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Dando la vuelta al guión: cambiando el futuro de la producción de alimentos en África

Una entrevista con Million Belay

Durante décadas, Million Belay ha trabajado a nivel local, regional e internacional para cambiar la forma en que la gente piensa sobre los sistemas sociales, culturales y alimentarios en África. Experto en conservación, soberanía alimentaria, biodiversidad y derechos culturales Indígenas, Belay es coordinador general de la Alianza por la Soberanía Alimentaria en África, en lo que describe como el mayor movimiento social del continente con más de 40 miembros en 50 países, llegando a más de 200.000.000 de personas. En esta entrevista, Belay explica por qué su filosofía de producción de alimentos basada en el conocimiento (agroecología), supera a la agricultura a escala industrial y cómo su implementación beneficia a las comunidades económica, social, cultural y espiritualmente.

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Phillippa Pitts: ¿qué es la agroecología y en qué se diferencia de la agricultura comercial a gran escala?

Million Belay: Lo pienso en términos narrativos. La agroecología es una narrativa diferente a la agricultura industrial. Por ejemplo, ¿cómo abordar el problema del aumento de la producción de alimentos? Los modelos industrial y cultural abordan el aumento de la producción de alimentos a través de varios mecanismos, principalmente mediante el uso de productos químicos, fertilizantes artificiales, pesticidas y semillas híbridas. Esta narrativa define la agricultura, especialmente la agricultura africana, como una carencia de comida y una carencia de calorías. 

Esto nos indica que “los gobiernos africanos y los agricultores africanos no están produciendo suficientes alimentos, por lo que se tienen que apoyar en las empresas privadas. Estos negocios aparecen como un actor principal. El suelo africano está muy degradado y necesita muchos agroquímicos, básicamente, químicos. Las semillas en manos de los agricultores están agotadas y no son productivas. Necesitamos traer semillas híbridas y organismos genéticamente modificados. Lo que falta, son calorías. Necesitamos producir más calorías. La tierra en manos de pequeños agricultores no es productiva. La tierra tiene que ser propiedad de quienes puedan producir más alimentos, por lo que la tierra debería estar en manos de las empresas privadas. Y esto conduce al robo y acaparamiento de tierras”. Así se explica la narrativa en la agricultura industrial, y cuenta con actores muy poderosos que la sustentan. Este es el tipo de desarrollo del que se benefician los científicos, los gobiernos y las corporaciones. 

Como sabemos, hay una crisis alimentaria, una crisis nutricional, contaminación del agua, pérdida de biodiversidad, erosión de la cultura y el respeto a los derechos humanos está en casi todas partes. En este tipo de entorno, necesitamos un tipo diferente de paradigma, una narrativa diferente. La agroecología es un modo de producción circular; el mismo utiliza lo que produce. Lo que se produce en la finca vuelve a la finca. No hay desperdicio dentro de un sistema ecológico. Es amable con la naturaleza, la tierra y la biosfera porque en la mayoría de los casos no se utilizan productos químicos. No se centra en la propia explotación, sino en todo lo que hay alrededor. Habla de los vínculos entre la granja y el consumidor, la economía local, los mercados locales, los pescadores y los pastores. Lo que diferencia a la agroecología de la cultura alimentaria orgánica es hablar de esos movimientos sociales que desafían realmente la forma en que se maneja el sistema alimentario. 


ethEn África Oriental, las mujeres están en el centro de la transición a la agroecología.

PP: ¿Podría compartir un ejemplo de una historia de éxito en agroecología?

MB: Un ejemplo claro es en Etiopía. Fue un proyecto en el que participé personalmente alrededor de 1996 con el Instituto para el Desarrollo Sostenible (ISD). El proyecto fue una especie de experimento. Con el acuerdo de los agricultores y el gobierno local, ISD decidió establecer en diferentes granjas, tres escenarios diferentes: un grupo de agricultores no aplica a los suelos.  El segundo grupo utilizó agroquímicos, principalmente fertilizantes. El tercero utilizó compost, desarrollo técnicas de conservación de alimentos y agua, y plantó material verde para tener suficiente biomasa para la fabricación de compost. La comparación se realizó en cinco cultivos (frijoles, tef, trigo, cebada y maíz) durante más de 20 años. Los primeros uno o dos años, la tierra de cultivo que fue tratada con fertilizantes artificiales rindió bien. Pero a lo largo de los años, la tierra tratada con abono natural y mediante técnicas de conservación de suelo y agua, funcionó mucho, mucho mejor que la tierra tratada con fertilizante artificial o sin ningún tratamiento. Al gobierno local le gustó mucho el experimento, y se extendió de tres comunidades a ocho comunidades, luego se amplió a 93 comunidades, y luego a toda su región. Y más tarde, se introdujo como uno de los programas del gobierno etíope en agricultura. Esa es una historia.

También hay una historia en Malawi de dos personas que observaron que la población se alimentaba principalmente en base a una cantidad muy pequeña de verduras y maíz, principalmente. Su salud estaba muy deteriorada, por lo que convocaron a una reunión con mujeres para pedirles que identificaran verduras de la zona que quisieran comer y que pudieran cultivar. De hecho, en esa zona hay más de 300 verduras locales. Trajeron la mayoría de ellas y las probaron en sus tierras de cultivo de permacultura. Las cultivaron. Lo hicieron muy bien, tanto que la comunidad alrededor de esas granjas de permacultura comenzó a cultivarlas también. Y esto ayudó a estimular sus ingresos. Mejoro la biodiversidad, la nutrición, se mejoró la situación en cuanto a salud y fue muy beneficioso para el medio ambiente. En afsafrica.org, explicamos más de 50 historias similares. El modelo funciona. Y entonces, nosotros preguntamos si este tipo de agricultura realmente podría ayudar a abordar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. De los 17 ODS, se enfoca en 12 de ellos. Realmente cumple casi todos los requisitos.


