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Incendios y monocultivos amenazan la vida en la Chiquitanía, Bolivia.

Por Diana Pastor y Belén Iñiguez

De mayo a octubre de 2024, varios incendios se desataron en distintos puntos de la Chiquitanía, Santa Cruz, Bolivia, con graves consecuencias no sólo para el bosque sino también para las poblaciones aledañas. Los incendios han sido un fenómeno que se repite cada año en esta área, pero en el 2024, duraron varios meses y abarcaron todas las regiones de la Chiquitanía (anteriormente se presentaban sólo en algunas áreas y comunidades). Según Infobae, hasta el 1 de noviembre, se habían consumido más de 10 millones de hectáreas en esta región. Rosa Pachuri Paraba, mujer Indígena chiquitana y presidenta regional de las mujeres chiquitanas O.R.M.I.CH. (organización que aglutina a 800 mujeres de cinco provincias del departamento), indica que los incendios fueron particularmente voraces este año, quemando no sólo especies vegetales y animales que habitan en él, sino sus casas, cultivos e incluso animales domésticos. ¿Qué fue lo que pasó este año? 

Todo inició en la provincia Ángel Sandoval con algunos territorios en donde apareció el fuego, y luego se extendieron en la provincia de Chiquito. La provincia de Rosa, en San Rafael de Velasco, también fue afectada, además de la comunidad Ñuflo de Cháves. Rosa explica: “Como Pueblos Indígenas, convivimos con el fuego, desde nuestros ancestros, el fuego siempre fue parte de nosotros, vivimos con él, porque sabemos que sin el fuego no podemos hacer nuestros alimentos. Cuando hacíamos nuestro chazo (quema controlada para que la tierra esté fértil), quemábamos de manera controlada. ¿Por qué? Porque nosotros sabíamos cómo teníamos que quemar, en qué tiempo teníamos que hacerlo y cómo controlar el fuego”.

Rosa indica que desde el 2019, los incendios son provocados por personas externas. En la Chiquitanía los pobladores Indígenas saben que es importante cuidar la “casa grande”, como le llaman a su territorio y  bosques, porque conocen la importancia que tienen los árboles, animales y plantas, y saben que dependen de él para sobrevivir. No obstante, personas ajenas  a la comunidad con permisos que les ha otorgado el gobierno, han llegado a los territorios habitados por Pueblos Indígenas, y los han reclamado como suyos. Rosa cree que quienes están ingresando al lugar se dieron cuenta que la mejor manera de hacerlo es a través de los incendios, pues luego de que los incendios terminan, cambian el uso del suelo para cultivo. 

Rosa deja en claro, “los incendios no son de la naturaleza. Tenemos una crisis y emergencia climática, deforestación de los bosques, por lo que ahora, un incendio pequeño se vuelve incontrolable con el viento y luego avanza kilómetros de kilómetros. Como en muchos países de Latinoamérica, los monocultivos están avanzando a pasos agigantados, principalmente cultivos de soya,  girasol y sorgo, productos que ni siquiera se consumen en las comunidades. Los productores aprovechan los terrenos quemados y meten su maquinaria para seguir con los monocultivos. “Nosotros, hacemos cultivos de máximo 5 hectáreas, son cultivos diversificados, principalmente de plantas medicinales o semilleros, y lo hacemos de forma manual, sin maquinaria”, dice Rosa.

Otro problema en la Chiquitanía, es el notable control sobre la agricultura y la quema de terrenos que ejerce la comunidad menonita. Rosa menciona: “Al igual que los empresarios, parecen actuar con impunidad, ya que las leyes no se aplican de manera efectiva para ellos. Muchos han quemado tierras sin que se controle la situación. En cambio, los Pueblos Indígenas enfrentan la aplicación rigurosa de las leyes bolivianas. Si un indígena quema, enfrenta consecuencias inmediatas; sin embargo, los menonitas simplemente pagan una multa y continúan con sus actividades. Esta desigualdad en la aplicación de la ley es evidente”.

La realidad es que muchos Indígenas no tienen los recursos para pagar esas multas, lo que complica aún más la situación. Rosa explica que en las comunidades se preguntan: "¿Qué va a pasar ahora?. ¿Qué haremos frente a los incendios que han devastado nuestros bosques y cultivos? ¿Cómo vamos a vivir?". El problema está afectando sus fuentes de alimentación y agua. Las comunidades enfrentan sequía y pérdida de sus cultivos con los incendios. Anteriormente, con lo poco que había, se podía producir plátanos, yuca o algunas frutas, pero ahora ya no tienen nada. 

