"Reivindico la alegría, sin perder la indignación" (cosmogonía Q'eqchi´)
Por María Mercedes Calel
En la Colonia Mártires Poq’omchi’ Pantup, ubicada en el municipio de San Cristóbal Verapaz, la esperanza y ánimo de lucha por la transformación y el cambio social son unas de las características más prominentes entre sus pobladores. La población asentada dentro de la colonia pertenece a otras comunidades que aglutinan a desplazados, quienes son víctimas, familiares de víctimas y sobrevivientes del Conflicto Armado Interno y de la represión sufrida en los años de violencia del Estado. Las graves violaciones a los derechos humanos, pérdidas materiales y humanas, con heridas aún sin sanar; la dictadura militar y los procesos de paz fueron traumas muy fuertes, y por ello se han heredado ideales de lucha por la justicia social a las nuevas generaciones.
Durante la época del conflicto armado, afloraba una masiva inmigración alemana, gracias al “amiguismo” entre terratenientes y autoridades, así como la instalación de empresas estadounidenses, fundamentadas en legislaciones regresivas aprobadas para beneficio de transnacionales y élites de poder.
Actualmente la mayoría de la población se dedica a trabajos informales, principalmente a oficios domésticos, jornales en fincas, agricultura, entre otros. La mayor parte de la población no sabe leer o escribir; sin embargo, las experiencias dolorosas y el pasado vivido, los ha vuelto hábiles en otras áreas de la vida cotidiana, teniendo ahora la habilidad de manejar un negocio de compras y ventas, habilidad numérica en el manejo de montos, recursos y bienes dinerarios, la comunicación efectiva dominando el idioma español además del idioma materno (Poq’omchi´), el manejo adecuado de los recursos de la comunidad, su distribución, el poder de convocatoria y alzar la voz en representación de la comunidad para cambiar y transformar realidades en el Estado discriminador y racista en el que vivimos.
A pesar de esto, existen ciertos retos. Angélica Hernández Vargas, quien fue parte del COCODE, en el año 2011 y quien es originaria de Chicamán, El Quiché, menciona: “En la conformación de la colonia se realizaron gestiones exitosas que dieron como resultado proyectos para el desarrollo de la comunidad. Sin embargo, un tiempo después se presentaron falencias que mermaron la proyección de mejoras a futuro, ya que a causa de diferencias entre líderes y lideresas se argumentó la realización de acciones innecesarias que no fueron ejecutadas de la mejor manera, desvalorizando el accionar realizado”.
No obstante, es importante reconocer las capacidades instaladas, el potencial y las fortalezas de los líderes y lideresas comunitarias para afrontar debilidades y transformar su entorno comunitario para beneficiar a los colectivos, ya que se encuentran inmersos en luchas, vivencias, resistencias, defensas, relaciones de conciencia y la construcción esperanzadora, aun cuando se encuentren con heridas abiertas o sin sanar.
Los marcos de políticas insurgentes y genocidas del Estado de los años del conflicto, afectaron directamente a las comunidades Mayas, cuyo único fin era honrar y dignificar el deseo de ser constantes, acuerpando procesos de transformación de las narrativas de violencia; procesos vividas con su visión y legado como luz y voz, para las generaciones venideras y de los sujetos negados desde los años de la colonia. El conflicto instaló miedo en la población, sin embargo, los recuerdos, pensamientos y legados no desaparecerán, ya que forjaron la necesidad de lucha por los derechos humanos e iniciaron dimensiones de conciencia.
“Odiamos la farsa que llaman patria; porque con ese nombre nos quitan a nuestros hijos, para que les sirvan de escalera y de perros de presa a otros, nos embrutecen por la patria, nos matan por la patria, nos apalean por la patria, y si tenemos la temeridad de rebelarnos, ya sabemos lo que nos espera, bala rasa y sin consideración; jamás entienden el idioma del pueblo; si pedimos justicia o pan, nos dan plomo y cárceles. ¿Qué es, pues, la patria?” - Virginia Bolten
Foto superior: María Mercedes Calel
María Mercedes Calel tiene 25 años, es Poqo’mchi’ de San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz, Guatemala, y es técnico universitaria en investigación criminalística y forense. Ha sido voluntaria en una organización de justicia y memoria histórica desde el 2017, en donde ha realizado actividades relacionadas a la organización comunitaria, la facilitación de talleres sobre memoria histórica a grupos coordinadores conformada por mujeres. María Mercedes participó en el proyecto: “Capacitando mujeres Indígenas para la defensa de sus derechos humanos”, una serie de talleres sobre comunicación y derechos humanos realizados entre marzo y junio de 2021 por Cultural Survival y el Alumni Engagement Innovation Fund. Los temas de las capacitaciones incluyeron sanación, información y documentación de los derechos humanos individuales y colectivos. Se utilizaron diferentes medios para documentar y comunicar las violaciones de derechos humanos, incluida la escritura, la fotografía, el video, la radio y las redes sociales. Este artículo es el resultado del proyecto final de entrenamiento de Mercedes.