Cuando me invitaron a escribir este artículo, me sugirieron la posibilidad de hacer aportes sobre cómo veían o ven los Pueblos Originarios al género. Y opté compartir desde mi experiencia maya k´iché', algunos aspectos de relacionados a cómo veo que se materializa el género en la dinámica de vida de los Pueblos Originarios de Guatemala. Pero antes de dar respuesta a esta pregunta, quiero decir que el género como concepto fue desarrollado por la antropóloga feminista Gayle Rubin en 1975, y se constituyó en una categoría de análisis de la teoría feminista para explicar cómo la desigualdad entre hombres y mujeres es una construcción cultural que toma forma por medio de los roles de género.
Desde la teoría feminista, el género como categoría de análisis feminista ha sido importante para visibilizar y comprender cómo la existencia de una estructura de dominación patriarcal ha legitimado relaciones de dominación de los hombres hacia las mujeres y de subordinación de las mujeres ante los hombres. Los análisis feministas han profundizado en explicar que el género como categoría, es útil para comprender que mujeres y hombres tejemos nuestras vidas familiares y sociales bajo varios sistemas de dominación, entre los cuales destaca el patriarcado.
El patriarcado es un sistema de dominación masculina, que se manifiesta y se institucionaliza por medio del ejercicio del poder de los hombres sobre las mujeres, las niñas y niños, en todas las instituciones que estructuran y organizan la vida de las sociedades, y que de ello no escapan los Pueblos Originarios. Una de las características del sistema de dominación patriarcal, ha sido la justificación de la supuesta superioridad de los hombres y la supuesta inferioridad de las mujeres. Con esta justificación, el patriarcado ha legitimado la dominación masculina sobre lo femenino, y una de las formas de esta dominación es la imposición de los roles de género.
En la vida práctica, el género se materializa a través de los roles de género. Y los roles de género tienen que ver con lo que está establecido y valorado de cómo deben actuar, comportarse y proyectarse en la familia y en la sociedad los hombres y las mujeres. Esto se ha hecho bajo la justificación de las diferencias biológicas existentes entre hombres y mujeres, lo que significa que no son naturales y por tanto se pueden cambiar. Los estudios y reflexiones feministas de distintas disciplinas sociales, apoyándose en la reconstrucción de la historia de la humanidad, han demostrado que los roles de género no son naturales, tampoco estáticos, y por lo mismo pueden ser cuestionados y modificados para que mujeres y hombres tengan oportunidades para desarrollarse como personas plenas sin discriminación, ni violencia.
Dicho lo anterior, a continuación, quiero dar ejemplos de cómo los roles de género son marcadores presentes y hacen parte de las normas de relacionamiento entre mujeres y hombres en la dinámica de los Pueblos Originarios:
- A pesar de que las mujeres trabajan para el sostenimiento de sus familias, no son tomadas en cuenta de la misma forma que a los hombres a la hora de tomar decisiones importantes dentro de las familias.
- Aunque las mujeres trabajen fuera de la casa o tengan sus propios negocios, se espera que además se hagan responsables del cuidado y atención de los hijos, hijas, mamá, papá, entre otros, situación que no se espera de los hombres.
- En la organización social y política, prevalece la idea que son los hombres los que pueden desempeñar cargos de responsabilidad comunitaria para tomar decisiones de orden social o político, y se piensa que las mujeres no tienen la capacidad para ello.
- Al momento de distribuir la herencia, en el mejor de los casos a las mujeres se les da menos que a los hombres, porque se piensa que los hombres serán los “jefes” de sus familias. Y en peor escenario, a las mujeres no se le considera como herederas.
- A los hombres no se les ponen muchas exigencias para que sean respetados como hombres, pero a las mujeres se les exige que aprendan los oficios de la casa, que se casen y sean madres, que sean trabajadoras y sean obedientes.
- Una de las normas de género fuertes tanto para hombres como para mujeres, es que se casen y tengan hijospara cumplir con el mandato heteropatriarcal.
- A las mujeres se les restringe la libertad para tener amigos, viajar y estudiar. A los hombres se le da más libertad para decidir sobre sus vidas, tener amigos, viajar y dedicarse a estudiar.
