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Trazando el mapa sobre nuestras condiciones: La comunidad Maya de Belice navega entre la esperanza y los peligros de la victoria

Un crujido entre los árboles, deja vislumbrar un jaguar. Hoy en día, probablemente no tienes que preocuparte por los jaguares cuando inspeccionas tu tierra, pero para el pueblo de Crique Sarco, todo es parte del territorio. Los jaguares no son ni siquiera la amenaza más peligrosa, ni siquiera por casualidad. Desde que los Mayas de Belice ganamos el derecho a legalizar nuestras tierras, la sombra de la extinción se aproxima cada vez más.

 

Mientras historiadores y turistas se refieren a las civilizaciones Mayas “perdidas” en toda América Central, nosotros no hemos desaparecido. Todavía vivimos a través de sistemas de gobierno tradicionales que sobrevivieron a siglos de colonización, y, sin embargo, los triunfos más grandes de esta generación Maya, bien podrían ser la caída final de nuestra civilización.

 

La antropóloga Liza Grandia tiene un profundo conocimiento de los peligros a los que nos enfrentamos. Ella siguió de cerca lo sucedido en las comunidades Mayas en el Departamento de El Petén, en la vecina Guatemala, después de los Acuerdos de Paz de 1996. Según la profesora Grandia, el proceso mismo de la legalización de la tierra puede dar el golpe funesto para las comunidades indígenas. Después de recibir finalmente sus títulos de propiedad, los pueblos simplemente desaparecieron.

 

La palabra "desaparecer" está plagada de siniestros significados en América Latina. Para los Mayas de Guatemala, durante el intento sistémico de genocidio en los años de la guerra civil, la desaparición significó un borrado visceral y brutal de cientos de miles de individuos. Después de los Acuerdos de Paz, se convierte en un método, aun si cabe, más eficiente de desaparición, ya que borra comunidades enteras sin perder una sola bala. Como escribió Grandia en un análisis del impacto de la inversión de 62 millones de dólares del Banco Mundial, en la titulación de tierras indígenas, "la demarcación de tierras es vista por muchas comunidades como el momento crucial de su historia".

 

Entre lo que ella llama "riesgos de una administración estatal desinformada" se encuentra la imposición de una red uniforme de parcelas que ignoran el uso comunal de la tierra, junto con la transformación letal de la tierra como valor espiritual en una tierra como mera mercancía.

 

Grandia describe el proceso de legalización que se dio en Guatemala como algo extremadamente burocrático -con al menos 43 pasos a seguir- así el Estado se quedó con más de 40.000 reclamos de tierras no procesados. La burocracia fue tan espesa que algunos esperaron años para tener los títulos de propiedad. Incluso una vez que los tuvieron, el sistema de red destruyó el acceso comunitario a los ríos, carreteras, sitios sagrados, campos de pastoreo compartidos y bosques comunales, junto con el sistema de distribución de tierras basado en el uso. Modelos occidentales de gestión de la tierra, tales como consejos de administración y consejos administrativos, reemplazaron a la gobernanza tradicional.

 

El pueblo Maya de Guatemala fue víctima de un asalto de sus tierras a manos de forasteros: grandes plantaciones de tierra para un ganado hambriento y bancos oportunistas con dudosos planes de crédito agrícola para agricultores empobrecidos. Los sindicatos del narcotráfico, directamente los chantajearon. Presos en una jaula, incapaces de usar las tierras comunales, una simple emergencia médica era razón suficiente para caer en sus redes. Se estima que, al menos, el 46 por ciento de todas las parcelas de la tierra Maya en El Petén se perdieron en menos de 10 años. Al menos 200 emplazamientos o lugares sagrados fueron privatizados.

 

Nuestra organización, el Instituto Sarstoon Temash de Manejo Indígena (SATIIM), ha trabajado con Grandia desde sus primeras investigaciones sobre los Maya Q'eqchi’ en Belice y Guatemala. Ella dio testimonio en apoyo de litigios que, eventualmente, llevaron a la Corte de Justicia del Caribe a ordenar la legalización de nuestras tierras. Su documentación demostró que nuestras prácticas culturales constituyen una "lógica eco-cultural" como "medio para mantener y cohesionar la identidad de la comunidad, no como “medio crediticio o de enriquecimiento" o como “partícipes en el mercado de la tierra". A raíz de la orden judicial, sabíamos que el gobierno no seguiría fácilmente sus instrucciones explícitas para crear un mecanismo efectivo para identificar y proteger la propiedad y otros derechos derivados de la tenencia de la tierra, de acuerdo con las leyes Mayas y las prácticas de tenencia de la tierra. Conocíamos lo ocurrido en El Petén, así que necesitábamos tomar la iniciativa.

