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Una activista Dolgana aborda la colonización de su pueblo en su primera novela

Kseniia Bolshakova (dolgana) es una activista y escritora en lengua Indígena y miembro de la comunidad tribal Dolgan Yydyna (“Luz de luna” en Dolgano), nacida y criada en el asentamiento Dolgano y la tundra de Popigai, en la península de Taymyr, en el Ártico ruso. Creció pastoreando renos, pescando, cazando y recolectando. Bolshakova está profundamente preocupada por la pérdida de su lengua materna y de sus conocimientos tradicionales, así como por los problemas de la colonización en curso y los resultados de la asimilación por parte del Estado ruso. “Me preocupa mucho la escasa autodeterminación de mi comunidad. Debido a ello, mi Pueblo se muestra en gran medida indiferente ante la pérdida de nuestra lengua materna, nuestros conocimientos tradicionales y nuestra forma de vida. Entiendo que esto se debe a la colonización y a no ser reconocidos por las autoridades como Pueblos Indígenas como tal, así como a los esfuerzos de asimilación del Estado que están teniendo éxito. Al ser pocos, estamos en peligro de extinción, tanto física como espiritualmente", afirma.

El Dolgano es la lengua túrquica más septentrional del mundo y está estrechamente ligada al pastoreo de renos. Sólo hay 8.000 Dolganos y 800 hablantes en todo el mundo, lo que hace del Dolgano una lengua en peligro crítico. Bolshakova pertenece a la generación más joven, y posiblemente la última, de hablantes Dolganos. El pariente lingüístico más cercano del Dolgano, que significa “tribu que vive en el curso medio del río”, es el sajá. Se trata de una lengua local y restringida a una pequeña zona, cuyo uso ha disminuido debido a los esfuerzos de asimilación del estado ruso. 

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Kseniia Bolshakova (a la derecha) con Rayen Rupayan (Mapuche), becaria de CS, Nati Garcia (Maya Mam), gerente de desarrollo de capacidades de CS; y Shaylin Salts (Chamorro), becaria de CS.

Bolshakova es una de las dos personas en el mundo que escribe prosa en Dolgano. Es una apasionada de las lenguas Indígenas y actualmente trabaja como gestora de contenidos de la aplicación de aprendizaje de la lengua sajá (yakut), Sakhalyy, y como editora de la base de datos léxica y el diccionario electrónico de la lengua chukchi. También es asistente de codificación de datos lingüísticos sobre la lengua kumandy en el Dartmouth College.

Bolshakova trabaja su prosa en el dinámico y conciso género de la ficción flash. Su primera novela flash bilingüe en Dolgano y ruso, “La escarcha también se derrite”, se compone de 16 novelas flash. La novela flash es una forma literaria relativamente nueva que combina la brevedad de la ficción flash con la profundidad narrativa de una novela tradicional. Consiste en una serie de viñetas interconectadas que permiten una estructura narrativa no lineal. Las narraciones de Bolshakova encierran recuerdos de su infancia nómada en la tundra y reflexiones sobre el destino de los Dolganos. La novela trata del para siempre que se está volviendo finito: el permafrost, la tundra, el pastoreo de renos y la lengua nativa.

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Kseniia Bolshakova

La producción del libro de Bolshakova contó con el apoyo del programa de Becas para Jóvenes Indígenas de Cultural Survival, que apoya a jóvenes líderes Indígenas de entre 17 y 28 años con ganas de aprender sobre tecnología, desarrollo de programas, periodismo, radios comunitarias, medios de comunicación y defensa de los derechos de los Pueblos Indígenas. Desde 2018, el programa ha otorgado 110 becas que apoyan a 204 becarios. Las becas permiten a los jóvenes desarrollar capacidades en materia de derechos Indígenas, lenguas Indígenas, culturas y conocimientos tradicionales, ayudándoles a representar las voces de sus comunidades y a concienciar sobre los problemas locales en las conversaciones globales, y al mismo tiempo, fortalecen sus identidades culturales y sus habilidades de liderazgo.