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PP: ¿Cómo influye el conocimiento Indígena en esto? ¿Es una parte importante de la agroecología?

MB: La comida es un elemento muy espiritual para muchas comunidades. En algunos lugares donde la tierra está muy degradada, las comunidades tienen una segunda tierra, una tierra sagrada, que no tocan. Estos son lugares espirituales, pero estos lugares también son un espacio de diversidad vegetal y animal. El conocimiento sobre la comida que se tiene en cuanto a la tierra, las granjas, los materiales, las prácticas agroecológicas determinadas, los animales y el trabajo utilizado no tiene límites. La agricultura es una actividad basada en el conocimiento, y este conocimiento proviene de sus antepasados, de las generaciones anteriores a las actuales. Después del cultivo, viene el tiempo de la cosecha. Y una vez que se cosechan los alimentos, ¿cómo se procesan los alimentos? Hay mucha sabiduría sobre cómo almacenar alimentos, sacarlos de ese proceso, prepararlos, hornearlos y servirlos. Existe una gran variedad de especias que se utilizan para almacenar la comida, procesarla y servirla; todo eso es sabiduría, y esa sabiduría que las mujeres guardan es la base en muchas comunidades.

Las comunidades locales no te darán el nombre científico de microbios o tendrán el conocimiento abstracto de la fermentación. No le dirán que cuando la levadura actúa sobre un carbohidrato, se producen alcohol, dióxido de carbono y agua, pero saben que ocurre la fermentación y qué cantidad de levadura usar. El conocimiento tradicional es un tema extensor, y el nivel de la erosión del conocimiento cultural es muy alto. Es una de las principales razones es la ruptura de las relaciones entre la cultura de los ancianos y las nuevas generaciones. Las relaciones de las personas se regían en torno a sus tradiciones y su entorno cultural, pero eso se está erosionando. Mis proyectos apuntan a vincular las diferentes generaciones. Ese vínculo es algo muy importante.

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PP: ¿Qué debe suceder para garantizar que este conocimiento no se pierda y que estas iniciativas puedan afianzarse? ¿De qué debería tener cuidado la gente?

MB: A donde quiera que se vaya, la gente habla de transformar el sistema alimentario. Todo el mundo habla de aprovechar el tiempo de la COVID como una oportunidad para transformar el sistema alimentario. Pero lo que no encuentras en esas narrativas, en esas conversaciones, es cultura. Incluso en los espacios en los que se puede esperar que la gente sepa acerca de estos temas, no se habla. Una cosa que debemos hacer es traer esa cultura a nuestro discurso tanto como sea posible. Por eso nos encanta hablar de soberanía alimentaria. Una de las diferencias clave entre la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria es la idoneidad cultural de los alimentos. ¿Qué significa realmente cuando decimos que la comida debe ser culturalmente apropiada? Tiene que reconocer el valor que nuestras madres le dan a los alimentos y su conocimiento sobre ellos, el procesamiento, almacenamiento, e incluso cómo servir los alimentos. Eso es conocimiento cultural, porque la forma en que alguien prepara la comida en América Latina, o alguien en África, o incluso la diferencia entre países africanos, es diferente.

nutsEn el norte de Uganda, enclavada en las tierras del Pueblo Acholi del oeste del Valle del Rift, Immaculate Omona cultiva una variedad local de maní llamada Acholi valencia.

En segundo lugar, todo el mundo habla de empoderar a los jóvenes y de acercar a los jóvenes a la agricultura. Pero tenemos que trabajar para conectar las diferentes generaciones en favor de un proceso de aprendizaje intergeneracional. Hay muchas formas de acercar a los jóvenes a su cultura, de formas que no les resulten aburridas. El Consorcio del Área de Conservación de Comunidades Indígenas está tratando de integrar la diversidad cultural de estos conceptos en procesos clave que se dan a nivel internacional. Las instituciones Indígenas de todo el mundo también están tratando de hacer lo mismo.

Tenemos que organizar foros, reuniones y celebraciones, tanto como sea posible. La Alianza para la Soberanía Alimentaria de África, es llevada a cabo cada dos años. Este año, debido al COVID, estamos pensando en organizar celebraciones virtuales en torno a la cultura alimentaria. En países como Etiopía, Sudáfrica, Kenia, Tanzania, Benín y Togo, nos reuníamos anteriormente con escuelas y grupos de jóvenes y, les pedimos que trajeran sus diferentes semillas. En esas situaciones exhiben sus semillas de forma creativa, con bailes, atuendos culturales, instrumentos locales y música. 

A lo largo de los años, hemos tenido historias fantásticas, como la de una canción que fue olvidada por una comunidad y posteriormente recuperada y cantada por los jóvenes; una especie de poesía, que era parte de la cultura de la comunidad local, que regresa ahora a través de los jóvenes que miran a su cultura, indagan en sus historias y las traen de regreso. También semillas que se consideraban perdidas, son exhibidas por los jóvenes y vuelven a estar entre nosotros. Canciones y ropas que trajo el cristianismo, ha contribuido a la degradación de nuestra cultura. Sabemos que hemos perdido una cantidad significativa de prácticas culturales y espirituales, pero si los jóvenes regresan a sus propias comunidades y busca en las celebraciones antiguas y pregunta a la gente, se sorprenderán de lo que puede salir.

Todas las fotos cortesía de Alliance for Food Sovereignty in Africa. 

Foto superior: El agricultor progresista, Sr. Maligana, cultiva una variedad de sorgo de polinización abierta resistente a la sequía en su granja en el centro de Tanzania.

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