Aclaro que estos ejemplos no se dan solo en los Pueblos Originarios porque son una realidad en toda la sociedad guatemalteca. Menciono Pueblos Originarios respondiendo al objetivo de este espacio que es compartir mi opinión sobre cómo el género se materializa en la vida de hombres y mujeres dentro de la familia, comunidad y socialmente de estos pueblos. Afortunadamente, una gran mayoría de mujeres de los Pueblos Originarios, han sido y son protagonistas en las luchas cotidianas y organizativas para cuestionar los roles de género impuestos por la lógica del sistema patriarcal que también atraviesa las estructuras de los Pueblos Originarios.
Gracias a esas luchas es que las nuevas generaciones de mujeres de los Pueblos Originarios han podido transgredir poco a poco esos roles de género impuestos. En la actualidad y a la luz de más espacios de reflexión y toma de consciencia sobre los derechos humanos que atañen a mujeres y hombres, están cobrando relevancia las voces que luchan y cuestionan del mandato patriarcal que niega la existencia de otras formas de ser hombres y mujeres que no encajan en la norma de la heterosexualidad obligatoria. La heterosexualidad obligatoria, es un mandato patriarcal que se ha impuesto como natural para legitimar las relaciones amorosas únicamente entre personas de sexos opuestos, y que castiga, sanciona, prohíbe y desprecia las relaciones amorosas entre personas del mismo sexo.
Esta heterosexualidad obligatoria, está siendo cuestionada por varias mujeres y hombres de los Pueblos Originarios en Guatemala, porque es una realidad que en la dinámica de estos pueblos existen otras maneras de ser hombre y mujer que trascienden este mandato. Vale decir que, en el seno de los Pueblos Originarios, también hay mujeres que nos vivimos, nombramos y reconocemos como lesbianas, bisexuales, trans, queer y también hombres que se viven y nombran gay, trans, queer, bisexuales.
Dependiendo de nuestras reflexiones políticas y de vida, no todas y todos, hemos realmente avanzado en cuestionar y desvestirnos de los roles de género impuestos. Lo que he observado es que sigue siendo un reto tomar consciencia que vivir una sexualidad fuera de la heterosexualidad obligatoria implica también dejar de reproducir los roles de género en nuestras relaciones sociales y de pareja. Desde mi experiencia, sigo creyendo que transgredir la heterosexualidad obligatoria, implica un cuestionamiento profundo al orden patriarcal imperante, y en consecuencia, cuestionar y revertir en nuestras vidas cotidianas las normas que han naturalizado los roles de género.
En especial revertir las lógicas de dominación/subordinación, del ejercicio desigual del poder que ha justificado la naturalización de formas de relacionamiento violento y de control. Cuestionar la reproducción de prácticas e ideas que tienden a sobrevalorar lo masculino y subestimar lo femenino como nos lo ha enseñado el patriarcado. Finalmente quiero decir, que el género como categoría de análisis de las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres heterosexuales, también es útil para analizar y problematizar hasta qué punto estamos reproduciendo o no relaciones desiguales de poder en las formas de vivir nuestras sexualidades fuera de la heterosexualidad obligatoria.
Atrevernos a hacer estas reflexiones puede ayudarnos a avanzar en nuestras luchas cotidianas y políticas, y sobre todo a construir nuestras vidas y recrearlas en la colectividad desde una dimensión más humana y respetuosa. Y tomando en cuenta que nuestras vidas están atravesadas por diferentes sistemas de dominación y no solamente por el patriarcado, es importante tomar en cuenta que además del género hay otras categorías de análisis que nos permiten comprender nuestra realidad desde una dimensión integral.
— Dorotea Gómez Grijalva (maya k'iche') es feminista lesbiana, antropóloga y trabajadora social. Tiene una maestría en Antropología Social de la Universidad Estatal de Campinas, Sao Paulo, Brasil. Uno de sus escritos recientes, una perspectiva feminista lesbiana, es el artículo "Mi cuerpo es un territorio político". Gran parte de su trabajo se centra en la violencia, la exclusión y la participación política de las mujeres y los Pueblos Indígenas en Guatemala.