 

Grandia recomendó que contactáramos a un grupo Q’eqchi’ de Guatemala, Sa Ka Chol Nimla Kaleb'aal (SANK), en Alta Verapaz, que desarrolló un modelo de demarcación de tierras basado en la gobernanza de las tierras tradicionales. SATIIM organizó una visita para que nuestros líderes comunitarios interesados pudieran aprender más. Ellos regresaron inspirados. Crique Sarco fue el primer pueblo en pedir ayuda a SATIIM que los capacitó en el modelo de SANK.

 

Después de muchas consultas, todos los residentes de Crique Sarco firmaron una resolución comunitaria que otorga a SATIIM la coordinación de asistencia técnica. Hemos traído personal de SANK para capacitarlos en todos los aspectos de cartografía, no sólo en cuanto a las fronteras físicas, sino en cuestiones sobre cómo la tierra es utilizada por los individuos y la comunidad en su conjunto de acuerdo con sus prácticas y creencias culturales. Sin embargo, rápidamente quedó claro que el modelo de SANK no podía ser copiado y pegado literalmente sobre nuestra realidad. Recopilamos información y conocimiento de comunidades de todo el mundo, como la Alianza de Pueblos Indígenas del Archipiélago (Indonesia), quienes están construyendo, como nosotros, un registro de tierras en previsión de la legislación nacional. Nuestras investigaciones nos llevan a Elinor Ostrom, ganadora del Premio Nobel cuyo "Gobierno de lo Común" delinea los pasos vitales más allá de la cartografía. Aprender la tecnología GPS no es suficiente. Los mapas son sólo el comienzo, no el objetivo final. Sus "Ocho Principios para la Gestión de lo Común" abordan las decisiones esenciales de la comunidad sobre las normas culturales que gobiernan la tierra comunal, junto con la supervisión y cumplimiento de la comunidad.

 

Después de dos años de intensiva capacitación, retroalimentación constante y negociaciones, Crique Sarco finalmente tiene sus mapas. Ahora comienza el verdadero trabajo. Necesitan dilucidar, no necesariamente "codificar" en la jerga jurídica occidental, sino en sus propios términos, los antiguos significados de sus tierras. Sus visiones colectivas de la gestión comunal de la tierra guiarán la política de consenso, mantenida por lazos de parentesco y reciprocidad.

 

Necesitan discutir el manejo de los recursos naturales, especialmente a medida que sus familias crecen. La mayoría de las comunidades Mayas, en el sur de Belice, cumplen con la función de guardabosques en los bosques comunales, ahora, cuidando lo último que queda de madera altamente deseada, como la caoba y el palo de rosa. Mientras que el 70 por ciento de Toledo es zona boscosa, casi el 20 por ciento se ha perdido. Las empresas madereras están siempre a la espera de una oportunidad. En un tiempo anterior, el gobierno entregó todo el distrito de Toledo a una compañía petrolera estadounidense en una concesión gigante.

 

SATIIM es una organización ecologista liderada por indígenas en Belice, creada por comunidades en el Paisaje de Oro Maya. Es uno de los últimos tramos de bosque de árboles de hoja ancha de América Central, que va desde las montañas Mayas en el este, hasta el mar Caribe, y que juega un papel crucial en la defensa de la barrera de coral mesoamericana, al preservar la calidad del agua que drena hacia ella. Cuando la comunidad Maya de Belice finalmente ganó el reconocimiento de sus derechos a la tierra, no fue por parte de nuestro propio gobierno, sino por la más alta autoridad legal en la Comunidad del Caribe. Después de cerca de 20 años de lucha, celebramos esta victoria y, lo que es más importante, el reconocimiento de Crique Sarco como la primera entrada en el Registro de Tierras Mayas de Belice. El 9 de agosto, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo y el décimo aniversario de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, SATIIM organizó un chutamil (asamblea tradicional) en el que presentó el Registro de la Tierra Maya, el Huhil Ch'och en idioma Q’eqchi’ y Hu'umil Lu'um en idioma Mopan, al mundo, al gobierno y a la nación, y lo más importante, al Pueblo Maya. Sabemos que los lobos, si no los jaguares, están al acecho. Con este conocimiento, celebramos una promesa que invita a todas las comunidades Mayas a iniciar el proceso de legalización de tierras comunales con todos sus peligros y trampas.

 

-Froyla Tz'alam (Maya Mopan) es directora ejecutiva del Instituto Sarstoon Temash de Gestión Indígena en el Distrito de Toledo, Belice.

 

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