Por Bia'ni Madsa' Juárez López
Tlaola es una pequeña comunidad Nahua del estado de Puebla en México, que se posicionó a nivel internacional gracias a un grupo de mujeres de esta comunidad que aceptaron el reto de recibir el evento internacional “Terra Madre Indígena de América”, que por primera vez se realiza en este continente. El rol de las mujeres y los jóvenes Indígenas en la protección de los sistemas alimentarios tradicionales fue el eje central del encuentro.
Dalí Nolasco (Nahua, miembro de Slow Food México y Mopampa): “En mi mente y mi corazón pensaba, yo debo traer a todo el mundo a mi bello Tlaola, deben de venir, conocer mi pueblo, caminar por las calles, disfrutar del verde lluvioso y húmedo paisaje, deben comer tamales en el jardín, saludar a mis vecinos. ¡Que todo el mundo sepa que estamos aquí!
Las mujeres anfitrionas de Mopampa llevan un largo camino de organización. Desde 1992, comenzaron un proceso productivo para el cultivo del chile serrano. Quince años después, en 2007, crearon la Red de la Organización de Mujeres Indígenas de Tlaola para desarrollar proyectos productivos que mejoren las condiciones de vida de las mujeres. Fue en 2016 que lograron el reconocimiento del chile serrano como Baluarte de Slow Food, un proyecto importante que reconoce su gran labor por sus prácticas sostenibles y agroecológicas.
Del 21 al 24 de febrero de este año, 45 delegados Indígenas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y EEUU, y 20 representantes de organizaciones internacionales y observadores de Italia, Panamá, México, Guatemala y EEUU; y de las culturas Indígenas: Nahua, Tsotsil, Maya, Ayuuk, K’iche’, Binizá, Mbya Guaraní, Aymara/Calacalita, Me Phaa, Wichi, Yoruna, Kiriri, Creole Raizal, Inga, Shuar, Afroecuatoriano, Kañari-Kichwa, Puruwa Kichwa, Quechua, Raramuri, Chinanteco, Tseltal, Otomí, Mixteco, Chahla, Muskoke, Uma y Guaraní se reunieron para reflexionar sobre sus comunidades, compartir historias y conectar la producción mundial de alimentos convencionales con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y los conflictos asociados a la tierra, el racismo y la discriminación.
Los meses de trabajo de anticipación comenzaron con una convocatoria abierta en la que se recibieron 141 propuestas de jóvenes de 27 países interesados en participar en el evento, mostrando así la gran necesidad de generar estos diálogos internacionales.
Slow Food es una red mundial comprometida a cambiar la lógica de producción agroalimentaria vigente, por una alternativa fundada en valores como el comercio justo, huella ecológica sana, mediante alimentos tradicionales que buscan la protección de la biodiversidad y las culturas. En México hay 36 comunidades Slow Food dedicadas a proteger alimentos culturalmente importantes como el pulque, el maíz, el chile serrano, la miel nativa, vainilla, sal, entre muchos más.
Tlaola se llenó de colores y de sonidos diferentes, el diálogo de estos días se mezcló con la música tradicional Nahua de fondo, resultando en un intercambio de experiencias, la formación de alianzas estratégicas y el fortalecimiento de la red de jóvenes y mujeres Indígenas Slow Food de América, que vuelven a sus comunidades a seguir trabajando la tierra mientras al mismo tiempo inciden en las políticas públicas a nivel local e internacional.
Las mujeres anfitrionas de Mopampa llevan un largo camino de organización. Desde 1992, comenzaron un proceso productivo para el cultivo del chile serrano. Quince años después, en 2007, crearon la Red de la Organización de Mujeres Indígenas de Tlaola para desarrollar proyectos productivos que mejoren las condiciones de vida de las mujeres. Fue en 2016 que lograron el reconocimiento del chile serrano como Baluarte de Slow Food, un proyecto importante que reconoce su gran labor por sus prácticas sontenibles y agroecológicas.
Dalí Nolasco: “En mi mente y mi corazón pensaba, yo debo traer a todo el mundo a mi bello Tlaola, deben de venir, conocer mi pueblo, caminar por las calles, disfrutar del verde lluvioso y húmedo paisaje, deben comer tamales en el jardín, saludar a mis vecinos. ¡Que todo el mundo sepa que estamos aquí!
Del 21 al 24 de febrero de este año, 45 delegados Indígenas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y EEUU, y 20 representantes de organizaciones internacionales y observadores de Italia, Panamá, México, Guatemala y EEUU; y de las culturas Indígenas: Nahua, Tsotsil, Maya, Ayuuk, K’iche’, Binizá, Mbya Guaraní, Aymara/Calacalita, Me Phaa, Wichi, Yoruna, Kiriri, Creole Raizal, Inga, Shuar, Afroecuatoriano, Kañari-Kichwa, Puruwa Kichwa, Quechua, Raramuri, Chinanteco, Tseltal, Otomí, Mixteco, Chahla, Muskoke, Uma y Guaraní se reunieron para reflexionar sobre sus comunidades, compartir historias y conectar la producción mundial de alimentos convencionales con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y los conflictos asociados a la tierra, el racismo y la discriminación.
Los meses de trabajo de anticipación comenzaron con una convocatoria abierta en la que se recibieron 141 propuestas de jóvenes de 27 países interesados en participar en el evento, mostrando así la gran necesidad de generar estos diálogos internacionales.
Slow Food es una red mundial comprometida a cambiar la lógica de producción agroalimentaria vigente, por una alternativa fundada en valores como el comercio justo, huella ecológica sana, mediante alimentos tradicionales que buscan la protección de la biodiversidad y las culturas. En México hay 36 comunidades Slow Food dedicadas a proteger alimentos culturalmente importantes como el pulque, el maíz, el chile serrano, la miel nativa, vainilla, sal, entre muchos más.
Tlaola se llenó de colores y de sonidos diferentes, el diálogo de estos días se mezcló con la música tradicional Nahua de fondo, resultando en un intercambio de experiencias, la formación de alianzas estratégicas y el fortalecimiento de la red de jóvenes y mujeres Indígenas Slow Food de América, que volverán a sus comunidades a seguir trabajando la tierra mientras inciden en las políticas públicas a nivel local e internacional.