual también se enfoca en cambiar nuestra relación con nuestras fuentes de alimentos y brindar un modelo económico resiliente, regenerativo y restaurador para las comunidades Indígenas. Una de las formas en que estamos logrando este objetivo es a través del cultivo de algas, una iniciativa que sirve a las comunidades Indígenas, y más específicamente a las jóvenes y mujeres nativas.

 

Somos muy conscientes de que no podemos lograr nuestros objetivos solos y utilizando los mismos caminos que nos metieron en este lío. Estamos haciendo tanto el pensamiento crítico como la implementación del trabajo con un grupo diverso de organizaciones sin fines de lucro, académicos y socios nativos para crear un nuevo modelo de negocio: "sin fines de lucro + con fines de lucro = beneficio social". Este modelo nos ayudará a cambiar la forma en que vivimos y a mejorar nuestra calidad de vida y el valor de nuestro trabajo en el mundo. Juntos estamos forjando un camino que ayudaría a las aldeas nativas y a los pequeños agricultores de maricultura (algas marinas y bi-válvulas) a tener una oportunidad viable de una economía justa, incluso cuando las grandes corporaciones y los procesadores de productos del mar están haciendo todo lo posible para unirse al campo


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Cinta de algas (Alaria marginata) cosechadas en Simpson Bay, Alaska. Todas las fotos por Ayse Gursoz.

 

La región de Chugach es hogar una serie de tribus nativas en Chenega, Tatitlek, Eyak (Córdoba), Port Graham, Nanwalek, Valdez y Seward que tienen miles de años de conocimiento colectivo y relaciones dentro de estas aguas. Para nuestras comunidades que aún se están recuperando de los impactos del derrame de petróleo del Exxon Valdez hace 31 años, el cultivo de algas fortalecerá los sistemas alimentarios locales. También tiene el potencial de ayudar a restaurar y limpiar estas aguas al tiempo que proporciona un hábitat muy necesario para varias especies, incluido el arenque del Pacífico, cuyas poblaciones han seguido disminuyendo de 200,000 toneladas a menos de 4,000 toneladas de arenque de regreso a casa.

 

Las algas requieren un aporte mínimo para su cultivo. No se necesitan fertilizantes, pesticidas ni tierra arable para que crezca. Una vez que haya asegurado su semilla de algas silvestres locales, todo lo que necesita es el océano, el sol y un poco de paciencia, y lo que obtiene es un alimento increíblemente nutritivo y un producto que se puede usar para una variedad de propósitos, como nutracéuticos, compost, fertilizantes, biocombustibles y muchos otros subproductos. Además de ser un alimento y un excelente fertilizante para el cultivo en tierra, las algas ofrecen inmensos beneficios para el medio ambiente. Mejora la calidad del agua, proporciona un hábitat valioso para cientos de especies oceánicas y tiene el potencial de mitigar los impactos del cambio climático. Las algas también puede servir como un sumidero de carbono increíblemente efectivo; las estimaciones sugieren que los bosques de algas pueden secuestrar cinco veces el dióxido de carbono de los bosques terrestres. En otras palabras, el cultivo de algas marinas es un ganar-ganar para nuestras comunidades nativas, nuestro planeta azul enfermo y para la creación de una nueva economía resiliente, restauradora y regenerativa.

 

Actualmente estamos en el proceso de construir nuestro primer vivero comunitario de semillas de algas marinas y prontos a realizar una investigación que nos permitirá responder una serie de preguntas desafiantes, incluido cuál es el mejor método para cultivar, procesar y distribuir productos de algas marinas. También hay preguntas sobre cómo el cultivo de algas marinas puede mejorar y expandir el hábitat de especies de importancia cultural y económica. Para abordar estos temas, Native Conservancy promulgará en el 2021, un proyecto de investigación piloto para siete sitios de prueba de algas en todo Prince William Sound. El conocimiento y las mejores prácticas que se deriven de esta línea de pruebas será compartida con una nueva ola de agricultores y socios comunitarios, disminuyendo significativamente los riesgos y curva de aprendizaje y aumentando sus oportunidades de una cosecha exitosa, eficiente y confiable. Estamos trabajando para construir la fundación para un modelo económico futuro que sea verdaderamente sostenible y buena para el océano. 

 

Nuestros metas a futuro incluyen formar el primer proyecto de restauración de algas manejado por la comunidad nativa en la zona de derrame del Exxon Valdez para apoyar la propiedad nativa de semillas de algas silvestres que empoderarán a las aldeas nativas para administrar sus propios medios de cultivo de algas. Nuestro equipo del proyecto piloto estará investigando un estudio de línea de base de algas marinas sobre las mejores prácticas para restaurar ecosistemas dañados y en dificultades para que un día, nuestras comunidades y océanos celebren el regreso de nuestros arenques perdidos. Nuestro objetivo es sentar las bases necesarias para apoyar las oportunidades emergentes para los pequeños productores de algas marinas y los colectivos de agricultores en Prince William Sound, la zona del derrame de Exxon y en toda Alaska.

 

Para los empresarios Indígenas, es hora de que los pueblos originarios imaginen una economía arraigada en el conocimiento, el respeto, la responsabilidad y la reciprocidad de los Indígenas con todos nuestros semejantes y todos los seres vivos de la Madre Tierra. Eso es lo que estamos construyendo aquí en Alaska. De las aguas que alguna vez se llenaron de aceite, estamos plantando las semillas para una economía futura que sanará nuestras aguas, nuestras tierras y nuestros pueblos nativos.
 

— Dune Lankard es descendiente del Clan Águila de la Tribu Eyak que ha habitado las regiones del Copper River Delta y el este de Prince William Sound en Alaska durante los últimos 3500 años. También es pescador comercial y de subsistencia de toda la vida en el Delta y el Sound, cofundador del Consejo de Ancianos Tradicionales de Eyak y accionista tanto de Eyak (Village) Corporation como de Chugach Alaska (Regional) Corporation.

 

Foto de portada: Dune Lankard en kayak en el lago glaciar Sheridan, Alaska, observando el retroceso del glaciar. Todas las fotos por Ayse Gursoz.

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