El proyecto de beca de Bolshakova, “Haka Huruk: Transmitir los valores Dolganos creando literatura dolgana", se centra en la revitalización de la lengua dolgana a través de la narración de cuentos y el desarrollo de la literatura bilingüe en Dolgano y ruso. El siguiente es el primer capítulo de “La escarcha también se derrite”, titulado “Lo eterno y lo finito”. Para leer más, sígala en Instagram en @haka.huruksut 

 

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Lo eterno y lo finito

Kseniia Bolshakova (DOLGAN)

El Norte suele asociarse a las heroicas películas soviéticas sobre exploradores polares y petroleros en sus largos y lucrativos viajes de servicio. Algunas personas nacieron en Siberia porque sus bisabuelos y abuelos vinieron aquí con sus grandes y pequeños proyectos de construcción comunistas. Las familias de algunos fueron perseguidas y exiliadas a nuestras tierras, tan salvajes y poco aptas para la vida. Y algunos se llaman a sí mismos siberianos nativos porque hace 300 años sus antepasados vinieron aquí con espadas y fuego a conquistar nuestras tierras para la expansión de Moscovia. Entre estos millones de norteños, los Pueblos Indígenas originales del Norte pasan a ser estadísticamente insignificantes. 

El “Extremo Norte” es un concepto flexible. Contiene tanto las arenas desérticas de la frontera mongola como mi Taimyr natal, un desierto de nieve bañado por el gélido océano Ártico. El más ártico de los árticos, la zona de permafrost. Las autoridades imperiales, soviéticas y de la Rusia actual siempre consideraron el Norte un pozo inagotable. Taimyr era hasta entonces innumerables yacimientos de petróleo, gas natural, platino, oro, plata, níquel. Pero nada es infinito y para siempre. El calentamiento global está derritiendo rápidamente el permafrost. Las empresas mineras acabarán agotando nuestros activos: nuestras profundidades. Y los Pueblos Indígenas están desapareciendo, apartados de sus modos de vida tradicionales, sumidos en la asimilación y abandonados en una brecha civilizatoria sin provisiones.

Los tiempos en que los Pueblos Indígenas de Taimyr vivían en chooms han pasado. Ahora los pastores de renos se desplazan en baloks. Un balok es una vivienda portátil sobre patines de trineo. Por fuera, el armazón de madera está cubierto de fieltro y pieles de reno con una lona encima. Los miembros de mi familia son dolgados de la parte baja del río Khatanga. Mi abuela recuerda que los Dolganos de arriba fueron los primeros en pasar de los chooms a los baloks. Los Dolganos de abajo empezaron a usar un balok de invierno en los años ochenta y uno de verano en los noventa. Al vivir más al norte, mantuvimos nuestra lengua y nuestro pastoreo de renos durante más tiempo que los Dolganos de arriba. Pero ahora, incluso entre los Dolganos de abajo, prácticamente ya no hay niños que hablen Dolgano y tampoco familias de renos.

Ahora todos nuestros parientes llevan una vida sedentaria en el asentamiento rural de Popigai y la aldea de Khatanga. Los padres de mi madre, el abuelo Alyosha y la abuela Masha, pasaron toda su vida en la tundra. Mi abuelo fue el capataz de la primera brigada de pastores de renos en su asentamiento natal de Old Popigai. La manada de Popigai era la mayor del distrito de Khatanga. El abuelo era muy respetado en todo el distrito, tanto entre los nómadas como entre la gente del pueblo. A menudo se escribía sobre él en el periódico e incluso se le concedió el título de “Honorable ciudadano de Taimyr”. La abuela nació en el ahora cerrado asentamiento rural de Novoletovye, al norte de Zhdanikha. Fue a la escuela veterinaria de Dudinka, y tras sus estudios la estación veterinaria de Khantanga la envió a trabajar a la tundra de Popigai. De este modo, la vida laboral de la abuela y el abuelo en la tundra se prolongó año tras año. Criaron a cinco hijas que les dieron 10 nietos. Yo fui su primera nieta.

Sus últimos años nómadas fueron también los de mi infancia. Tuve la inmensa suerte de vivir a su lado tanto los juegos de renos de la infancia como las preocupaciones del pastoreo de renos de la edad adulta. La tundra se adentró en mi corazón. Fue la tundra la que alimentó en mí un sentimiento de unidad con nuestros espíritus, nuestra gente y nuestra tierra. Este poder de Dolgana que me ayuda a abrirme camino en la vida, me sostiene y evita que me desmorone.


English translation by Ainsley E. Morse.

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