By Bety Piche (Zapoteca)
En el estado de Oaxaca, “la tierra donde Dios nunca muere”, como le nombran sus habitantes, es el lugar donde nace y se mantiene la mayor diversidad cultural y lingüística del país, así como también ha sido un lugar en el que las artesanas se vieron afectadas fuertemente de manera económica al cerrar complementamente sus negocios en el centro histórico de la capital, debido a la crisis de la pandemia del Covid-19.
A partir de marzo de 2020, las autoridades oaxaqueñas decretaron el cierre de establecimientos, escuelas, locales, negocios, entre otros, sin garantizar a la población los servicios básicos para la subsistencia. En el caso de las artesanas, éstas se vieron obligadas a suspender actividades y retomarlas en julio, ante la necesidad y nula respuesta del Estado.
La ruta principal y turística de la capital del estado oaxaqueño, comienza desde el Zócalo, pasando por el andador turístico “Macedonio Alcalá”, y finalizando en el templo de Santo Domingo de Guzmán, en el que las artesanas y locatarios se han reintegrado en un 60% desde julio del año pasado.
Aunque las artesanas se han ido integrando a sus puntos de trabajo y existe una crisis de desabastecimiento por falta de materias primas que necesitan para elaborar sus artesanías, ellas refuerzan su creatividad y diseñan piezas únicas y originales.
En el andador turístico, una mujer migrante, proveniente del estado de Guerrero, hablante náhuatl, diseña sombreros, elaborados con ixtle (que es el nombre genérico de todas las fibras vegetales que se emplean para fabricar tejidos o cuerdas). Para ella, uno de los motivos de su estadía por Oaxaca es la oferta económica que se obtiene de los y las turistas.
Una mujer artesana trabaja con sus manos en la elaboración de un sombrero hecho con bejuco, el cual es una planta trepadora que se da en climas cálidos y templados, crece cerca de ríos y arroyos. Además, los y las artesanas, ocupan los tallos de esta planta trepadora, para la elaboración de tejidos de cestería.
De igual manera, las artesanas pintan, decoran, bordan y tejen como actividades de resistencia. Para muchas de ellas, estos espacios les permiten sacar provecho, otras lo ven como un segundo trabajo. Para otras, es una actividad que refuerza su conocimiento ancestral.
El talento de cada artista se ve reflejado en cada uno de los locales, donde se aprecia la oferta y la diversidad de prendas que los pueblos del estado ofrecen a sus visitantes. Así, en muchos de los establecimientos podemos llegar a encontrar reunidas a las 8 regiones que conforman el estado: Cañada, Costa, Istmo, Mixteca, Papaloapan, Sierra Sur, Sierra Norte y Valles Centrales.
Dentro de la creatividad de las artesanas encontramos la transformación de los rebozos en blusas, gabanes, vestidos, chalecos, shorts y demás prendas que también tejen las mujeres y salen a relucir entre los y las visitantes.
De igual manera, se puede disfrutar de un espacio dedicado a la cestería, en el que se trabaja con la palma y el bejuco para la elaboración en decoraciones de mesa, alcancias, bolsas, sombreros y demás accesorios que las mujeres portan y que son provenientes de los pueblos de la región mixteca.
Los pueblos del estado, reflejan en su producción la eterna convivencia que hay entre ellos y la madre naturaleza, pues la vida cotidiana y los utensilios que se ocupan en las cocinas oaxaqueñas son elaborados con el uso de madera. Así, encontramos en su lista a las cucharas, los molcajetes, platos y tablas para cortar, provenientes de los pueblos de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca.
La cultura Triqui tiene una peculiar forma de tejer los productos que ofrece a quienes llegan a sus locales. El uso de hilos de todos los colores y formas, hacen de sus tejidos algo más atractivo. Encontramos desde monederos, pinzas para cabello, cintillos, coronas y diademas, que adornan la cabellera de las mujeres y son a quienes la cultura Triqui deleita.
Claudia, es una mujer artesana, zapoteca, originaria de Miahuatlán Oaxaca. Desde el mes de abril ha notado una mejora junto con sus compañeras locatarias y ve esperanza tras la difícil situación pandémica para el futuro, pues es el mes en que llegan más turistas por la temporada de vacaciones.
Estos meses pandémicos fueron decisivos y detonadores para muchos y muchas artesanas, pues la gran mayoría se vio obligada a dejar por completo esta labor y buscar segundos empleos para cubrir sus necesidades. El Estado mexicano sigue sin dar una respuesta tanto a este sector como a muchos otros que, en nuestra sociedad de igual forma, se vieron afectados, desde hace ya, más de un año.
Otro porcentaje de artesanas y artesanos han vuelto a retomar su arduo compromiso con los visitantes y turistas. Mientras tanto, la esperanza de que esto vuelva a recuperar su economía y la economía del estado oaxaqueño, sigue latente en el corazón de la capital.
--Bety Piche (Zapoteca) vive en Oaxaca México y es originaria de la Comunidad de Villa Hidalgo Yalálag. Es parte de un colectivo de jóvenes Indígenas que pertenecen a diferentes Pueblos Indígenas que han migrado a la ciudad de México. Ella participó en el proyecto: “Capacitando mujeres Indígenas para la defensa de sus derechos humanos”, una serie de talleres sobre comunicación y derechos humanos realizados entre marzo y junio de 2021 por Cultural Survival y el Alumni Engagement Innovation Fund. Los temas de las capacitaciones incluyeron sanación, información y documentación de los derechos humanos individuales y colectivos. Se utilizaron diferentes medios para documentar y comunicar las violaciones de derechos humanos, incluyendo la escritura, la fotografía, el video, la radio y las redes sociales. Este foto reportaje es el resultado del proyecto final de entrentamiento de Piche.
