Como hombre gay Indígena, no ha sido fácil. Tuve que enfrentar el rechazo de la familia y la comunidad, y tomé la decisión de huir del ambiente de violencia y discriminación que existe en Honduras. Siempre he dicho que los gays aborígenas enfrentamos una discriminación doble o triple, primero por ser Indígenas, luego por ser gays y, finalmente, por tener recursos económicos limitados. Con dinero, todos te respetan. Muchos gays son expulsados de sus hogares y sus familias en base a principios disfrazados de moralidad o cuestiones religiosas. Estos son factores que promueven el odio y el racismo.
Nuestro trabajo en el Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) es denunciar violaciones de los derechos humanos. Mi trabajo ha estado siempre conectado con la radio comunitaria. Acompañé a las comunidades cuando tuvieron que presentar quejas y organicé talleres y charlas sobre el Convenio 169 de la OIT, debido a las concesiones otorgadas por el Estado de Honduras a empresas privadas. Internamente, siempre ha habido una lucha por crear conciencia a nivel de la comunidad y las organizaciones de las que somos parte. Uno de los logros importantes que hemos conseguido con nuestro trabajo es que haya avances dentro de COPINH reconociendo la diversidad sexual. Cuando estábamos en una asamblea general con el equipo coordinador, discutiendo acerca de crear un espacio abierto para la diversidad sexual, fue emocionante ver a mujeres y hombres levantando la mano a favor y sin que nadie se opusiera. Sin embargo, cuando llegamos a las comunidades, hablar sobre el tema fue algo extraño. La gente comenzó a sentirse incómoda y a criticar el espacio de debate abierto.
La primera persona a quien le hablé de esto fue a Berta Cáceres. Comencé a hablar de ello y le expliqué lo que sentía. La respuesta que recibí de ella fue de apoyo. Ella me dijo que no tenía que sentir vergüenza, no tenía que sentir pena por ser quien soy, más bien, que debería estar orgulloso. Más tarde, fue lo mismo con mi familia, con mi madre más que nada. Fui rechazado por mi hermano al principio. En COPINH, lo conté públicamente en una asamblea que se celebró en mayo de 2014. Ahí fue donde aprovechamos la oportunidad para abrir el espacio sobre diversidad sexual dentro de la organización. Comencé a notar cómo algunas personas ya no querían estrecharme la mano. Me saludaban de manera diferente. Pero a medida que comenzamos a dar talleres y hablar sobre el tema a través de la radio comunitaria, el ambiente ha mejorado. Creo que hay un entendimiento por parte de los socios. No es que los Pueblos Indígenas ignoren estos temas que siempre han existido; simplemente nunca han tenido espacio para hablar al respecto.
Estamos en la lucha. Somos de alguna manera invisibles por miedo a decir quiénes somos, por miedo a ser atacados, por miedo a ser expulsados. Si no hablamos y discutimos; la gente continuará ignorándonos. Dentro de los talleres sobre cualquier tema, siempre aprovechamos para crear conciencia. Sucede que las agendas están llenas de problemas políticos y económicos. Nuestra organización atiende muchos casos y casi nunca hay un espacio específico para hablar de temas de diversidad sexual. Recuerdo cuando estuve en encuentros nacionales como la Plataforma de Movimientos Sociales y Populares de Honduras, un espacio que reunió a 36 organizaciones. Con todos los temas que debían discutirse, siempre tratamos de poner a la comunidad LGBTQIA + en la agenda de temas a tratar. Creo que, a pesar de las dificultades, hemos progresado poco a poco.
El coup d’état (golpe de Estado) hizo que todas las organizaciones y una gran parte del pueblo hondureño salieran a las calles para manifestarse y exigir que se restableciera el orden constitucional. Ahí es donde comenzaron a verse las banderas. Recuerdo una vez en una de esas manifestaciones que la gente se sorprendió al ver una bandera del arco iris. No dejaban de preguntar a qué partido pertenecía. Ahí es donde comenzamos a explicar que esta bandera representa la diversidad sexual, y educamos al país de esa manera. El Partido Libre que se formó después del golpe abrió una secretaría de diversidad sexual dentro del partido y fue un gran logro para la comunidad LGBTQIA+ de Honduras. Antes del golpe, las organizaciones de transgéneros no participaban en política. Estábamos más aislados y hubo líderes de estas organizaciones que fueron asesinados. Ahí es donde se comenzó a hablar sobre el empoderamiento de personas LGBTQIA+, y tuvimos la posibilidad de entrar en política para discutir o debatir sobre nuestros problemas.
En Honduras, la lucha actual no se trata de conseguir el derecho a casarse. Lo primero que le pedimos al Estado es seguridad porque se dan crímenes de odio. Pedimos que se garanticen nuestros derechos, que no seamos discriminados al ir al hospital o la escuela (hemos tenido casos de personas transexuales que han sido expulsadas de la escuela). La iglesia y partidos conservadores nos atacan constantemente. Siempre muestran su oposición, creando obstáculos para que no avancemos. Hay pastores evangélicos que han utilizado los medios de comunicación nacionales para hacer campaña en contra de la lucha de las organizaciones de LGBTQIA+.
Siempre va a ser difícil hablar sobre estos temas, pero si no los ponemos sobre la mesa, nadie querrá discutirlos. Esto también es parte del reconocimiento de nuestras raíces. En las comunidades Indígenas del norte y del sur, no estábamos mal vistos anteriormente por nuestra diversidad sexual, sino que éramos personas respetadas, nos llamaban personas con doble espíritu. A raíz de la colonización, se crearon conceptos negativos con respecto a nuestra identidad o nuestros cuerpos. Las reivindicaciones que hacemos rompen ese silencio y también rompen el concepto de vernos a nosotros mismos como personas raras, como si viniéramos de otro planeta. Las religiones han promovido el patriarcado. El pueblo Lenca, de donde vengo, es históricamente machista, muy patriarcal, pero gracias al trabajo de las organizaciones de mujeres estamos desmantelando estos conceptos. Con COPINH hemos logrado que las mujeres sean libres de poseer tierra, algo que antes no era posible.
Me gustaría una sociedad donde los niños puedan expresarse libremente a medida que crecen y no tengan que esconderse. Vivimos ocultos por el miedo y el temor al rechazo. El sistema educativo necesita educar sobre estos temas y actualmente no lo está haciendo; sólo está diseñado para capacitar trabajadores para las industrias maquiladoras. Cambiar este modelo es una de las demandas que le hacemos al Estado de Honduras, porque es un sistema basado en la homofobia y el racismo.
- José Gaspar Sánchez (Lenca de Honduras) ahora vive en los Estados Unidos y fue el coordinador de diversidad sexual de COPINH.