Los incendios también están afectando severamente la salud de las comunidades de la Chiquitanía. La gente está padeciendo enfermedades en los ojos, diarrea, vómito, infecciones, especialmente las mujeres. En casos extremos, algunas mujeres en estado de gestación han perdido a sus bebés debido  al esfuerzo físico para contrarrestar los incendios y por aspirar demasiado humo. Los únicos que se quedan en casa son los niños. Sin embargo, no son sólo los incendios lo que está provocando problemas a los Pueblos Indígenas y al bosque. Las comunidades que están rodeadas por empresarios nacionales o extranjeros que tienen  monocultivos, se ven perjudicados por los químicos y  agroquímicos que ellos fumigan con avionetas y drones. “A las autoridades solo les interesa que los empresarios paguen”, manifiesta Rosa.

El gobierno declaró estado de emergencia debido a la presión de la gente en redes sociales. Se recibió ayuda de bomberos voluntarios de otros departamentos y también bomberos comunales voluntarios. “Hubo ayuda de colectivos, de instituciones, organizaciones que también están apoyando a los bomberos principalmente, con alimento, agua, energizante, todo eso. Pero a las comunidades, la ayuda llegó muy poco. Por ejemplo, en Roboré (mi comunidad) ya se apagó el fuego, ya nadie nos visita, nadie viene a decir cómo estamos después de los incendios. Nadie viene a ver si tenemos agua, cómo estamos sobreviviendo, si estamos enfermos después de los incendios, nada, nadie aparece”, dice Rosa.

A través de los municipios y en coordinación con algunas centrales de comunidades indígenas y Defensa Civil, el gobierno boliviano entregó lotes de alimentos. Sin embargo, las reservas son limitadas: un litro de aceite, cuatro kilos de fideos y cuatro de azúcar. No había medicamentos ni agua. El proceso para acceder a la ayuda era tan engorroso que algunas personas decidieron no recibir la ayuda. Una autoridad tradicional (cacique) de Roboré explica por qué: “Prefiero dejar que se queden con eso (la ayuda). Es más rentable que la comunidad compre sus propios productos en el municipio, porque lo que el Gobierno envía a través de Defensa Civil no cubre los costos de transporte para recoger lo que contiene el lote. Es lamentable que, teniendo las posibilidades, las autoridades no faciliten la entrega directa. En medio de la crisis actual, con el aumento de los precios del combustible y el transporte, esto solo agrava la situación”.

Las mujeres de la Chiquitanía están tratando de distribuir la ayuda que han recibido a diferentes personas afectadas. También están buscando alianzas para llegar hasta las comunidades y entregar las pequeñas ayudas que reciben. El transporte es difícil, pero tratan de reunir las entregas para poder hacerlo más fácil. Rosa dice: “Aunque el gobierno y otras organizaciones no se pronuncien en contra de los incendios, nosotras seguimos adelante. No importa cuánto consigamos, lo que tenemos lo haremos llegar a donde sea necesario. En eso estamos comprometidas en este momento, como organización de mujeres regionales”. Actualmente, están coordinando con otras autoridades y grupos en la comunidad, para hacer más eficiente el proceso de entrega de ayudas.

Rosa indica que ahora, lo que necesitan son agua y semillas principalmente, y ser pacientes con la lluvia. Mientras tanto, deben depender del alimento, agua y medicamentos donados por entidades ajenas al gobierno, ya que el humo sigue afectando su salud, aún está en el ambiente. A largo plazo, las comunidades Indígenas quisieran formar bomberos y bomberas forestales dentro de sus territorios para que estén capacitados y así puedan enfrentar mejor los incendios. La idea es formar una red de bomberos dentro de las comunidades a nivel de la Chiquitanía. Mientras tanto, seguirán buscando apoyo, y enfrentarán los incendios como puedan, porque así como el bosque trata de regenerarse, ellos también tratan de resistir ante un panorama nada alentador que aunque difícil y continuo, no logra quebrantar su espíritu de lucha para proteger el territorio en el que habitan y habitaron sus ancestros.